domingo, enero 31, 2010

La Píldora de los 5 días después...


Una nueva píldora anticonceptiva de emergencia parece ofrecer a la mujer protección contra el embarazo hasta cinco días después de la relación sexual.
El límite actual de protección de emergencia son tres días.
Científicos escoceses encontraron que el medicamento recientemente aprobado en el Reino Unido -llamado acetato de ulipristal- continúa funcionando incluso después del límite de tres días del fármaco más comúnmente utilizado como anticonceptivo de emergencia, el levonorgestrel. Pero el nuevo medicamento, a diferencia de este último, sólo se vende actualmente con receta médica.

Los expertos afirman que el hallazgo es un avance importante porque ofrece a las mujeres una nueva alternativa para reducir el número de embarazos no deseados.El estudio, publicado en la revista médica The Lancet, fue llevado a cabo con mujeres en el Reino Unido, Irlanda y Estados Unidos.

Los fármacos anticonceptivos de emergencia utilizan hormonas tanto para prevenir la liberación de un óvulo del ovario en las horas posteriores al coito, como para evitar que éste se implante en el útero.El levonorgestrel está disponible actualmente en muchos países y se vende en farmacias, con o sin receta médica, a las mujeres mayores de 16 años.

En el nuevo estudio, los investigadores del Servicio Nacional de Salud (NHS) de Escocia querían analizar la efectivad tanto del levonorgestrel como del ulipristal (que fue aprobado en Europa en 2009).En las últimas dos décadas, los avances en este campo han sido muy lentos comparados con otras formas de innovación médica. Éste es el tipo de investigación que necesita una sociedad moderna.Ann Furedi
Los científicos utilizaron datos de 1.600 mujeres con ciclos menstruales regulares que se habían presentado a clínicas de planificación familiar en esos países para pedir anticonceptivos de emergencia después de haber mantenido relaciones sexuales sin protección.

El grupo fue dividido en dos, la mitad recibió el levonorgestrel, la otra mitad el ulipristal. Pero todas lo tomaron dentro de los 5 días posteriores al momento del coito.Los resultados mostraron que en total, 2,6% de las mujeres del grupo que tomó levonorgestrel quedaron embarazadas a pesar del fármaco.Sin embargo, 1,8% del grupo de ulipristal resultó con embarazo.

En otro análisis con un número más pequeño de mujeres (203) que recibieron los anticonceptivos de emergencia después de tres días de haber tenido la relación sexual, no hubo embarazos con las mujeres que tomaron el ulipristal.Pero sí hubo tres embarazos entre las que tomaron levonorgestrel.

El nivel de efectos secundarios -como dolor de cabeza- fue casi el mismo en ambos grupos, afirman los investigadores.
El anticonceptivo de emergencia usa hormonas para bloquear al óvulo.El nuevo fármaco, sin embargo, todavía no puede ser vendido sin receta médica en las farmacias debido a que todavía no cuenta con el nivel de seguridad establecido del levonorgestrel.

Tal como señalan los investigadores, "el levonorgestrel ha sido utilizado por muchos millones de mujeres en dosis distintas y por eso está disponible sin receta"."El ulipristal -agregan- estará fácilmente accesible cuando se dispongan de más datos sobre su seguridad".

Tal como señala Ann Furedi, presidenta ejecutiva de la organización Servicio Británico de Asesoría en el Embarazo (BPAS) este nuevo fármaco es una "excelente noticia"."Ofrece una alternativa de más tiempo para poder usar la píldora anticonceptiva tradicional de emergencia".

"Sin embargo, la accesibilidad de cualquier medicamento que depende del tiempo es clave. Y ya que esta píldora no está actualmente disponible sin receta y es significativamente más costosa que la píldora tradicional "del día después". quizás muchas mujeres que podrían beneficiarse de ella no podrán adquirirla", expresa.

Y agrega que "recibimos muy positivamente este tipo de investigaciones sobre métodos anticonceptivos que pueden usarse después del coito".

"En las últimas dos décadas, los avances en este campo han sido muy lentos comparados con otras formas de innovación médica. Éste es el tipo de investigación que necesita una sociedad moderna".
BBC. ciencia

martes, enero 26, 2010

Las Asociaciones Público- privadas en salud...España




Prueba de una nueva combinación público-privada en un departamento de salud español

Los presupuestos de los sistemas de salud pública son cada vez más reducidos, en parte a causa de la crisis financiera mundial, lo que lleva a los gobiernos a buscar nuevas fórmulas para sacar el máximo provecho de los limitados recursos. Un puñado de departamentos de salud de España está tomando la iniciativa. Mireia Bes informa desde Valencia.

Ante el aumento de los déficit de su presupuesto de salud registrado a finales de la década de los noventa, la Generalitat Valenciana (gobierno autónomo de Valencia) decidió que había llegado el momento de buscar nuevas soluciones para financiar y hacer funcionar sus hospitales. Empezando por el departamento de salud de Alzira, la Generalitat invitó a un consorcio privado encabezado por Adeslas, una de las principales empresas de seguros médicos privados, no sólo a construir un hospital totalmente nuevo, sino también a dirigirlo. El Hospital de La Ribera, cuya construcción costó 61 millones de euros en 1999 ($91 millones de dólares al 17 de noviembre de 2009), está gestionado por un nuevo tipo de entidad empresarial conocida como alianza de inversión públicoprivada. Este tipo de alianzas es sólo una manera de hacer participar al sector privado en los servicios de salud financiados por el sector público, ya que la mayoría de los departamentos de salud de España recurren a algún tipo de combinación públicoprivada.
Sir Richard Feachem, Director de Global Health Group, un grupo de acción -por oposición a un grupo de estudios- de la Universidad de California (San Francisco), que está muy interesado en el desarrollo de las alianzas de inversión públicoprivada, explica que este nuevo tipo de híbrido públicoprivado va más allá de la privatización tradicional de los servicios públicos, en la que lo habitual es que una empresa privada construya un hospital, que a continuación gestiona el gobierno correspondiente. En el caso de una alianza de inversión públicoprivada, el gobierno hace que la empresa privada participe en el funcionamiento diario del propio hospital, como asociado en la gestión y prestación de servicios clínicos y de apoyo. Por muy complicado que parezca, este modelo ha venido teniendo resultados satisfactorios, sobre todo en España.

Entrada del Hospital de La Ribera
Cortesía del Hospital de La Ribera
Entrada del Hospital de La Ribera.

