sábado, marzo 27, 2010

La TBC un problema preocupante y persistente


La tuberculosis resistente a los medicamentos ha alcanzado niveles sin precedentes, advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En algunas zonas del mundo -afirma el organismo-, cuatro de cada diez personas con tuberculosis ya no puede ser tratadas con los antibióticos comunes.
Y agrega que los programas de salud enfrentan un enorme desafío para poder reducir las tasas de esta variantes la enfermedad.
La tuberculosis (TB) es una afección que, cada año, causa más de nueve millones de casos cada año en el mundo y cerca de dos millones de muertes.
Pero lo que preocupa a los expertos actualmente es la nueva forma de la enfermedad llamada tuberculosis multirresistente a los medicamentos (o MDR).
La MDR es provocada por una bacteria que es resistente a los dos tratamientos más efectivos que existen actualmente para tratar la afección.

Sin precedentes

Según el informe de la OMS, en 2008 se registraron 440.000 casos de tuberculosis MDR y la tercera parte de estos pacientes murieron.
También circula en el mundo una forma de la enfermedad llamada tuberculosis ultrarresistente (o XDR), causada por una bacteria resistente no sólo a los medicamentos de primera línea sino también a los de reserva y que es casi siempre letal.
"Estamos documentando por primera vez el nivel más alto de MDR que se ha registrado en el mundo", dijo a BBC Mundo el doctor Matteo Zignol, experto en tuberculosis de la OMS y uno de los autores del informe.
Perú, que es el país del continente con la incidencia más alta de tuberculosis, también tiene el nivel más alto de MDR
Dr. Matteo Zignol
"Hablamos de regiones en las que una de cada cuatro personas con tuberculosis padece esta forma multirresistente de la enfermedad".
"Y lo que más nos preocupa es que en estos casos se trata de individuos que nunca habían tenido tuberculosis y que, cuando empiezan a mostrar síntomas, se los diagnostica la forma MDR".
"Esto quiere decir que la bacteria multirresistente está ya circulando en la comunidad y contagiando a pacientes", advierte el investigador.
En el pasado, lo que ocurría con frecuencia era que el paciente enfermo de tuberculosis desarrollaba la resistencia debido al abandono o mal manejo del tratamiento.

Propagación

Los expertos afirman que la MDR se está transmitiendo de la misma forma como se propaga la tuberculosis, es decir, entre personas que comparten o viven bajo un mismo techo, ya que la bacteria se propaga en el aire cuando el individuo contagiado tose o estornuda.
"No es tan transmisible como la influenza pero, para una familia, el riesgo de contagio es muy alto", dice el doctor Zignol.
Radiografía pulmonar
Muchos países carecen de tecnología para diagnosticar la enfermedad.
Según la OMS, los países más afectados con la MDR son China e India, donde se calcula que ocurre el 50% de los casos de la enfermedad.
Aunque en América el problema de la MDR es menos grave que en otras regiones del mundo, la OMS dice que 20 de los 35 países del continente han reportado casos de tuberculosis MDR.
"Por ejemplo Perú, que es el país del continente con la incidencia más alta de tuberculosis, también tiene el nivel más alto de MDR", afirma el doctor Zignol.
"Se calcula que cerca de 6% de los nuevos casos de tuberculosis en Perú son pacientes con la forma MDR de la enfermedad. Pero hay otros países de la región, como Ecuador y República Dominicana, donde la situación debe considerarse seria", agrega.
La OMS cree, sin embargo, que sólo el 7% de los pacientes con la MDR son diagnosticados en el mundo, por lo que se necesita con urgencia mejorar los métodos de diagnóstico y tratamiento.

Diagnóstico

Actualmente muchos países no cuentan con la tecnología necesaria para diagnosticar la enfermedad en dos días y puede tomar hasta cuatro meses consegurilo.
Pero lo peor -dice la OMS- es la falta de nuevas terapias efectivas contra la enfermedad, ya que las actuales terapias para la MDR son muy largas y costosas.
Se necesitan fondos para investigación y desarrollo de tratamientos
Dr. M. Zignol
"El tratamiento actual contra la MDR dura dos años y es una combinación de fármacos altamente tóxica", explica Zignol.
"Y para la forma XDR ya no quedan opciones para tratarla, por lo cual casi siempre es letal".
En este momento se están probando dos nuevos medicamentos que podrían estar disponibles en dos o tres años. Entre tanto -afirma el experto-, las opciones para combatir la enfermedad son muy limitadas.
"Se necesitan fondos para investigación y desarrollo de tratamientos, pero mientras tanto creemos que es posible controlar la tuberculosis MDR, incluso con los fármacos actuales, si se ponen en práctica medidas como el diagnóstico temprano para evitar que la gente propague la enfermedad".
"Y una vez que se diagnostica, es necesario que el paciente reciba el cóctel de fármacos actual, que aunque es tóxico y costoso, sí es capaz de curar esta forma de la enfermedad", completa el experto.
BBC.COM

viernes, marzo 26, 2010

RADIOGRAFIA DE SISTEMA DE SALUD EN FRANCIA: PRINCIPIOS Y PROBLEMAS


RADIOGRAFÍA DE SISTEMA DE SALUD EN FRANCIA: PRINCIPIOS Y PROBLEMAS

1.                  Hay en el mundo tres tipos de Sistemas de Salud (1) (conocidos y organizados en el marco de los Estados-nación) ,fuera de los que se observan en colectividades pre-modernas marcadas por la práctica tradicional de la medicina y la visión no-racional de la salud humana. Este sistema, está a cargo de tradi-practicantes o de personajes locales que cuentan con la confianza colectiva y se ejerce en el marco de conocimientos empíricos ancestrales, no monetarizados y no mercantilizados.
A menudo, como en el caso de la Medicina Tradicional china, sus fundamentos fusionan la vida humana y la naturaleza, en una suerte de "cosmogonia",cuyo centro es el ser humano...Los "traditerapeutas de nuestras alturas andinas o de las zonas andino amazónicas tienen en su concepción terapeutica, el rol "sanador" de la pachamama y de los apus (espiritus benignos que  habitan las alturas y que protegen a los humanos..Esos tres tipos de Sistemas de salud son:
a) El Sistema nacional de salud (vigente en países del hemisferio norte como Suecia, Noruega; Dinamarca, Finlandia, United Kingdom (Gran Bretaña), Irlanda, Italia, España. Parcialmente, existe también en Portugal, Grecia, Canadá, Australia, Nueva Zelandia
 b)El Sistema de seguro por enfermedad (como  el que existe en Francia, Alemania, Austria, Bélgica, Luxemburgo, Japón, Países Bajos (antes de la Reforma Dekker),algunos países de Europa central. c) Sistemas liberales de salud (como el de  USA, algunos países de Europa del este y oriental, asi como ciertos países de A.Latina).

