Durante 22 años hizo de Cuba su hogar. En ella encontró un refugio y convirtió el mar en su santuario. En este texto, celebramos el legado de uno de los principales novelistas del siglo XX.
La Habana fue su hogar. Durante 22 años, Ernest Hemingway encontró en Cuba un refugio e hizo del mar su santuario. Era 1928 cuando el periodista y escritor estadounidense visitó la isla por primera vez. Adiós a las armas, su segunda novela, estaba previa a ser publicada y aquel paraíso tropical fue testigo del proceso que permitiría las últimas líneas. Su estancia fue corta, se dirigía a Cayo Hueso, Florida y el puerto cubano era solo una escala. Es verdad que lo suyo con la isla no fue un flechazo inmediato, pero regresó a ella años más tarde y tras varios encuentros con sus aguas, el escritor no tardó en en desarrollar un vínculo entrañable por la isla.
Aventuras, guerras, mujeres y borracheras, fueron constante en la vida de Ernest Miller Hemingway, nacido el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois. Fue uno de los siete hijos del matrimonio entre Grace Hall, una cantante de ópera, y Clarence Edmonds Hemingway, un médico, ambos vislumbraban para su hijo un futuro en la música o en la medicina. Pero Hemingway, siempre aventurero, rechazó ambos caminos y entregó su vida a la escritura. Comenzó como reportero en el Kansas City Star en 1917, de ahí adoptó un estilo en donde la precisión no solo caracterizó su trabajo periodístico sino que definió sus textos de ficción. Sus andanzas lo llevaron a ser corresponsal de guerra.
Durante mucho tiempo estuvo fuera de Estados Unidos. Residió en Francia, pasó tiempo en España y en Canadá vio nacer a algunos de sus hijos. En cada uno de esos sitios logró reportajes y libros poderosos, su estilo conseguía que el lector conectara de inmediato son sus textos. Sin embargo, Cuba fue su lugar, el sitio en donde no solo podía escribir sino que se sentía en casa. A la isla regresó con su tercera esposa, la reconocida corresponsal de guerra, Martha Gellhorn. Alquilaron la Finca Vigía en la Habana y siguieron escribiendo. Los Hemingway no tardaron en consolidar su empatía, respeto y amistad con el pueblo cubano. Fue en este territorio en donde Ernest Hemingway logró una de sus mejores y más populares obras, Por quién doblan las campanas, una novela sobre la Guerra Civil española; obra que le mereció una nominación al Premio Pulitzer en 1941.