"Valencia es todo un éxito" dice Feachem, y señala que, además de en Alzira, Valencia ha creado alianzas de inversión públicoprivada en los departamentos de salud de Torrevieja, Denia y Manises, y pronto iniciará una en Elche. La población de Alzira parece estar contenta. "En las últimas [encuestas] superamos el 91% de satisfacción de los ciudadanos del departamento, que están contentos con nuestros servicios", ha declarado Manuel Marín Ferrer, Director Gerente del Hospital de la Ribera. Al hospital le interesa que los clientes estén contentos, pues tiene la obligación contractual de pagar las facturas de atención sanitaria de los pacientes del departamento de salud de Alzira si son tratados en otros lugares. Por fortuna para Marín, La Ribera atrae a pacientes en lugar de perderlos, y cerca de un 10% de los pacientes del hospital proceden de los departamentos de salud aledaños.
Por muy impresionante que sea ese 91%, no es muy superior al 85% correspondiente a la satisfacción de los clientes observada en las encuestas oficiales sobre el sistema español de atención sanitaria en su conjunto. Al parecer, La Ribera destaca en algunos aspectos, por ejemplo, en la rapidez con que se dan las citas para las operaciones. El hospital también es conocido por garantizar la administración de la anestesia epidural, hecho notable en una región que no puede proporcionar anestesistas las 24 horas del día.
Pero el aspecto realmente destacado de la alianza de inversión públicoprivada de Alzira es el estricto control de los gastos. Según Juan Alfonso Bataller, Subsecretario de la Consejería de Sanidad de la Generalitat Valenciana, La Ribera, que está financiado por la Consejería sobre la base de un preacuerdo por habitante, gasta entre un 20% y un 25% menos que instituciones comparables gestionadas por el sector público. Bataller afirma que las mejoras operacionales, como la digitalización de los registros médicos y la obtención de suministros sobre la base de procesos de licitación y no de relaciones establecidas, son una de las principales causas de ese ahorro, pero la región valenciana también se ve beneficiada por la seriedad del enfoque adoptado por el consorcio Adeslas con respecto a la inversión en salud.
"No creo que ninguna de las empresas que se mete en las concesiones administrativas se enriquezca, porque aquí tenemos una obligación de invertir prácticamente todo lo que se gana", dice Marín. De hecho, en el contrato de Alzira se establece que los beneficios generados por el hospital se limitarán a un 7,5% anual, y toda cantidad por encima de ese porcentaje ha de ser reinvertida. Esa cifra está algo por debajo del 8% del rendimiento de los activos que Feachern considera habitual y aceptable para los asociados privados de una alianza de inversión públicoprivada, pero muy por encima del 1,6% de beneficios que, según Marín, obtiene el consorcio de Alzira. Marín afirma que el consorcio no ha conseguido nunca más de eso, ya que el resto se ha invertido en proyectos locales, incluidos nuevos centros de salud y mejoras del propio hospital. Cabe preguntarse si al consorcio no le interesan los beneficios. Marín explica que Adeslas consigue un "beneficio intangible" gracias a la buena publicidad de su modelo de negocios, cuando la gente sabe "que un servicio privado puede prestar un servicio público o gestionar un servicio público". También espera que su modelo se adopte en otros lugares de España.
Otro reto crucial para la alianza de inversión públicoprivada de Alzira es la gestión de los trabajadores del hospital, de los cuales el 27% son funcionarios procedentes del anterior sistema de atención sanitaria administrado por el sector público y el 73% restante pertenece al sector privado. El personal trabaja, pues, con arreglo a dos regímenes con condiciones distintas y, según Marín, "conviven perfectamente", pero está claro que uno de los retos con que se enfrenta a diario el hospital consiste en mantener a todo el mundo contento, sobre todo a los trabajadores del sector privado, que consideran que están en situación de desventaja con respecto a sus compañeros del sector público. Ése es el caso de Pedro Durán, un médico que trabaja para el consorcio en el servicio de urgencias del Hospital La Ribera y es representante del Sindicato de Médicos de Asistencia Pública, un sindicato local.
Durán piensa que la tan cacareada eficiencia en función de los costos de La Ribera tiene un precio. Afirma, respaldando su argumento con algunas cifras suyas, que "cuando esta empresa nos dice que es eficiente un 25% más que el resto de hospitales, ¿en qué está pivotando la eficiencia? Pues en menores salarios, en menos personal y en más horas de trabajo". También dice que un estudio realizado por los sindicatos del personal puso de manifiesto que el hospital necesitaba 258 trabajadores más de todas las categorías, aparte de los 1000 con que ya contaba. La falta de personal se hace sentir más por la constante afluencia de pacientes de otros departamentos y señala, poniendo en entredicho la estimación oficial del 10%, que el sindicato calcula que esa cifra se sitúa más bien entre un 20% y un 25% de todos los pacientes de La Ribera. El estrés provocado por la falta de personal, la insuficiente remuneración y las condiciones de trabajo ha hecho que dimitan 40 médicos de un total de 400 desde 2007. Durán añade: "Yo creo que esto no pasa en ningún otro hospital de España".

Una trabajadora de la salud examina a un bebé en el Hospital de La Ribera
Cortesía del Hospital de La Ribera
Una trabajadora de la salud examina a un bebé en el Hospital de La Ribera.

Marín no está de acuerdo con esa cifra y señala que el número de médicos que se ha marchado se sitúa más bien en torno a los 20, y que ello se debe a la escasez general de médicos en España, que da al sector "cierta movilidad". Según Marín, "la movilidad de médicos no es mayor que la de cualquier otro hospital nacional. Prueba del buen clima laboral del hospital es que el índice de absentismo del departamento de salud de la Ribera es de un 2,50%, muy por debajo de cualquier hospital público de España y de cualquier empresa de esta envergadura".
Quizá sea inevitable que un modelo en que los intereses públicos y privados están tan en contacto dé lugar a este tipo de críticas, al igual que la combinación de política y negocios incomoda a algunos por la posibilidad de que haya corrupción. Tanto el Global Health Group, como Feachern y Jean Perrot, del Departamento de Financiación de los Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), subrayan la importancia de que haya un control independiente de las alianzas de inversión públicoprivada para conservar la confianza del público.
Desde que se puso en marcha en la Comunidad Valenciana, el modelo de alianza de inversión públicoprivada se ha adoptado y se está poniendo a prueba en otras partes del mundo, por ejemplo, en Lesotho y en el territorio británico de ultramar de las Islas Turcas y Caicos. Sin embargo, Jean Perrot, de la OMS, se siente más escéptico con respecto a las posibilidades de que el modelo funcione en los países en desarrollo. Señala que "las administraciones públicas no tienen la capacidad técnica para establecer esos complejos sistemas y llevar un seguimiento de sus progresos", y añade que los consorcios privados tampoco están precisamente haciendo cola para lanzarse a esa aventura.
A pesar de esas cuestiones, Feachem está muy interesado en que el modelo de alianza de inversión públicoprivada se pruebe en otros lugares, sobre todo en los países que considera que tienen potencial para introducir mejoras rápidas en la infraestructura y donde el ciudadano ordinario tiene acceso a servicios de gran calidad. ■
WHO.org