2. No consideramos a los Hospitales militares como un "sistema de salud" sino como lo que son: entes prestatarios accesibles a los miembros de las FF.AA. y sus familias. Esto se verifica en el Perú y en los países que cuentan con estos establecimientos. 
EL Sistema de Salud en el Perú, teniendo en cuenta los criterios que definen la tipología expuesta, calza imperfectamente con los dos primeros: no tenemos ni un verdadero sistema nacional de salud ni tampoco uno que corresponda al de "seguro por enfermedad"....En todo caso se trataría de un hibrido de ambos, excluyente de amplios sectores ciudadanos y fuertemente marcado por la ineficiencia y la orientación curativo-asistencial, en desmedro de otra de tipo preventivo-promocional.
Sistema de salud en  Francia : principios y problemas (III)

_ personas con remuneración menor a 1/3 del sueldo normal de su profesión (30 % del promedio salarial anual).
_ personas incapaces de trabajar (50% del promedio de salario anual, psa).
_ personas incapaces de valerse por si mismas (50% del psa correspondiente + un aumento por la asistencia de una tercera persona (ayuda a la autonomía).

d) Seguro por fallecimiento.
e) Seguro por viudez
f) Seguro por vejez
h) Prestaciones familiares (pre-natales, número de hijos, alojamiento, discapacitados (inválidos)

i) Gratuidad de cotizaciones: obligatoria y sin costo para el asegurado que no tiene actividad profesional y que beneficia de ciertas prestaciones. "Las cotizaciones cuyo monto corresponde a la tasa acumulada de cotizaciones salariales y patronales aplicables a este riesgo, son  a cargo exclusivamente de los organismos deudores de prestaciones familiares" (1) La     Securité sociale. Georges Dorias y André Guionnet. Colección "Que sais je ?" .7ème.ed. PUF,Paris

COMENTARIO FINAL
1. Este modelo inspirado en la doctrina de protección pública del ciudadano, ejercida por el Estado del bienestar, es de corte "keynesiano" y ha sido constantemente degradado, en sus principios y sus actividades, por las políticas neoliberales de los dos últimos gobiernos franceses (Chirac y Sarkozy) . La contribución de los asegurados ha sido progresivamente aumentada, al igual que los costos de los servicios ofrecidos. Las reformas Hospitalarias -con supresión masiva de puestos de trabajo-, la conversión de la institución en una empresa regida por la lógica costo-beneficio, son solo 2 muestras.
2. La crisis doctrinaria del Sistema de salud francés es también financiera. A fines del 2004 el déficit global de la S.Social es estimado 30 mil millones de euros. Para 2020-2030 él será astronómico ( 130 mil millones de euros) en ausencia de medidas de refinanciación eficaces.

Antonio Cruz Cubas, París, Marzo 2010

jueves, marzo 25, 2010

Día Mundial de la TBC: el rol de las ONG



La tuberculosis no sólo puede prevenirse sino también, gracias a medicamentos inventados hace 50 años, curarse. Y sin embargo hoy en día, en Europa, 49 personas contraen esta enfermedad y 7 mueren de ella cada hora.
Los motivos por los cuales los países europeos no han conseguido erradicar la tuberculosis son bien conocidos: continua aparición de cepas resistentes a los medicamentos, prevalencia entre los colectivos más venerables, brusco aumento de los casos de coinfección con el sida, etc.
Las organizaciones no gubernamentales desempeñan un papel fundamental en la prevención de la tuberculosis, el tratamiento de las víctimas y la definitiva erradicación de la enfermedad, pues mantienen estrechos contactos con los principales agentes de todos los niveles – administraciones, médicos, colectivos de riesgo – y poseen una valiosa experiencia sobre el terreno.
Nuestra organización elabora y aplica proyectos de asistencia social dirigidos a personas aquejadas de tuberculosis multirresistente. Últimamente hemos trabajado en Moldavia, país que sufrió violentas conmociones sociales tras la caída de la URSS. Carlux NGO es el nombre del programa que sucede al emprendido en 1999 sobre sida y tuberculosis en las cárceles con la ayuda financiera de Caritas Luxemburgo. Nuestro objetivo es reducir las infecciones y fallecimientos por tuberculosis y sida a través de actividades de apoyo, creación de capacidades en las instituciones civiles y penitenciarias y mejora de sus condiciones de tratamiento.
Nos cabe el honor de haber recibido en 2009 el premio europeo con el que la Comisión Europea, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades y OMS Europa distinguen a las ONG en su lucha contra la tuberculosis.
Más allá de la satisfacción personal, la importancia del premio reside sobre todo en poner de manifiesto la contribución de nuestras organizaciones. Reconocer y apoyar su labor es clave para nuestros esfuerzos comunes por acabar definitivamente con la tuberculosis.
Boletín Salud-UE - Nº 47, 24 de Marzo de 2010