domingo, enero 24, 2010

Los avances de la Salud y los retos para la nueva década OMS





Doy las gracias a todos los aquí presentes por honrar la memoria de nuestro finado colega, el doctor Q. A. Ali, quien fuera Ministro de Salud de Somalia. Esta tragedia nos afecta también de otra manera. La bomba estalló durante la ceremonia de graduación de una facultad de medicina en Mogadiscio. Junto con las vidas arrebatadas, desaparecieron también seis años de formación médica. La OMS ha venido apoyando a esa facultad y lo seguirá haciendo.
Sé que interpreto su sentir al expresar nuestras más sinceras condolencias al pueblo de Haití y nuestra gratitud a todos cuantos se han apresurado a prestar ayuda. En este momento no hay estimaciones fiables de las vidas perdidas, pero ha habido por lo menos 50 000 muertos y el número sigue aumentando. Este desastre es ya uno de los más devastadores y difíciles desde el punto de vista logístico en la historia reciente. Estamos constatando las dificultades que surgen cuando un desastre azota un lugar donde la situación de la salud pública era ya antes desastrosa.
En Haití estaban presentes muchos de los problemas que intentamos prevenir después de un desastre, como las enfermedades relacionadas con unos sistemas deficientes de abastecimiento de agua y saneamiento; una baja cobertura de vacunación; desnutrición generalizada; brotes de enfermedades infecciosas; una elevada prevalencia de infección por el VIH y sida asociada con tuberculosis; y una distribución errática de medicamentos y asistencia.
Los daños casi increíbles sufridos por la infraestructura alcanzan a los hospitales y centros de salud. Los locales de la OMS resultaron dañados pero estamos funcionando. Sobre el terreno se encuentra ahora mismo un equipo de especialistas de la OPS/OMS que está encabezando la respuesta sanitaria al terremoto.
Las prioridades principales son determinar la índole y magnitud de las necesidades sanitarias de emergencia, tratar a los lesionados, recuperar los cadáveres e implantar la vigilancia de enfermedades infecciosas. Los ofrecimientos de ayuda siguen menudeando, pero esa ayuda se ha de hacer coincidir estrechamente con las necesidades sanitarias de urgencia y ha de estar rigurosamente coordinada, y eso es parte de la labor de la OMS. Hay toda clase de motivos para estar preocupados por la salud de los supervivientes.
Hacer seguros los hospitales en situaciones de emergencia fue el tema del Día Mundial de la Salud del año pasado. Un aspecto es evidente: la vulnerabilidad de las poblaciones aumenta enormemente cuando la infraestructura ya está debilitada. Esa estrecha relación entre una infraestructura y capacidad precarias y la vulnerabilidad de las poblaciones se observa también en muchas otras esferas de la salud pública.
Señoras y señores:
Acaba de empezar la segunda década del siglo XXI y solo faltan cinco años para 2015. En el orden del día que tienen ante ustedes figura un informe sobre los progresos logrados en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionados con la salud.
En varios otros informes se describen las actividades que están contribuyendo al logro de dichos objetivos o se señalan dificultades especiales que habrá que allanar. Como se señala en esos informes, en cada país los progresos alcanzan su nivel más alto entre los grupos de población acomodados. Pero no estamos haciendo lo suficiente para mejorar la vida de los más vulnerables ni de los más pobres entre los pobres.
A nivel internacional, el panorama es contradictorio y la Región de África tiene que seguir siendo motivo de especial preocupación. No obstante, en todas partes hallamos ejemplos resplandecientes y estimulantes de buenos resultados.
Algunos de esos ejemplos corresponden a tendencias generales. A fines del año pasado, la OMS y otros organismos publicaron informes importantes sobre las tendencias de la infección por el VIH y el sida, la tuberculosis, el paludismo, las vacunas y la inmunización y la salud infantil.
Sé que están al tanto de las tendencias positivas en estas esferas. A veces los progresos son frágiles pues se ven amenazados por factores que van desde la farmacorresistencia hasta la incertidumbre de la financiación futura. Pero las tendencias son categóricamente positivas. Si bien debemos ser cautelosos en nuestro optimismo con respecto al paludismo, es la primera vez en varias décadas que tenemos buenas noticias. Esto también es un progreso.
Podemos enorgullecernos de que nunca haya flaqueado el impulso por alcanzar compromisos sanitarios en materia de salud, incluso en una época de muchas crisis de alcance mundial en diversos frentes.
Aparte de estas tendencias generales, en los informes preparados para esta reunión se mencionan muchos indicadores de progresos específicos. La administración de suplementos de vitamina A se ha implantado como una medida salvadora de vidas en 66 de 68 países con una elevada carga de mortalidad infantil. Desde el año 2000, las muertes por sarampión han disminuido un 78%. En el informe sobre este punto se llega a una conclusión: la erradicación del sarampión es una meta factible. Si queremos, podemos conseguirlo.
En 2007, el 98% de los casos notificados de tuberculosis eran diagnosticados y tratados por los programas DOTS. Los patrones de crecimiento infantil de la OMS han sido adoptados por más de 100 países, lo que a su vez ha propiciado un aumento de la inversión en los programas concebidos para reducir la desnutrición, pero también para atacar el problema creciente de la obesidad infantil. Como suelo decir, lo que se mide se puede hacer.
Cuando casi cerramos la primera década del siglo, estamos viendo signos de que la ayuda para el desarrollo sanitario puede reportar resultados sólidos. Lo que es igualmente importante, gracias al impulso por lograr un número reducido de objetivos sanitarios en un plazo determinado se están poniendo al descubierto problemas fundamentales pero también se están hallando soluciones que benefician a la salud pública en general.
Estamos avanzando, como lo demuestran los informes que les hemos presentado. Tenemos que seguir fijando metas cada vez más ambiciosas para un número cada vez mayor de personas.
Señoras y señores:
Para mí, la mejor noticia de este periodo ha sido que la gripe pandémica que durante tanto tiempo habíamos estado temiendo ha tenido efectos moderados. Si la pandemia hubiese seguido otro curso, el orden del día de la presente reunión sería muy diferente. Si el virus hubiese mutado a una forma más virulenta, no estaríamos hablando de adelantos. Estaríamos parados en el mismo punto o afrontando graves retrocesos.
Hemos tenido suerte desde el surgimiento del nuevo virus gripal H1N1, y la suerte nos ha durado hasta hoy. El virus se propagó inicialmente en países que tienen buenos sistemas de vigilancia. La honradez y celeridad de los informes iniciales establecieron la pauta de la respuesta internacional.
El virus no mutó a una forma más virulenta. La resistencia al oseltamivir no se generalizó. La vacuna ha resultado segura y se corresponde muy fielmente con el virus circulante. Las cosas podrían haber salido mal en cualquiera de estos aspectos.
Tuvimos suerte también en otras esferas. Esta es la primera pandemia que ocurre desde la revolución de las comunicaciones y la tecnología de la información. Por vez primera en la historia, la comunidad internacional ha podido observar el desarrollo de una pandemia y seguir su evolución al instante.
Cabe destacar la cantidad de datos recopilados desde abril del año pasado y el número de informes de investigación y estudios que se han publicado. Este rápido acopio de información ha permitido a la OMS emitir directrices de tratamiento, seguir las características de la epidemia y vigilar estrechamente las mutaciones, en particular las que confieren resistencia a los medicamentos antivíricos.
Cuando se escriba la historia de esta pandemia, creo que la rapidez de las medidas adoptadas por los gobiernos para proteger a sus poblaciones obtendrá la nota más alta. A pesar de que las salas de urgencias y las unidades de cuidados intensivos han tenido que sobrellevar una carga onerosa, casi todos los sistemas sanitarios han sabido afrontar el problema. Permítanme que rinda homenaje a todo el personal sanitario que ha trabajado infatigablemente para asistir a los enfermos.
La pauta de notificación rápida y transparente fijada en un principio se mantuvo, y el intercambio de información, apoyo de diagnóstico, kits de pruebas y virus ha sido encomiablemente generoso. Hasta la fecha, se han enviado a la red de laboratorios de la OMS más de 23 000 muestras de virus y de otro tipo para su análisis.
Cuando se presenta una emergencia de salud pública, los funcionarios a cargo deben tomar decisiones urgentes y a menudo de vastas repercusiones en una atmósfera de considerable incertidumbre científica. Dado nuestro deber de salvaguardar la salud pública, los funcionarios que han de responder a esa situación tienden a errar por el lado de la precaución. Estoy segura de que todos preferimos enfrentarnos a una pandemia moderada con un amplio suministro de vacunas antes que a una pandemia grave con suministros insuficientes de vacuna.
La pandemia se está aplacando en algunos países del hemisferio boreal que cuentan con buenos sistemas de vigilancia. Es posible que lo peor ya haya pasado. Pero sería imprudente que se extrajeran conclusiones definitivas antes de abril, que es cuando normalmente acaba la temporada de gripe. Aún nos queda una buena parte del invierno por delante.
Además, no podemos predecir lo que sucederá más adelante este año, cuando en el hemisferio austral empiece la temporada de gripe y el virus se vuelva más transmisible.
Los datos de la mayor parte de África son escasos. Nos preocupa que algunos países de la parte occidental del continente sigan siendo vulnerables a oleadas de transmisión intensas. No estamos seguros, pero mantenemos una prudente vigilancia.
La dinámica de una pandemia de gripe depende de la vulnerabilidad de la población a la infección por el nuevo virus. Este es el factor decisivo. ¿Quedan suficientes personas vulnerables para sostener más oleadas de transmisión en la comunidad? En este momento sencillamente carecemos de datos suficientes para responder esta pregunta con certeza. No obstante, se están realizando estudios al respecto.
Podemos calcular el grado de inmunidad logrado mediante la vacunación. Pero es más difícil saber cuánta inmunidad natural se ha adquirido por haber padecido la infección, especialmente porque en la mayoría de las personas la enfermedad es muy leve. Algunas infecciones no causaron síntomas, y las encuestas rápidas de cuadros gripales no las detectarán.
En resumen: creo que lo que la mayoría de los países está haciendo - es decir, exhortar a la población a vacunarse - es la opción más prudente desde el punto de vista de la salud pública. Cada país tiene que evaluar su situación epidemiológica y las necesidades e inquietudes de sus ciudadanos. Con relación a los países en desarrollo preocupados por la falta de acceso a las vacunas antipandémicas, la OMS está potenciando su programa de donaciones.
Esta pandemia también ha representado el primer gran desafío para el Reglamento Sanitario Internacional (2005), que ha dotado al mundo de una forma de responder de manera ordenada y respetando una serie de normas. Con pocas excepciones, los trastornos sociales y económicos han sido mucho menos importantes de lo que se temía. Otro punto a favor del Reglamento es su sistema de contrapesos y salvaguardias que impiden que nadie, incluida yo misma, ostente un poder sin trabas.
Si bien el virus no nos ha deparado hasta ahora malas sorpresas, estas han aparecido en otros frentes. Habíamos previsto dificultades para producir vacunas suficientes con la rapidez necesaria, pero no fue así. Lo que no previmos es que la gente decidiría no vacunarse.
Mencioné antes la revolución de las comunicaciones y la tecnología de la información. En el mundo de hoy, las personas pueden consultar una amplia variedad de fuentes de información. Pueden también decidir en qué información confiar y actuar en consecuencia.
Los días en que los funcionarios de salud podían emitir consejos, basándose en los mejores datos médicos y científicos, y esperar que la población les hiciera caso podrían estar llegando a su fin. Tal vez ya no baste con decir que una vacuna es segura, que una prueba satisface todas las normas reglamentarias o que un riesgo es real.
En mi opinión, este es un nuevo problema de comunicación que tenemos que afrontar. Como puede verse por los temas del orden del día, persuadir a las personas a que adopten comportamientos saludables es uno de los grandes retos de la salud pública.
Por lo que hace al manejo de las percepciones del público, parte del problema estriba en la gran diferencia entre lo que se había previsto, tras observar durante mucho tiempo la evolución de un virus tan letal como el H5N1, y lo que por fortuna ha acabado sucediendo. Se temía un panorama semejante a la pandemia de 1918, pero lo que ha sucedido en realidad recuerda más bien a las pandemias de 1957 o 1968.
Permítanme formular una advertencia. Habrá que esperar uno o dos años una vez extinguida la pandemia para poder estimar de forma fidedigna el número de defunciones y la tasa de mortalidad de esta gripe.
Antes de pasar a otro tema quisiera tranquilizarlos en un aspecto importante. Esta ha sido la pandemia más vigilada y sometida a escrutinio de la historia. Como resultado, tendremos un gran acervo de nuevos conocimientos. Pero es natural que toda decisión o medida adoptada en respuesta sea también escrutada de forma minuciosa.
La OMS puede resistir semejante escrutinio.
Señoras y señores:
He iniciado estas palabras con varios ejemplos de los progresos realizados. Veamos ahora algunos de los problemas que van a abordar en esta reunión. Pese a la diversidad de materias, los problemas, los principales obstáculos para seguir avanzando, son sorprendentemente los mismos.
La financiación requerida para mantener los progresos es precaria, aún más si se trata de expandirlos. La escasez de médicos, enfermeras y demás personal necesario para atender a la población se cifra en millones.
Los países carecen de capacidad básica de laboratorio. En los hospitales son frecuentes las prácticas inseguras, que favorecen entre otras cosas la propagación de las hepatitis virales. Los suministros de sangre también son inseguros, de mala calidad o insuficientes.
Los países carecen del apoyo esencial de unos órganos reguladores y de vigilancia del cumplimiento de las normas. Carecen de sistemas fiables de acopio de datos y gestión de la información. Y esos cimientos son imprescindibles para establecer prioridades nacionales y vigilar los progresos.
Los servicios de salud del sector público se ven lastrados por problemas de agotamiento de existencias, por las malas condiciones de trabajo y por la falta de personal. En el sector privado, el precio de los medicamentos genéricos es como media un 600% superior al precio de referencia internacional. No es un panorama atractivo, pero es la realidad. Eso es lo que significa una capacidad insuficiente, también en términos de costos.
La ejecución de intervenciones como son la vacunación o la administración de medicamentos, preservativos, mosquiteros y vitaminas reduce claramente la mortalidad, a veces muy rápidamente. Pero eso no es suficiente, y eso es algo que sus informes resaltan de modo convincente.
Nos hallamos ante un dilema, los Objetivos de Desarrollo del Milenio se han fijado unos resultados y unos plazos para conseguirlos, y han impulsado sin duda muchos avances. Los donantes están impacientes, pero la creación de capacidad es algo que requiere tiempo.
Señoras y señores:
La semana pasada convoqué una reunión consultiva informal de expertos para que analizaran la futura financiación de la OMS. Los participantes examinaron las necesidades de financiación considerando al mismo tiempo muy abiertamente las funciones peculiares de la OMS, así como sus ventajas comparativas en ese concurrido terreno que es hoy la salud pública.
Estamos empezando a conocer con más detalle qué esperan los países de la OMS, qué tipo de tareas hace bien la OMS, cuáles sólo ella puede hacerlas, y cuáles es mejor que las hagan otros. Esto, a su vez, podría orientar las futuras decisiones de financiación.
Se distribuirá entre todos los Estados Miembros un informe de la reunión, que se pondrá a disposición del público para su consulta a través de la web. Está previsto presentar al Consejo antes de un año un documento que recoja los resultados de esa consulta.
La gobernanza mundial de la salud pública fue objeto de discusión durante la reunión. Muchos de los puntos de su orden del día abordan amenazas transnacionales o aluden a problemas que es preferible gestionar a nivel internacional.
Así ocurre con la salud pública, la innovación y la propiedad intelectual, y con el código de prácticas para la contratación internacional de personal sanitario. Así ocurre también con el punto sobre las enfermedades no transmisibles, que incluye recomendaciones sobre la comercialización de alimentos y de bebidas no alcohólicas para los niños. Se estima que hay en el mundo unos 44 millones de niños en edad preescolar con sobrepeso u obesos. Tenemos que tomar medidas.
Así ocurre con el uso nocivo del alcohol. El informe presentado documenta una amplia y alarmante diversidad de daños, y les ofrece a ustedes un abanico de opciones de política y medidas de intervención, algunas de carácter normativo. Con la industrialización de la producción de alimentos y la globalización de su comercialización, las actividades tendentes a garantizar su inocuidad adquieren también una dimensión internacional.
Sé muy bien que han venido aquí con diversas opiniones sobre estos temas. No es fácil acordar el camino a seguir, porque confluyen aquí algunos aspectos económicos de gran relevancia, amenazas muy serias para la salud pública, y muchos intereses en pugna.
Pero en mi opinión la OMS es el foro oportuno para esos debates y el organismo adecuado para llevar adelante sus decisiones. Tengan la seguridad de que recibirán todo el apoyo de la Secretaría tanto en estas como en otras deliberaciones.
Muchas gracias.
M Chang
OMS