jueves, marzo 18, 2010

El Estado ,la ley y la salud en el Perú


Definiciones en salud
Para entender por qué la salud en el Perú es casi un privilegio, es útil perfilar las lógicas que impulsan hacia determinadas formas de viabilizar o no el ejercicio del derecho a la salud. Con el fin de facilitar el análisis nos ubicaremos en el campo de los servicios de salud y de la organización sanitaria, dejando para otro momento lo relacionado a la determinación social de la salud.
En el país existe cierta tendencia a reconocer que todos tendrían derecho a acceder a servicios de salud. Pero esa tendencia, entre otros motivos, está limitada por una contradicción constitucional. Mientras el artículo 11 señala que el Estado sólo garantiza el libre acceso a prestaciones de salud, el artículo 10 sí reconoce el derecho universal y progresivo de toda persona a la seguridad social. La seguridad social indudablemente incorpora a la salud como uno de sus alcances.
La Constitución de 1993 facilita así la implementación de una competencia en la que el mercado es el que distribuye el acceso a salud sobre la base de la capacidad adquisitiva; pero a su vez sostiene otra perspectiva amparada en la seguridad social, que según sus principios impulsa la concreción plena del derecho a la salud. Es justamente esa la discusión que el país y el salubrismo no han resuelto. Pero lo que sí es comprobable, es que el Estado, desde el régimen iniciado en 1992, ha optado por fortalecer la primera perspectiva.
Si el Estado sólo garantiza el acceso a las prestaciones de salud, en la práctica abdica de su responsabilidad frente al derecho a la salud y se focaliza en brindar atenciones a los pobres extremos y con suerte a los pobres. Para hacer eficaces sus escasos recursos, obliga a los beneficiarios de sus atenciones en salud, a demostrar su pobreza y así extenderles una identificación. Eso lleva a implementar el subsidio a la demanda a través de mecanismos de pago denominados eufemísticamente seguros públicos. Y como es obvio, estos seguros nunca serán integrales porque no se cuenta con los recursos suficientes para ello. Se profundiza así la distinción entre ciudadanos que deberían tener los mismos derechos, y se establecen paquetes de atenciones que crean situaciones que llegan a límites que vulneran la dignidad humana.
Por su lado, la perspectiva universalista e integral, plantea que el acceso a los servicios de salud no depende de la capacidad adquisitiva o condición de pobreza de las personas, sino de su condición de seres humanos. Ello hace que se promueva la exigibilidad de atenciones sanitarias, frente a lo cual el Estado debe organizarse e impulsar las reformas necesarias para brindarlas progresivamente. Si bien ello implica un mayor financiamiento, también hace evidente la necesidad de ir hacia una real reforma sanitaria justamente para facilitar ese acceso universal e integral. Esa reforma se hará más necesaria si por delante se coloca el derecho a la salud; mientras que si colocamos por delante la focalización y la siempre útil excusa de la escasez de recursos, eso lleva a que las gestiones gubernativas se satisfagan con dar salud a medias a los más pobres.
En el Perú la primera perspectiva es la que se viene desarrollando; es decir, el Estado está básicamente centrado en llevar paquetes de atención a los pobres. De esa forma, todos los demás agentes sanitarios en la práctica hacen lo que su interés inmediato requiere. No es casual así la expansión de franquicias en salud como los Hospitales de la Solidaridad, la pantalla publicitaria de EsSalud, la multiplicación de cadenas de farmacias, el crecimiento de los seguros privados restrictivos en sus atenciones, y tantos otros fenómenos que han llevado a algunos a sostener que el Perú sería un Estado fallido en lo sanitario. 
Otros creemos que no, que esta pugna por una real universalización frente a la focalización, se puede revertir. Para ello es necesario animar el debate ideológico y demostrar con datos e ideas a lo que lleva esta tendencia. Colombia, que ha sido y es el campo de experimentación del aseguramiento en salud, se encuentra en colapso sanitario. Los defensores de ese modelo señalan que el 90% de los colombianos cuenta con un seguro de salud; eso es cierto, pero lo real es que ese seguro no garantiza las atenciones ya que los ciudadanos acceden sólo a determinado plan mínimo de atenciones; además, el gobierno enfrenta el chantaje de las aseguradoras privadas que cada fin de año insisten para que se les aumente el financiamiento.
La propia ley marco de aseguramiento universal en salud promulgada hace un año, reconoce en su artículo uno, el derecho pleno y progresivo a la seguridad social en salud. Por ello el actual estado de ampliación de acceso a salud debe ser visto como un tránsito, lo más corto posible, para llegar a una universalización real, en la que no sea la propiedad o no de bienes la que defina el acceso a salud, sino la condición de ser humano. Para eso es necesario ampliar el marco de discusión y superar la estreches que el aseguramiento en salud plantea, derivando en los temas sustanciales, que son los que tienen que ver con la consolidación de derechos para el ejercicio de libertades y capacidades. En salud, ello se podrá construir únicamente desde una lógica pública; esta lógica implica que el Estado asume su responsabilidad y permite el concurso de públicos y privados en el ámbito sanitario, pero con condiciones en las que prima el derecho y no el interés.
Alexandro Saco
10 3 2010

lunes, marzo 15, 2010

Cómo funcionan los sistemas de salud en el mundo



Cómo funcionan los sistemas de salud en el mundo

Le monde diplomatique-Perú
#34 febrero 2010
por Martine Bulard*
A pesar de los avances terapéuticos y de las repetidas reformas, las desigualdades en la atención médica siguen a la orden del día, tanto entre los países como en el interior de cada nación. Numerosos factores inciden en ello: medio ambiente, alimentación y trabajo, entre otros. Pero los sistemas de salud y los modos de financiamiento también generan consecuencias.
Y aunque algunos gobiernos están descubriendo las virtudes del sistema público, el sector privado no deja de desplegar sus tentáculos.
Las debilidades del modelo estadounidense exigen revisar el sistema de
gestión privada de la salud.
De América a Asia, de África a Europa, no hay país que escape a los fuertes vientos de reforma sobre los sistemas de salud. En principio, parecería haber mil razones para alegrarse por ello. Y a juzgar por las necesidades sin atender y las pandemias aún activas, el statu quo resulta, en efecto, insostenible.
Mientras Estados Unidos, el campeón de la gestión privada, o China, que la experimentó con la pasión del converso, tratan de limitar la lógica mercantil para establecer una cobertura universal, los países ricos se fijan como objetivo principal reducir el papel del Estado y los gastos mutualizados. Asombrosa contradicción de la historia: en el preciso momento en que el modelo estadounidense, que constituye el ejemplo más acabado de la gestión privada, prueba su ineficacia, el mercado sigue siendo la brújula (aun cuando aquí o allá se promueva el retorno del Estado).
Si bien ocupa el segundo puesto mundial en gastos de salud –15,3% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2007–, Estados Unidos cae al trigésimo lugar cuando se trata de la esperanza de vida “con buena salud” (69 años) (1). Con semejantes resultados, se entiende que el presidente Barack Obama haya querido tomar el toro por las astas para intentar extender la protección al mayor número posible de personas, aun cuando los problemas no se reducen a la cobertura social. Sin embargo, nadie sabe si podrá mantener su compromiso y obtener la mayoría requerida (2).

Por el bienestar del obrero

La idea de protección social hizo su aparición en el siglo XIX, con la generalización de la revolución industrial y el nacimiento de las grandes concentraciones obreras. Mediante las sociedades de socorro mutuo primero, y su extensión a sistemas de seguridad social después –el primero de ellos fue creado por el canciller alemán Otto von Bismarck en 1883–, los dirigentes políticos y económicos tenían como objetivo garantizar una mano de obra que gozara de buena salud, capaz de resistir a unas condiciones de trabajo agotadoras. Con el tiempo, se vieron obligados a ello en la medida en que se fueron librando las luchas sociales por una mejora en las condiciones de vida.
Así, tras la Segunda Guerra Mundial nacieron diversos sistemas destinados a garantizar la cohesión social. De alguna manera, constituían dispositivos antilucha de clases. En Francia, la Asamblea Consultiva Provisoria establecía, el 5 de julio de 1945, que la seguridad social “responde a la preocupación de liberar a los trabajadores de la incertidumbre sobre el mañana (…) que genera, entre ellos, un sentimiento de inferioridad, fundamento de la distinción de clases entre los propietarios, seguros de sí mismos y de su futuro, y los trabajadores, sobre quienes pesa, en todo momento, la amenaza de la miseria” (3).
A escala planetaria fue reconocido el “derecho a la salud para todos”, y ese progreso llevó a la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948. Unos sesenta años después, a pesar de los renovados compromisos de los 194 países de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Alma-Ata, en 1978, hay mucho trecho del dicho al hecho.
La primera constatación es la de las inconmensurables desigualdades, especialmente entre las naciones. Mientras la medicina realizó progresos indiscutibles, 31 países (entre ellos Sudáfrica, Botswana y Gabón, pero también Rusia y Ucrania) vieron cómo su esperanza de vida “con buena salud” (sin mayores discapacidades) disminuía entre 1990 y 2006. África sigue siendo el furgón de cola: 29 años de esperanza de vida en Sierra Leona, 33 años en Angola, 37 años en la República Democrática del Congo (RDC)… En el otro extremo, Japón marcha a la cabeza (75 años).