sábado, enero 23, 2010

La rutina en los servicios de salud.. Cuba.




Leí hace poco un artículo en el que se comparaba el caso de los pacientes muertos de frío en el hospital psiquiátrico de La Habana y los 200 fallecidos en Europa por la misma razón. Lo entiendo pero pienso que el "mal de muchos es el consuelo de los tontos".
Es verdad que eso ocurrió en aquel continente rico pero incapaz de proteger a sus ciudadanos de los azotes climatológicos. Resulta terrible que se gasten miles de millones en rescatar banqueros en quiebra, mientras los albergues para los pobres no dan a basto.
Todo es cierto, pero lo que ocurre en Europa no puede servir para justificar que en Cuba estén muriendo de frío los enfermos mentales, los que no pueden defenderse solos y muchísimas veces ni siquiera cuentan con el apoyo familiar.
Durante años el gobierno cubano mostró las imágenes dantescas del Psiquiátrico de Mazorra, que documentaban lo que habían encontrado al triunfo de la Revolución. Las contrastaban después con el modélico hospital creado por el Comandante Bernabé Ordaz.
No hace mucho, el periódico Granma aseguraba que allí se brinda una "atención esmerada a personas con trastornos mentales, bajo estricto seguimiento de patrones humanistas y de un alto rigor científico". Esta vez la realidad los desmintió de forma brutal.
No solo la prensa oficial sintió el golpe, la sociedad entera fue conmovida por los hechos. Es que nadie esperaba que esto pudiera ocurrir en Cuba, todos conocían las dificultades de los servicios de salud pero pocos sospechaban el grado real de deterioro.
En los hospitales cubanos conviven los más sofisticados equipos médicos con la mayor escasez material. Como si fueran a un campismo, los enfermos se ingresan llevándolo todo: ventilador, toallas, sabanas, almohada, jabón, pijama y comida.
Pero los pacientes "normales" tienen la ventaja de poder defenderse y cuentan además con sus familiares para "armar jaleo". Mientras que las quejas de los enfermos del psiquiátrico caen en el vacío porque, al fin y al cabo, no son más que "locos".
Tal vez alguno de ellos se quejó a sus familiares por recibir poca comida pero nadie les hizo caso. Sin embargo, según coinciden 3 testigos, solo desayunaban un té, almorzaban una pequeña merienda y a las cinco de la tarde recibían una comida liviana, la última del día.
Lo que los vecinos me cuentan parece demasiado cruel. Dicen que algunos trabajadores les quitaban la comida a los enfermos para alimentar a sus cerdos y que la leche que se vendía en el mercado negro en toda esa zona también provenía del hospital.
La falta de colchas podría no ser culpa del Ministerio de Salud porque quien tenía que repartirlas asegura que las entregó al personal del hospital y que tiene constancia de ello. ¿Cómo desaparecieron entonces y a dónde fueron a parar?
Pero el Ministerio de Salud sí es responsable por las ventanas que faltaban desde hace años y también por el caos interno que reinaba allí. No hay excusa, porque tan grave es que no supieran lo que ocurría como que estuvieran al tanto.
Los homicidas directos, los que les robaban los alimentos, los que hacían desaparecer las colchas, los que los castigaban bañándolos con mangueras de agua fría, no tienen atenuantes, como tampoco las tienen quienes lo veían y callaron.
Además, en un hecho de tal magnitud el resultado de la investigación y las sanciones tendrían que ser públicos. Los desalmados deben saber que estos enfermos van a ser protegidos por la sociedad y que quien atente contra ellos terminará en los tribunales.
Si no se llega a la raíz del problema el hecho se repetirá tarde o temprano, en otro centro de salud mental, en algún asilo de ancianos o en una clínica de discapacitados. Porque no se trata de un hecho aislado sino de la punta de un iceberg mucho mayor.
Hay anécdotas que lo dicen todo. En un curso esotérico que pasó mi esposa meses atrás, el almuerzo, las 2 meriendas y el café para los 30 participantes fueron "generosamente donados" por una de las alumnas, directora de un asilo de ancianos.
PD: En la prensa cubana no se han visto imágenes del psiquiátrico, ni entrevistas con los médicos o con familiares de las víctimas. En su lugar, la TV emite reportajes sobre el trabajo de los cooperantes cubanos atendiendo enfermos mentales... en Nicaragua, Ecuador y Bolivia.

Fernando Ravsberg

BBC.com

viernes, enero 22, 2010

Gripe A: la dimensión real de la pandemia



Fue el viernes 24 de abril de 2009 el día que se emitió la alerta de que una nueva variante del virus de la gripe, desconocida hasta entonces, estaba matando a personas en México y en el sur de Estados Unidos. Una primera estimación errónea –aunque eso se supo más tarde– de su verdadera tasa de mortalidad y el hecho de tratarse de una variante totalmente nueva fueron los ingredientes de un cóctel explosivo que hacía temer el peor de los escenarios.

Los expertos de todo el mundo vaticinaban desde hacía tiempo una inminente pandemia gripal. Sin embargo, sus ojos miraban al Extremo Oriente y no a Norteamérica. Era el virus de la gripe aviaria, que ha afectado en mayor medida a países como China, Vietnam o Indonesia, la principal preocupación de las autoridades sanitarias internacionales, que dedicaban todo su esfuerzo a contenerlo y a esperar que no pudiera transmitirse de persona a persona.

Pero a partir de aquel 24 de abril, casi toda la atención se concentró en el virus llamado inicialmente de la “gripe porcina”, luego de la “nueva gripe” y finalmente de la “gripe A(H1N1)”. Los casos se extendieron rápidamente por todo el mundo generando alarmismo entre la población. El 11 de junio la OMS elevó el nivel de alerta de la fase 5 a la fase 6, lo que significaba la declaración oficial de la pandemia.

Afortunadamente, en aquel momento ya se había visto que el virus A(H1N1) no era tan mortífero como se había estimado en un primer instante. En la gran mayoría de casos, la infección cursaba con síntomas leves y muchos afectados ni siquiera habían optado por ir al médico. Los epidemiólogos comprobaron que la auténtica tasa de letalidad era incluso inferior a la de la gripe estacional que nos visita cada invierno.

Los datos de España revelan que mueren por gripe A solamente entre 15 y 20 personas de cada 100.000 que la contraen. A lo largo de todo el año 2009, la cifra de víctimas mortales en todo el mundo, según datos de la OMS, se sitúa sobre las 10.000 y en nuestro país no ha superado las 300.

El paso de los meses fue confirmando que la gripe A no era tan temible. Mientras el verano transcurría en el hemisferio norte, los expertos analizaban la evolución de la pandemia en países como Argentina, Chile o Australia, que cuentan con sistemas sanitarios más o menos parecidos al nuestro y donde la temporada gripal estaba en pleno apogeo. Esas observaciones resultaron tranquilizadoras, pues en el hemisferio sur el virus pandémico no dio demasiados problemas y fue más benigno que el de la gripe habitual de cada año.

Del negro al blanco

El problema es que la angustia que se había creado entre la población era difícil de aplacar. Un par de estudios presentados en el I Congreso Internacional Latino de Comunicación Social, celebrado en la Universidad de La Laguna (Tenerife), mostraron que la prensa española dio un enfoque “alarmista” y “sensacionalista” a las noticias sobre la gripe A, especialmente en las primeras semanas, lo que contribuyó a extender un pánico infundado entre la población. En los meses posteriores los medios informaban de todas y cada una de las muertes por gripe A que se producían en nuestro país, casi con nombres y apellidos, dando referencia de enfermedades de base, edad, sexo y procedencia. El tratamiento informativo fue sin duda desproporcionado y profundizaba en detalles hasta cierto punto morbosos que no ayudaban en nada. Ante esta situación, organismos como la OMS y el Ministerio de Sanidad, que emitían a diario un informe de situación contabilizando casos y defunciones, consideraron que conceder excesivo protagonismo a la enfermedad era contraproducente de cara a los ciudadanos y esos informes pasaron a ser semanales y parcos en detalles.

Es necesario recordar que hacia finales de verano, cuando las autoridades sanitarias discutían cuáles serían los grupos de personas a los que se recomendaría la vacuna cuando estuviera disponible, desde maestros a taxistas exigían estar entre los futuros vacunados. Finalmente, la estrategia de vacunación definitiva de las autoridades incluye a las personas con enfermedades crónicas –enfermos cardíacos, respiratorios, inmunodeprimidos, obesos, diabéticos, etc.–, embarazadas, trabajadores sanitarios y personal de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, Protección Civil y Bomberos. Los niños quedaban excluidos a no ser que presentaran enfermedades de base, no como en Estados Unidos, donde fueron los primeros en ser inmunizados.

El caso curioso que se ha producido en nuestro país –y lo mismo en otros de nuestro entorno- es que la opinión sobre la gripe A pasó del negro al blanco sin tener en cuenta ninguna gama de grises. Los mensajes de tranquilidad desde las administraciones, mostrando que la gripe A es menos grave y mortífera que la gripe normal, fueron calando en la ciudadanía. Los medios de comunicación comprendieron que no era conveniente –y había dejado de interesar– hacer una noticia de cada fallecimiento. Por lo tanto, subieron al carro del llamamiento a la tranquilidad y el nuevo mensaje fue banalizar la importancia de la gripe A.

Si a esos factores se añade la aparición en los medios y en internet de voces contrarias a la vacunación, lo que se ha conseguido ha sido probablemente una mayor confusión. Gente que exigía ser vacunada para prevenir una enfermedad potencialmente mortal a los pocos meses rechazaría la opción de inmunizarse al considerar que la gripe A carece de importancia y que la seguridad de la vacuna está cuestionada.

Más aún si uno leía a principios de septiembre que el 55,4% de los médicos de familia no tenían intención de vacunarse, a pesar de encontrarse entre los profesionales en los que se recomendaba la inmunización. Falta de confianza en una vacuna desarrollada demasiado de prisa y el mayor conocimiento de que la enfermedad provoca complicaciones graves en muy pocos casos se encontraban entre las razones que esgrimían los médicos encuestados por la SEMERGEN, que fue la sociedad científica que difundió el dato, al mismo tiempo que subrayaba que la supuesta falta de confianza en la vacuna no estaba en absoluto justificada y aconsejaba a los profesionales sanitarios la necesidad de protegerse frente a la gripe A: “Es preciso garantizar que el sistema sanitario funcione con normalidad y se evite un posible contagio a pacientes con patologías graves”, citaba la SEMERGEN en un comunicado.

Cuando la vacuna contra la gripe A ya estuvo disponible en España el 16 de noviembre, buena parte de los españoles a los que se recomendaba vacunarse decidieron no hacerlo. No todos, evidentemente. A principios de diciembre ya se habían vacunado en nuestro país un millón de personas, principalmente los enfermos crónicos. Pero esa cifra solamente representaba un 12% de los grupos de riesgo. En cuanto a médicos y personal de enfermería, se espera que se inmunice un porcentaje similar al que lo hace cada año frente a la gripe estacional, alrededor de un 25%.

Encuesta del Consejo General de Enfermería

¿Pero cuál es la percepción que tiene la población española de la gripe A? El Observatorio Sanitario del Consejo General de Enfermería realizó a finales de noviembre a una encuesta a 500 personas de diversos puntos de la geografía nacional, un trabajo que permite tener una visión aproximada de lo que pensaban los españoles a los pocos días de que se comenzara a administrar la vacuna.

Entre los datos más relevantes hay que señalar que el 53,4% de los participantes opinó que la gripe A es una enfermedad leve o muy leve, mientras que el 36% la consideró grave o muy grave. A pesar de ese último dato, es revelador que el 86,4% de los encuestados declara sentirse poco o nada preocupado, frente a sólo el 13,2%, que manifiesta estar bastante o muy preocupado. Es cierto que el nivel de preocupación es mayor entre las personas incluidas en grupos de riesgo, ya que así lo afirma el 33,1% de ellas, frente a sólo el 9,9% de los individuos no integrados en esos grupos. En el momento de hacerse la encuesta solamente el 7,1% de los participantes se había vacunado contra la gripe A.