Sin fatalismos ni misterios

Es cierto que las regiones donde la gente se muere tan temprano también sufren enfrentamientos internos o guerras de innumerables víctimas. Pero estas poblaciones, que no tienen atención de calidad ni en cantidad, padecen ante todo enfermedades infecciosas (paludismo, tuberculosis, enfermedades diarreicas, HIV-sida, etc.) que prosperan en la miseria y ante la falta de equipamientos sanitarios (4). No hay fatalismo ni misterio. Este tipo de afecciones, concentradas en los países del Sur (África y algunos países de Asia, como Timor Oriental, Laos, Bangladesh, Birmania y otros), se reduce con el desarrollo económico, un fenómeno que los especialistas llaman “transición epidemiológica”. En los países ricos o emergentes predominan las afecciones crónicas (cardiovasculares, respiratorias, diabetes, cáncer, etc.).
Por supuesto, estas últimas no perdonan a los países en desarrollo, donde aumentan con la aparición de las clases medias (Ghana, Gabón, Sudáfrica, Pakistán, etc.). Asimismo, algunas infecciones que ya habían desaparecido de los países desarrollados –como la tuberculosis– vuelven al centro de la escena. No obstante, el diagnóstico fundamental según el cual la riqueza del país y el nivel de los gastos sanitarios son determinantes para el alargamiento de la vida sigue siendo pertinente.
Los treinta países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que tienen la mayor longevidad, concentran el 90% de los gastos mundiales en salud, pero apenas abarcan el 20% de la población. El África subsahariana, con el 12% de la población mundial, representa menos del 1% de dichos gastos (5). Así pues, los milagros no existen. Los recursos dedicados a la salud llegan al 3,5% del PIB en Sierra Leona y al 2,1% en el Congo, mientras que superan el 8% en Japón y el 11% en Francia. Si bien el ejemplo estadounidense prueba que esos recursos no siempre están bien empleados, es cierto sin embargo que deben alcanzar un nivel suficiente como para salir de esa “fatalidad de la muerte” que no debe nada a la naturaleza y mucho a la distribución de la riqueza. Como dice el economista Amartya Sen: “Todos deberíamos poder admitir que injusticias tales como la falta de atención médica o la ausencia de medicamentos podrían eliminarse, sin esperar ponernos de acuerdo sobre la visión de la sociedad que hay que promover. (…) A la manera de Condorcet, que en su momento planteó el principio del fin de la esclavitud, hay que plantear esta cuestión de la injusticia” (6).
Aunque el dinero es el nervio de la guerra contra la enfermedad, también se necesita un ejército entrenado (personal médico) y armas eficaces (medicamentos, equipamiento, educación). El acceso a la atención médica también depende de la organización sanitaria y del modo de financiamiento. Es posible distinguir tres grandes sistemas: el que nació de la colonización, el que formaron los ex países comunistas y el que está en vigor en los países desarrollados, a menudo adoptado –con variantes– por los países emergentes.
Como herencia de la impronta colonial, los 79 países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP) han desarrollado una arquitectura piramidal. Allí se encuentra el nivel primario, con dispensarios locales y a veces equipos móviles, el nivel secundario, con hospitales generales, y por último un nivel terciario, constituido por unidades especializadas (clínicas) y centros hospitalarios-universitarios. Hasta mediados de los años ochenta, los fondos del Estado y los de las organizaciones internacionales permitieron garantizar un precario equilibrio.

Pero, según advierte la OMS en su informe de 2008, “las políticas de ajuste estructural [negociadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial] hicieron tambalear seriamente el sistema de salud pública; la brecha entre la oferta de atención privada y pública se profundizó”. Y agrega: “La mercantilización no regulada de los sistemas de salud los hace muy ineficaces y muy caros; acentúa las desigualdades y conduce a una atención de calidad mediocre, e incluso a veces peligrosa”. Además, cita el ejemplo de la RDC, donde “existe la llamada cirugía safari, que se refiere a una práctica común de los profesionales sanitarios que, como empleo complementario, realizan apendicectomías y otras intervenciones quirúrgicas en el domicilio del paciente, cobrando a veces por ello unos honorarios desmesurados”. Allí se ve que la penuria siempre va de la mano de la corrupción.
En cuanto a la ayuda internacional –sin duda indispensable– brindada por la OMS, Unicef, programas de la ONU, acuerdos bilaterales y grandes fundaciones, se presenta tan dependiente de estos múltiples agentes que a veces es difícil establecer la menor coherencia en su implementación. Las reformas, cuando existen, se limitan a la construcción o la renovación de centros de primeros auxilios o de hospitales.

Una anécdota sorprendente

Como se sabe, desde principios de 2010 muchos países europeos han tratado de desprenderse de su stock sobrante de vacunas contra la gripe H1N1. Según la OMS, “95 países pobres las hubieran necesitado”. Sin embargo, a falta de equipamiento para garantizar la seguridad de los productos y de medios humanos para administrarlos correctamente, “sólo dos han podido obtenerlas” (7) a principios de enero. Cabe preguntarse sobre las proyecciones de la OMS respecto de la pandemia de gripe A, que sin duda dependen más de la presión de los laboratorios que de la realidad médica. La constatación, sin embargo, no deja de ser instructiva.
La construcción de una red de atención de la salud ha demostrado ser necesaria, pero no suficiente. “Hay instalaciones y servicios que pueden estar disponibles y ser accesibles, pero son insensibles a la cultura”, afirmaron investigadores al hacer un balance de sesenta años del “derecho a la salud” en The Lancet (8). Allí citan el ejemplo de Perú, donde los programas destinados a hacer retroceder la mortalidad maternal fracasaban hasta que tomaron en cuenta la costumbre de las mujeres de dar a luz en cuclillas y proveyeron el equipamiento adaptado. Simple sentido común. Es significativo que en África, o incluso en India, los sistemas coloniales importaron los métodos occidentales, ignorando las prácticas y saberes locales (cuando no combatiéndolos). La China de Mao Zedong hizo lo contrario: se apoyó en la medicina tradicional que, acoplada a las terapias occidentales, contribuyó a reducir varias enfermedades infecciosas.
Otro gran sistema fue el de los países comunistas del bloque soviético, que estaba fundado en los grandes hospitales, los sanatorios. La atención descentralizada prácticamente no existía. Ya poco eficaz a fines del antiguo régimen, el modelo explotó con la caída de las subvenciones públicas originada en la conversión de esos países a los dogmas liberales y el hundimiento económico. Las dificultades de la vida y la pérdida de las referencias colectivas condujeron a comportamientos de riesgo (violencia, alcoholismo reforzado, etc.), en el preciso instante en que los fondos para la salud disminuían (supresión de los medicamentos gratuitos, privatización de sectores hospitalarios, obsolescencia de los equipamientos, etc.). Resultado: la esperanza de vida “con buena salud”, que en Rusia era de 69 años en 1990, cayó a 66 en 2006; de 70 a 67 años en Ucrania; de 65 a 64 en Kazajstán… El mal seguimiento de los tratamientos incluso se tradujo en la llegada de enfermedades “mutantes”, como la tuberculosis multirresistente, particularmente prevalente en las cárceles superpobladas de Rusia, donde la promiscuidad y la inadecuación de la atención permitieron la aparición de la enfermedad. Hoy en día, los esfuerzos están orientados a constituir una red primaria de atención y a consolidar un sistema de seguridad social. Pero los resultados no están a la altura de las expectativas.
En el caso de los países ricos, el acceso masivo a la atención pasa por los médicos locales, los especialistas, los hospitales generales, así como los establecimientos ultraespecializados. Incluso dentro de este conjunto pueden distinguirse los sistemas en que se garantiza la gratuidad y el Estado financia la atención (Suecia, Reino Unido); los sistemas de seguro médico (Alemania, Francia, Japón) donde la oferta puede ser pública o privada y el pago de la atención mutualizado; por último, los sistemas mayoritariamente privados (Estados Unidos y países de Europa Central).
Si bien todos parten de la necesidad de proteger a las poblaciones de los avatares de la vida, la opción inicial (atención pública o privada) no deja de acarrear consecuencias. En Europa, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, prevaleció la idea de que “cada cual debe financiar el sistema en función de sus ingresos, y no en función de su estado de salud, y debe ser atendido en función de su estado de salud, y no de sus ingresos”, recuerda el investigador Bruno Palier (9). Los principios eran generosos, y habrían de sufrir serios tijeretazos.
En este conjunto de países, por más extraño que parezca, la suma de gastos de salud no se condice con el estado sanitario global y la esperanza de vida. De hecho, no alcanza con gastar más para llegar a viejo. Así, por ejemplo, Japón, cuya esperanza de vida “con buena salud” es de 75 años, no dedica más que el 8,1% de su PIB a la salud: menos que Francia (11,4% y 72 años de esperanza de vida), Suecia (9,1% y 73 años) o el Reino Unido (8,4% y 71 años). La aparente paradoja se explica porque los modos de vida, las condiciones de trabajo y la alimentación también influyen sobre la longevidad.
En cambio, la organización de las relaciones entre el enfermo y los médicos, el control (o la falta de control) sobre el precio de los medicamentos o el peso de la prevención tienen un impacto directo sobre los gastos. La factura farmacéutica más abultada es la de Estados Unidos (dos veces el promedio de los países de la OCDE), por delante de Canadá, Grecia o Francia (esta última acumula un fuerte consumo y un alto nivel de precios). Otro campeón de la sobreprescripción de medicamentos es China, segundo mercado farmacéutico del mundo: allí los médicos, que son mal retribuidos y están habilitados a vender los remedios que prescriben, no dudan en alargar la lista para llegar a fin de mes.
En Suecia, Noruega o el Reino Unido, la gratuidad está garantizada para la atención básica. El equipamiento es público y de la retribución del médico se encarga el Estado o las administraciones locales, bajo la forma de salarios (y no de pago en el acto, como ocurre por ejemplo en Francia). Evidentemente, cuando las finanzas públicas disminuyen, los servicios se transforman en listas de espera. Esa fue una de las consecuencias del reinado de Margaret Thatcher. En 2001, el 22% de los pacientes británicos debían esperar más de tres meses (trece semanas, para ser precisos) antes de obtener una simple cita en el hospital; el 27% había esperado seis meses antes de ser operado (10).