En este contexto, uno de los datos más importantes que ofrece este estudio es que el 86,4% de los que no se habían vacunado no tenía intención de hacerlo. Globalmente, el porcentaje que se ha vacunado o piensa vacunarse se sitúa en nuestro país en el 19,73%. Como cabía esperar, esa cifra es mayor entre las personas incluidas en los grupos de riesgo (52,6%) que en el resto (14,2%), aunque debería ser motivo de reflexión que casi la mitad de los individuos a los que se recomienda la inmunización no tengan intención de protegerse.

Finalmente, otro dato interesante de la encuesta es que el 71,2% de los entrevistados percibe que médicos y enfermeros únicamente están recomendando la vacuna a los grupos de riesgo. Únicamente el 6% cree que se aconseja a toda la población, un 6,1% piensa que se recomienda sólo en casos excepcionales y un 7,3% declara que no se está recomendando la vacuna a nadie.

Todos estos datos nos ofrecen un panorama distinto al que cabía esperar hace medio año, pues aunque la recomendación de la vacuna se ha delimitado a las personas con mayor riesgo de complicaciones en caso de contraer la gripe A y a otras que por su profesión conviene que estén inmunizadas para no expandirla, en ningún caso la cobertura será alta. De generar alarma, la enfermedad ha pasado a dejar de preocupar a la mayoría.

Para Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermería, “es necesario que hagamos llegar a la población de riesgo la percepción de que afrontar la gripe A con una enfermedad crónica supone un peligro real que no podemos subestimar”.

Lo ideal sería buscar el equilibrio en la información que llega a los ciudadanos. La gripe A no es un resfriado común. Aunque es menos letal de lo que podía temerse, es capaz de matar, y no únicamente a personas con enfermedades previas. En el mundo, casi el 40% de las muertes se producen en individuos sin patologías, tal como han mostrado algunos estudios. Por lo tanto, aunque las probabilidades de contraer una gripe A grave y con complicaciones sean muy pocas, no está de más que se asuman las medidas preventivas que brindan las autoridades sanitarias. El mensaje del Ministerio de Sanidad es bien claro al respecto: “Hay que seguir en guardia y deben vacunarse las personas que están en riesgo”.

Mutaciones, un nuevo actor en escena

En noviembre entró otro actor en escena, las mutaciones del virus A(H1N1). La alerta saltó en Noruega, donde se detectó una alteración en el virus que habían contraído tres personas. Dos habían fallecido y la tercera se encontraba grave. Desde entonces se han notificado mutaciones en diversos países, noticias cuyo tratamiento informativo requiere también mucho cuidado para no crear de nuevo una alarma injustificada en la población.

Para el Dr. Benito Almirante, jefe de Sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Vall d’Hebron, de Barcelona, “cualquier modifi- cación de la estructura genética de un agente infectivo humano comporta un motivo añadido de preocupación sobre su papel como patógeno y sobre las consecuencias que pueda condicionar en la respuesta a las terapias convencionales. Hasta el momento –añade–, las mutaciones detectadas en el virus de la gripe pandémica afectan a determinados aminoácidos de las proteínas de su pared que, en ocasiones, pueden ser responsables de la pérdida de eficacia de alguno de los antivirales más utilizados, concretamente del oseltamivir”.

Sin embargo, esas mutaciones no significan, al menos de momento, que la gripe A sea más grave o mortal. “Todavía no se ha demostrado que la existencia de los virus portadores de alguna de estas mutaciones tengan una mayor capacidad virulenta –dice el Dr. Almirante, aunque se conoce con exactitud que, debido a la falta de respuesta a alguno de los antivirales, pueden ser causa de una infección de mayor duración, tanto en los síntomas clínicos como en la eliminación de virus a través de las vías respiratorias. La repercusión directa sobre la mortalidad aún no ha sido comprobada”.

Siguiendo con el tema de las mutaciones, este especialista opina que “los sistemas más adecuados para hacer frente a esta problemática, por otro lado habitual en el caso de los virus gripales en su conjunto, son: realizar una vigilancia epidemiológica sistemática de su aparición, según las recomendaciones de la OMS; utilizar de forma adecuada los antivirales en las situaciones clínicas en las que estén indicados y, por último, favorecer y promocionar el uso de la vacunación específica en las poblaciones de riesgo”.

LAS GRANDES PANDEMIAS DEL SIGLO XX

1918. La mal llamada gripe española, puesto que se originó en estados Unidos, fue la más mortífera de la historia. Los desplazamientos de tropas por todo el planeta a causa de la Primera Guerra mundial favorecieron la difusión de la epidemia cuyos primeros casos se detectaron en marzo de aquel año. La primera oleada no causó mucha mortalidad, pero fue muy contagiosa. sin embargo, a partir de agosto de 1918, una segunda oleada se inició simultáneamente en Francia, estados Unidos y sierra Leona con un virus gripal que había multiplicado por diez su capacidad de matar. Aunque las cifras no están muy claras, se estima que aquella gripe pudo acabar con la vida de más de 40 millones de personas, sobre todo jóvenes de 15 a 35 años de edad. menos de un 1% de las víctimas mortales era mayor de 65 años. se calcula que casi un tercio de la población mundial contrajo aquella enfermedad, provocada por una variante del virus gripal A/H1n1.

1957-1958. La gripe asiática se desencadenó en una provincia de China, aunque los primeros brotes se detectaron en Hong Kong y en singapur. La enfermedad se extendió por todo el mundo en la primavera de 1957. el virus era una variante H2n2 que resultó ser bastante menos agresiva que la de 1918. Además, a finales de aquella década, los países estaban mejor preparados para combatir una pandemia de gripe. La cifra de víctimas mortales fue de 2 millones.

1968-1969. se la llamó gripe de Hong Kong, aunque también se originó en el sur de China y afectó al poco tiempo a la entonces colonia británica. Acabó extendiéndose por todo el planeta, pero afortunadamente la virulencia de aquella variante H3n2 fue menor que en las pandemias anteriores. Los síntomas de la enfermedad eran moderados y mató aproximadamente a un millón de personas.

Cuando la vacuna de la gripe A estuvo por fin disponible, una buena parte de los españoles a los que se recomendaba vacunarse decidieron no hacerlo

En nuestro país, la opinión sobre la gripe A pasó del negro al blanco sin tener en cuenta la gama de los grises
JANO 18 de Enero 2010

lunes, enero 18, 2010

Mexico.. nueva forma de medición de la pobreza..




En México la nueva Ley General de Desarrollo Social obliga al CONEVAL a incluir en sus mediciones de pobreza no sólo el ingreso monetario, sino factores como el rezago educativo, acceso a servicios de salud y seguridad social, calidad de la vivienda y sus servicios básicos, posibilidades de alimentación en las familias y grado de cohesión social. Se trata de una forma mucho más real de acercarse a la pobreza y a sus condiciones. Con esta nueva medición resulta que el 81% de los mexicanos son pobres, a pesar de haberse hecho antes de la crisis financiera internacional.