La OCDE descubre la luna

A pesar de muchas indecisiones, el gobierno laborista amplió los medios destinados al sistema sanitario (aumento del número de médicos y enfermeras, así como de sus salarios; relanzamiento de inversiones). Los resultados son evidentes, aun cuando siguen estando por debajo de los de Suecia o Noruega, donde la atención de calidad está garantizada y es accesible para todo el mundo. Contrariamente a las ideas que machacan los adictos al “todo mercado”, no es el sistema público el que conduce al desastre, sino la falta de compromiso del Estado. También puede señalarse que los gastos de salud a escala global a menudo se aligeran cuando las protecciones son colectivas y la parte privada (pagada por las familias y/o las compañías de seguros) es la más débil; así ocurre en Japón (la parte privada equivale al 17,7% de los gastos) o en Suecia (16,1%), contra el 20,2% en Francia y casi el 50% en Estados Unidos.
Para convencerse de ello basta con observar al más liberal de los sistemas –el estadounidense–, célebre por sus fracasos en serie, a tal punto que algunos hablan de “no sistema”. Para la población activa, su financiamiento descansa sobre la empresa, que cofinancia un contrato de seguro de salud con organismos privados. Dos tercios de los empleados reciben esta cobertura. Los trabajadores autónomos, los de tiempo parcial o los que tienen pequeñas empresas deben contratar pólizas individuales mucho más caras, por lo que a menudo las rechazan. La sanción es inmediata: fuera de la empresa no hay derechos. La cuestión es tanto más crucial cuanto que la tasa de desempleo oficial no cesa de aumentar y araña el 10%. Los jubilados de más de 65 años tienen derecho a Medicare, que garantiza una cobertura mínima, y los más pobres acceden a Medicaid. En cambio, para aquellos que no entran en estas categorías, la nada. En el país que suele citarse como modelo de éxito, un sexto de la población no dispone de ninguna protección. Ese agujero, y su costo, es lo que quiere cubrir Obama.
De hecho, incluso dentro de los países que disponen de los sistemas sanitarios más desarrollados, las desigualdades persisten. El economista de la salud Richard Wilkinson señala que en Estados Unidos “las mujeres blancas de los barrios más ricos tienen una esperanza de vida de 86 años, contra los 70 años de las mujeres negras de los barrios más pobres” (11). Dieciséis años de diferencia, no es poco.
Por su parte, la OMS calcula incluso que “886.202 muertes podrían haber sido evitadas entre 1991 y 2000 si se hubieran igualado las tasas de mortalidad de los estadounidenses blancos y las de los afroamericanos” (12). “Compárese esta cifra –continúa la organización– con las 176.633 vidas salvadas gracias a los progresos médicos”. Otro ejemplo que ofrece ese estudio: en los barrios pobres de Glasgow, Escocia, la esperanza de vida al nacer es de 54 años, inferior a la de… India.
Esta situación no se explica solamente por razones sanitarias o financieras. Como indica una vez más la OMS, las poblaciones desfavorecidas suman desventajas: “Educación mediocre, falta de equipamiento social, desempleo y precariedad laboral, malas condiciones de trabajo y barrios peligrosos, además de sus repercusiones en la vida familiar”. Estos factores socio-psicológicos, a los que Wilkinson agrega la estima de sí mismo y el miedo al futuro, cumplen un papel importante. En los países ricos, ser pobre afecta gravemente la salud.
Pasmados ante su propio descubrimiento, los expertos de la OMS, más bien habituados al lenguaje diplomático, no maquillan sus palabras: “Esta disparidad no es en ningún caso un fenómeno ‘natural’; es el resultado de políticas que hacen primar los intereses de algunos por sobre los de otros: a menudo los intereses de una minoría poderosa y rica por sobre los intereses de una mayoría desposeída”.
Incluso la muy liberal OCDE, que bregó por una desregulación general, debe reconocer que la privatización agrava las dificultades: “Sólo una pequeña cantidad de adeptos adhieren ahora a la idea de que la competencia ofrece la solución apropiada. (…) Las virtudes del mercado se hacen mucho menos evidentes” (13). Sus expertos han llegado a escribir que “la sociedad puede necesitar la implementación de medidas como la regulación del mercado para corregir sus fallas y, en los casos extremos, abandonar el mercado en pro de otra atribución de los recursos”. ¿Al fin la OCDE descubre la Luna?
Pero mejor no soñar. En Estados Unidos, los lobbies de las aseguradoras tienen los suficientes relevos políticos entre los demócratas como para esperar salvar sus privilegios. En Francia, la privatización se acelera en los hospitales: se anuncia la supresión de 4.000 puestos en la asistencia pública de la región parisina de aquí a 2012. La seguridad social ha sido sometida al mismo régimen; si bien alguna vez reembolsó hasta el 76,5% de los gastos de salud (1980), hoy no asegura más que el 73,9% (14). Y esto es sólo un promedio. Si las afecciones de larga duración (cáncer, etcétera) se cubren casi en su totalidad, la atención corriente, que afecta a la mayoría de la población, apenas se reembolsa en un 55% en promedio (15). El profesor Didier Tabuteau da el grito de alarma: “Hay una privatización de la protección social” (16). ¿Habrá que esperar que la esperanza de vida en algunos barrios caiga al nivel de Bangladesh para medir los riesgos que se han corrido? Ya, a los 60 años, la esperanza de vida de los obreros es siete años inferior a la de los gerentes. ¿Qué sucederá en unas pocas décadas, si la rueda del progreso sigue girando al revés?
En realidad, la mayoría de los franceses tienen la impresión de pagar cada vez cuotas más altas (a la seguridad social, a las mutuales) por un servicio cada vez menor. “Además de las consecuencias sobre la salud de los más pobres –señala Palier–, ese desfasaje corre el riesgo de crear dudas sobre la eficacia y la legitimidad del sistema de salud” (17). ¿Y si ese fuera uno de los objetivos no confesos? ♦

REFERENCIAS

(1) “Informe sobre la salud en el mundo 2009”, Organización Mundial de la Salud (OMS), Ginebra. Las cifras del presente artículo señalan la esperanza de vida “con buena salud” (sin discapacidades mayores), que es más corta que la esperanza de vida en general.
(2) Véase “Obama ou l’impasse des petits pas”, 20-1-10, en La valise diplomatique: www.monde-diplomatique.fr
(3) Alain Barjot (dir.), La Sécurité sociale, son histoire à travers les textes, Tomo III (1945-1981), Association pour l’étude de l’histoire de la sécurité sociale, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de Francia, París, 1997.
(4) Maggie Black, “Sanitarización: la deuda pendiente”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, enero de 2010.
(5) Datos 2006 del Banco Mundial.
(6) Entrevista en France Inter, 13-1-10. Ver L’Idée de justice, Flammarion, París, 2010.
(7) Donald G. McNeil Jr, “Poor nations still getting little flu vaccine”, International Herald Tribune, París, 19-1-10.
(8) “Health systems and the right to health: An assessment of 194 countries” (“Los sistemas de salud y el derecho a la salud: la evaluación en 194 países”), The Lancet, Londres, 13-12-08.
(9) Bruno Palier, La Réforme des systèmes de santé, Presses Universitaires de France, colección “Que sais-je?”, París, nueva edición, 2009.
(10) El ejemplo está citado en Bruno Palier, op. cit.
(11) Richard Wilkinson, L’Egalité c’est la santé, Demopolis, París, 2010.
(12) OMS, “Subsanar las desigualdades en una generación: alcanzar la equidad sanitaria actuando sobre los determinantes sociales de la salud”, Ginebra, 2009.
(13) OCDE, “Achieving better value for money in health care”, París, 2009.
(14) Este índice era del 44% en 1966 y subió hasta 1980, cuando volvió a descender.
(15) Las mutuales y aseguradoras complementarias pueden cubrir la diferencia, pero se quejan cada vez más y aumentan sus cuotas, en particular para los jubilados. Además, el 8% de los franceses no posee una cobertura complementaria.
(16) Entrevista en Le Monde, París, 13-1-10.
(17) Bruno Palier, op. cit.

*Jefa de redacción adjunta de Le Monde diplomatique, París. Artículo realizado con la colaboración de Olivier Appaix e Ilka Vari-Lavoisier.

viernes, marzo 12, 2010

Desarrollo desde el territorio .. desde las comunidades


Las comunidades RURALES tienen un desarrollo limitado resultante de la exclusión social progresiva y de la lenta inclusión en el desarrollo conjunto del país, a diferencia de las zonas urbanas, su perspectiva de desarrollo ha estado focalizada en la reducción de la pobreza, dotación de servicios básicos en el campo del saneamiento y la educación dejando de lado el componente de desarrollo humano, que incluye la capacidad de identificar, crear y aprovechar las oportunidades, la generación de nuevas habilidades y capacidades productivas que generen ingreso.
La familia sigue siendo el eje del desarrollo comunal siempre que alcance al conjunto de familias articuladas en sus intereses y necesidades compartidos; sin embargo esta premisa no se cumple, hay una hegemonía de lo individual sobre lo comunitario, por la formación, la cultura y las experiencias negativas de esfuerzos colectivos. La cultura de la sobrevivencia y el autoconsumo ha permeado su accionar, vivir para comer limita el emprendimiento y las posibilidades de asumir riesgos de nuevas formas de vivir.
Sólo los que cuentan con recursos (tierra, animales) arriesgan, generan emprendimientos y se ligan mejor con el mercado (están más cubiertos ante el riesgo). El relacionamiento entre pobladores se centra en relaciones familiares, sin embargo en las zonas rurales existen rezagos de acciones comunitarias como la minga y otras acciones, casi voluntarias, como son las “repúblicas” en donde  hombres y mujeres contribuyen a mejorar caminos y carreteras. Pero la responsabilidad de cubrir las necesidades básicas (sacar adelante a una familia) no es asumida como una responsabilidad social, menos pública, es entendida como una responsabilidad familiar y aún individual del padre y la madre de familia. Todos los programas sociales parten de este enfoque.
Participar en asambleas  no es un indicador de una buena articulación familia con la comunidad, la relación debe ser de ida y vuelta la comunidad debe valorar y preocuparse por las familias y las familias contribuir al logro de visión u objetivos comunales comunes.
Así como el individualismo es hegemónico en las familias, en la cultura de las comunidades prevalece el pensamiento de “mi comunidad” como centro autónomo y tendré todo para mí y copiaré lo que otra comunidad tenga; la articulación se da en espacios festivos, competencias deportivas, paseos entre los colegios o escuelas, la cohesión también se da entre las familias vinculadas por lazos familiares, siempre hay un hermano o primo en la otra comunidad que podría servir como puente de relacionamiento; sin embargo, también hay conflictos determinados por los límites comunales, conflictos de tierras entre vecinos, derivados de la falta de delimitación de las comunidades o de conflictos entre familias.
Por lo general las organizaciones de base en las comunidades rurales funcionan desde una lógica asistencialista y alineadas en base a la oferta de los servicios públicos del Estado. Las comunidades en la lógica municipal son objetos con necesidades de servicios a las cuales hay que dotar, siendo el gobierno local la entidad del financiamiento, existen limitadas opciones de incorporar a las comunidad o su representantes a los espacios de gestión comunal, los CCL (comités de coordinación local) no están elegidos o no funcionan; las rendiciones  de cuentas están alejadas de la realidad y el discurso encubre las prácticas. De otro lado, no hay ninguna oferta pública dirigida a mejorar las condiciones de la familia para atender sus necesidades básicas: empleo rentable que garantice el sostenimiento de una familia; vivienda digna y saludable; educación como herramienta para el desarrollo individual, familiar y colectivo; vida saludable de todos los miembros de la familia y acceso a servicios de salud en condiciones de atender con calidad la demanda de la población.
La oferta de los sectores sociales de servicios (especialmente de salud y educación) no responde a las necesidades y expectativas de la población de las comunidades. En la base de este problema se encuentra que desde estos sectores no se reconoce la importancia y necesidad de contar con espacios y canales de participación de la población organizada en la planificación del desarrollo local.
Existen experiencias en las cuales las organizaciones comunales van reconfigurando y ordenando sus demandas obligando a las instituciones del Estado a reordenar su oferta en base a las necesidades de la población a la que representan las organizaciones, contribuyendo de esta manera a la búsqueda de soluciones conjuntas a sus problemas desde su propia visión de futuro.
Los programas de desarrollo comunitario no son escasos en América Latina. Diversos programas han sido promovidos por los gobiernos, agencias de desarrollo, empresas, fundaciones y diferentes ONG. Muchos de ellos, sin embargo, han sido impulsados desde una perspectiva en la que la comunidad es relegada a ser receptora pasiva de los beneficios del programa y en la que el paternalismo y asistencialismo han marcado la pauta de las relaciones. Incluso, algunos han sido la fuente de relaciones clientelistas, tan extendidas en la región, en las que la comunidad queda al arbitrio de las ofertas de bienes y servicios de políticos que intercambian los “favores” por votos[1].

A diferencia de los proyectos en los que las comunidades son entendidas como receptoras de bienes y servicios, los proponentes del desarrollo de base se orientan al fortalecimiento de las capacidades de acción colectiva de las organizaciones de base como eje central de su estrategia. Estas capacidades de acción colectiva se relacionan con la posibilidad de los grupos de base de auto convocarse, definir colectivamente sus necesidades, identificar las alternativas de acción más viables para la superación de sus problemas, formular y ejecutar programas y proyectos, y evaluar sus logros y dificultades[2].
Alfonso E Nino
Hugo de La Cruz



[1] Niveles de intervención en el Desarrollo de base
[2] Niveles de intervención en el Desarrollo de base

martes, marzo 09, 2010

El gran rol de voluntarias en el parto




Dos estudios, realizados en la India y Bangladesh, demuestran que estos grupos mejoraban la higiene y las prácticas asistenciales durante el parto.

La creación de grupos de apoyo comunitario formados por mujeres puede ser vital para mejorar la atención durante el parto, como demuestran dos estudios publicados en la edición digital de The Lancet, que evidencian una reducción de la mortalidad neonatal e, incluso, un menor riesgo de depresión postparto en la madre. Las investigaciones se llevaron a cabo desde el Centro de Salud Internacional de la University College de Londres (Reino Unido).
Tras supervisar 19.030 nacimientos durante tres años, los investigadores detectaron que la mortalidad neonatal se redujo en casi un tercio (32%) en el total de la población, y hasta un 45% tras el segundo y tercer año. Además, los casos de depresión materna moderada cayeron hasta un 57% en el último año.
El primer estudio revisó los datos de dos poblaciones del oeste de la India, Jharkhand y Orissa, donde en algunas zonas se llevan a cabo programas de apoyo a la salud materna.
La reducción de mortalidad vino provocada, según los investigadores, porque los grupos de apoyo "mejoran la higiene y las prácticas asistenciales". Además, tienen la ventaja de que "ayudan a los más pobres, a un bajo precio, y con unos beneficios a largo plazo". El segundo estudio se llevó a cabo en Bangladesh, con un seguimiento de la mortalidad neonatal en 36.113 partos, observando "un efecto significativo" en el ámbito rural. El director de los estudios, Anthony Costello, advierte en sus conclusiones que es necesario el apoyo suficiente en recursos humanos y asistenciales hacia estas mujeres para seguir evitando estos problemas durante y después del parto

Violencia Familiar... Perú



Perú

1. Introducción

El Estudio multipaís sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer, patrocinado por la Organización Mundial de la Salud, entre los años 2000 y 2003 recopiló información de más de 24.000 mujeres procedentes de Bangladesh, Brasil, Etiopía, Japón, Namibia, Perú, Samoa, Serbia y Montenegro, Tailandia y la República Unida de Tanzanía. Mediante un cuestionario elaborado y validado para ser utilizado en diversos entornos culturales, se evaluaron experiencias de mujeres en relación con la violencia, centrándose en particular en la violencia infligida por la pareja. También se investigó el modo en que dicha violencia está vinculada a la mala salud y a las lesiones, así como las estrategias que utilizan las mujeres para defenderse de la violencia.
En Perú, el equipo central de investigación estuvo formado por miembros de la Facultad de Salud Pública y Administración de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán. En el departamento de Cusco, se obtuvo ayuda adicional del Centro Andino de Educación y Promoción José María Arguedas (CADEP). La recopilación de datos fue llevada a cabo en el año 2000.