El Perú se apega obsesivamente a medir la reducción de la pobreza sólo sobre la base del ingreso monetario; generando la ilusión de que existiendo más dinero circulando en el país, ello signifique menos pobreza. Como bien se ha hecho México, es necesario reconocer oficialmente que la pobreza es multidimensional y el ingreso monetario acaso sea el factor menos relevante para medirla. Por otro lado, privilegiar la medición del ingreso lleva a desatender los demás factores que mantienen la pobreza. Así, la forma en que se presenta la reducción de la pobreza contribuye a mantener ésta, porque concentra la acción gubernativa en producir condiciones que beneficien la medición en dinero.

Si seguimos la medición a la peruana, que establece que hoy existirían alrededor de 39% de pobres, permaneceremos enfrascados en una manipulación anti histórica que sólo logra mantener un estado de cosas excluyente. El correlato de ello es que el país no cuenta con un horizonte de desarrollo sostenible. Ello no quiere decir que no haya más ingresos y dinero, sino que el verdadero tren que permitiría aspirar a un desarrollo social que consolide derechos para libertades, se nos pasa por delante nuevamente. Y la responsabilidad de eso recae sobre un sector político y económico que, como señala Albero Adrianzén, no gana las elecciones pero termina gobernando el país.


Esto último constituye un rasgo de ilegitimidad, que sumado a las formas y retóricas en que se conduce el país, deriva en la inviabilidad del modelo. Este modelo hábilmente ha incorporado en su fachada los alcances del desarrollo social y de las libertades, pero en la práctica está impedido de aplicarlos. Existen una serie de tabúes y amarres, cada día más evidentes, que impiden que la aspiración democrática se concrete; las libertades necesarias para lograr una democracia no se pueden aplicar en el país, debido a que es absolutamente difícil que el Estado nacional refleje coherentemente los intereses ciudadanos frente a los otros intereses en juego. Pero la disputa no sólo se da a ese nivel, sino que la despreocupación por reformar el Estado impide que las pequeñas acciones de emprendimiento social o personal, florezcan en la medida de la necesidad que el país requiere.


Hacer política sobre aspiraciones compartidas demanda superar paradigmas como el de la medición arbitraria de la pobreza, porque expresan un impedimento en sí mismo. El actual gobierno de seguro con esa medición se irá dejando la pobreza en 30%, lo cual es casi un insulto a la inteligencia. Pero más triste es que la mayoría de la comunidad académica, política y empresarial sea comparsa de ese cuento. Es tan endeble la medición de la pobreza hoy, que una persona que gana 300 soles al mes pero vive en una casa de esteras, con piso de tierra, trabajando doce horas al día, sin acceso a salud y menos a educación superior, deja de ser pobre.


La construcción de un proceso de superación de la pobreza tiene bases sobre las que iniciarse; existen elementos relevantes, dinámicas que se deben impulsar y facilitar, procesos de acumulación interna, a pesar de los gobiernos, que deben ser potenciados; y una inserción global que debe pasar de lo primario exportador al valor agregado. Pero presentar esa situación como el umbral del desarrollo, es poco serio. Incorporemos una medición real de la pobreza en nuestro debate, porque esa es la única forma de lograr que ejerzamos las libertades que requerimos para vivir adecuadamente. Y esa libertad pasa por salir del chantaje de los 229 soles al mes como superación de la pobreza. ¿Se anima el INEI a incorporar los criterios del CONEVAL?

Alexandro Saco
http://civilizacionperu.blogspot.com/

sábado, enero 16, 2010

Los cadáveres no originan epidemias.




Frente a esa terrible realidad, los medios de comunicación (incluyendo a ilustres personajes como el Sr. Leonel Fernández, Presidente de la República Dominicana) perpetúan el mito de que los cadáveres regados en calles y escombros serán el origen de terribles epidemias.
Nada más lejos de la verdad. Múltiples estudios han demostrado que la descomposición de los cadáveres no causa epidemia alguna. Una genial frase al respecto pertenece al Dr. Michael T. Osterholm, Ph.D., director del Centro de Investigación y Políticas de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota en Minneapolis. Él declaró que “lo que la gente tiene que entender es que al morir la persona, mueren también los microbios que se encuentran dentro de ella”. Dijo también que el peligro de infecciones después de un cataclismo es alto pero "no el que viene de los muertos, sino el que se origina en los vivos”. Los virus y bacterias de un ser humano no pueden sufrir una vez que este muere. La descomposición es causada por los saprofitos, bacterias que no causan enfermedades.
En otras palabras, un cataclismo “no inventa enfermedades”, en ese sentido, el decir por ejemplo que a consecuencia de la presencia de los cadáveres se van a producir casos de cólera, tifoidea, malaria o tuberculosis es simplemente producto de una completa falta de información. Si una enfermedad no esta presente en la zona afectada, ¿de dónde va a aparecer? ¿del aire? Diversos estudios han probado que la posibilidad de que se produzcan epidemias después de un desastre natural es muy baja.
Quizá este atávico miedo provenga de una antigua creencia, en la que se pensaba que las enfermedades se originaban en las “miasmas” o aires sucios. Obviamente en esa época, no se conocía acerca del origen bacteriano, viral o degenerativo de las enfermedades.
Es conveniente aclarar que si bien es cierto que los cadáveres no van a causar enfermedades, es muy importante retirarlos prontamente de las calles, básicamente por lo que representa para el olfato y la psicología de la población. Hasta un libro hay al respecto.
La gente muere más durante el terremoto que después de él, siendo interesante que en cada cataclismo se registran muchas muertes por enfermedades del corazón. Por otro lado, un aspecto que frecuentemente se olvida es el del síndrome de estrés psicológico post traumático. Por muchos años, las personas expuestas a un cataclismo quedan psicológicamente afectadas. La atención de las víctimas se agrava mucho mas cuando se ve que los doctores y enfermeras no van a trabajar, pues inmediatamente después del cataclismo se dedican obviamente a atender primero a sus familias y vecinos.
De acuerdo al Boletín Técnico titulado Consecuencias de Terremotos en la Salud Pública, del 18 de agosto de 1999, esto es lo que generalmente se observa en un terremoto:
• La mayor parte de las muertes ocurren durante el terremoto y son ocasionados por los derrumbes.
• La demanda por servicios médicos ocurre durante las primeras 24 horas después del terremoto y casi todos los casos corresponden a politraumatizados. Luego de 3 a 5 días regresa a lo normal.
• Los pacientes aparecen en dos olas, la primera de los politraumatizados; y la segunda, causada por las enfermedades diarreicas y otras infecciones causadas por la contaminación de agua y alimentos, además de las neumonías e infecciones bronquiales causados por vivir a la intemperie.
• El 85% al 95% de las víctimas son rescatadas en las primeras 48 horas.
• Los terremotos no originan enfermedades que no estaban presentes con anterioridad en la comunidad. En otras palabras, si en la comunidad no había cólera, tifoidea o malaria, esas enfermedades no aparecerán como consecuencia del terremoto.
• Las mayoría de las enfermedades que se producen después de un terremoto son consecuencia de la mala higiene del agua y de los alimentos, y de la falta de un adecuado sistema de disposición de excretas y de control de mosquitos, ratas y otros vectores de enfermedades.
AFP

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