2. Métodos

En Perú, el equipo entrevistó a una muestra representativa de 1414 mujeres entre los 15 y 49 años de edad en el área metropolitana de Lima y a 1837 mujeres en el Departamento de Cusco. En la muestra de Cusco, cerca de una cuarta parte de las mujeres procedían de la ciudad de Cusco y el resto de zonas predominantemente rurales. Cerca del 88% de las mujeres de Lima habían cursado al menos el primer año de la enseñanza secundaria, en comparación con el 44% en Cusco. En Perú, se consideró que las mujeres “habían tenido pareja alguna vez” si habían estado casadas alguna vez, habían vivido con un hombre o habían tenido una pareja sexual estable alguna vez.
En el estudio se utilizaron las siguientes definiciones de violencia infligida por la pareja: violencia física significaba que la mujer había sido abofeteada, le habían tirado algo que pudiera herirla; había sido empujada o le habían tirado del cabello; había sido golpeada con el puño u otra cosa que pudiera herirla; golpeada con el pie, arrastrada o recibido una paliza; estrangulada o quemada a propósito; y había sido amenazada o se había utilizado contra ella una pistola, cuchillo u otra arma. Violencia sexual significaba que la mujer había sido obligada físicamente a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad; había mantenido relaciones sexuales porque tenía miedo de lo que pudiera hacer su pareja; y había sido obligada a realizar algún acto sexual que considerara degradante o humillante.

3. Principales hallazgos

3.1 Prevalencia de la violencia infligida por la pareja

  • Entre las mujeres que habían tenido pareja alguna vez, 49% de las de Lima y el 61% de las de Cusco informó haber sufrido en algún momento de su vida actos de violencia física por parte de sus parejas. En lo que se refiere a la violencia sexual, estos porcentajes fueron del 23% en Lima y del 47% en Cusco.
  • El 51% de las mujeres de Lima que había tenido pareja alguna vez y el 69% de las de Cusco habían padecido actos de violencia física o sexual por parte de sus parejas.

3.2 Lesiones infligidas por la pareja

  • En ambos lugares, aproximadamente la mitad de las mujeres que habían sido víctimas de violencia física de parte de sus parejas informó haber sufrido lesiones como consecuencia de ello, pero las lesiones graves eran más frecuentes en Cusco. Por ejemplo, el 12% de las mujeres lesionadas en Lima había sufrido daños en oídos u ojos, en comparación con el 30% en Cusco.
  • En ambos lugares, una de cada cuatro mujeres lesionadas alguna vez comunicó haber sido lesionada más de cinco veces.

3.3 Violencia física de la pareja durante el embarazo

  • Entre las mujeres que habían estado embarazadas alguna vez, el 15% en Lima y el 28% en Cusco habían sufrido violencia física durante al menos un embarazo. De estas a su vez, un tercio en Lima y más de la mitad en Cusco habían sido golpeadas con el pie o el puño en el abdomen. En prácticamente todos los casos el autor de los hechos había sido el padre del hijo que llevaba la mujer.

3.4 Violencia física y sexual infligida a partir de los 15 años por personas que no son la pareja

  • El 28% de las entrevistadas en Lima y el 32% en Cusco habían sido objeto desde los 15 años de actos de violencia física cometidos por una persona distinta de su pareja. Los principales autores habían sido el padre y hombres y mujeres de la familia.
  • Una de cada 10 mujeres había sido objeto de actos de violencia sexual perpetrados desde los 15 años por una persona que no era su pareja. Los novios eran los autores más frecuentes de dichos actos (cerca del 30% de los casos en ambos lugares), pero los extraños registraron índices casi tan altos en Lima (28%) y en Cusco (26%).

3.5 Abuso sexual cometido contra niñas menores de 15 años y primera relación sexual forzada

  • En ambos lugares, una de cada cinco mujeres afirmó haber sufrido abusos sexuales cuando era niña. Los principales autores eran hombres de la familia (distintos del padre o del padrastro), seguidos de extraños.
  • Entre las mujeres que habían tenido su primera experiencia sexual antes de los 15 años, ésta había sido forzada en más del 40% de los casos en ambos lugares. Entre las mujeres que habían tenido su primera experiencia sexual a una edad más tardía, los porcentajes variaban de un sitio a otro; entre las mujeres que habían tenido su primera experiencia sexual a los 18 años o más, ésta había sido forzada en el 3% de los casos en Lima y el 17% en Cusco.

3.6 Efectos de la violencia infligida por la pareja en la salud de la mujer

  • Las mujeres que habían sido víctimas de actos de violencia de parte de sus parejas tenían una probabilidad dos veces mayor de afirmar que su salud general era mala en comparación con las mujeres que nunca habían sido maltratadas. Entre los síntomas físicos más frecuentes citados por las mujeres maltratadas se destacan dolores, mareos, problemas al andar y flujos vaginales.
  • Las mujeres que habían sido víctimas de actos de violencia de parte de sus parejas tenían probabilidades significativamente mayores de haber tenido abortos provocados o espontáneos que las mujeres no maltratadas.
  • Las mujeres que habían sido víctimas de actos de violencia también informaron haber tenido con mayor frecuencia pensamientos suicidas.

3.7 Búsqueda de ayuda de las mujeres maltratadas físicamente por su pareja

  • Un tercio de las mujeres de Lima y Cusco no habían comunicado a nadie su experiencia de violencia física infligida por la propia pareja.
  • Sólo una tercera parte aproximadamente de las mujeres que habían sido víctimas de actos de violencia física infligida por su pareja había solicitado ayuda a un proveedor de servicios, principalmente la policía (25%) o a un servicio de salud (8% en Lima y 17% en Cusco).
  • Más de una cuarta parte de las mujeres no había pedido ayuda porque consideraba que la violencia era “normal” o no grave, mientras que el 15% de las mujeres en Lima y el 28% en Cusco manifestaron que no habían buscado ayuda porque se avergonzaban o porque pensaban que no les creerían.
Estudio multipaís sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer
OMS

QUE HACRE SI TIENS SINTOMAS, ERES SOSPECHOSO O CONTATO

Aislarse, hacerse la prueba y avisar. Una guía detallada de qué hacer si hay sospecha de COVID-19 Los casos confirmados y las atenciones hos...