Aislarse, hacerse la prueba y avisar. Una guía detallada de qué hacer si hay sospecha de COVID-19
Los casos confirmados y las atenciones hospitalarias por coronavirus han aumentado, en Ecuador. Los expertos aconsejan seguir este protocolo para cuidarse.
Cuando se enteró de que su compañero de trabajo tenía COVID-19, Paúl Sánchez se puso nervioso. Había compartido mucho tiempo con él, pues se transportaban juntos a la oficina. Y aunque no tenía síntomas, pensó que sí pudo haber contraído el virus e incluso contagiado a la familia con la que comparte domicilio.
Paúl no dudó en avisarles sobre el posible contagio, pues en su mente primó el bienestar de quienes le habían abierto las puertas de su hogar. Ha pasado un mes de aquella experiencia y ahora concluye que avisar fue lo mejor, pues luego confirmó que sí se contagió y, gracias a su decisión, pudo evitar la transmisión a los demás. “Las personas te juzgan y se vuelven paranoicas al ver que te dio COVID, pero cuando hay fiestas y se reúnen sin cuidarse se les olvida”, reflexiona.
Los casos confirmados de las atenciones hospitalaricas por COVID-19 han aumentado en Ecuador y, con la llegada de ómicron, se prevé que la situación empeorará; sin embargo, el Ministerio de Salud Pública (MSP) no tiene un protocolo claro de qué hacer frente a la sospecha de contagio.
Expertos consultados coinciden en estos tres pasos: aislarse, hacerse una prueba y avisar. Esto no siempre es fácil, pues en la práctica quedan dudas de cómo hacerlo. Por eso EL UNIVERSO ha preparado esta guía.
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1. Aislarse completamente en una habitación
Si un paciente tiene sospechas de haberse contagiado de COVID-19 porque tuvo contacto estrecho con un enfermo o presenta síntomas gripales, tiene que aislarse de forma preventiva hasta descartar o confirmar la enfermedad a través de una prueba.
Guido Silva, magíster en Biología Molecular y Genética, recomienda que el aislamiento sea total. Es mejor si la persona contagiada o con sospechas tiene baño privado, para evitar compartir espacios con otros miembros de la casa.
Una vez que el paciente se aísla en una habitación, la comida debe ser dejada junto a la puerta. La persona contagiada debe esperar 30 segundos para abrir y recoger sus alimentos.
Aunque lo ideal sería manejar cubiertos desechables, sostiene Silva, estos generan mucha contaminación. Por ello, se aconseja apartar la vajilla para el enfermo, lavarla con jabón o detergente normal y poner a hervir los utensilios.
Adicionalmente a esto, la limpieza de la habitación es algo que debería realizar solamente la persona que ha contraído la enfermedad. No se recomienda que alguien más manipule sábanas o ropa de la persona contagiada, pues “al expandir las prendas antes de lavarlas, se pueden escapar partículas de suspensión que pueden contener partículas virales y podrían contaminar el aire, contagiando a alguien más”, explica Silva.
Sin embargo, el tema del aislamiento es complejo. De acuerdo con el psicoterapeuta Patricio Santamaría, director de la fundación Casa de la Familia, “si no hemos aprendido a convivir con nuestra propia soledad, el aislamiento va a generar en nosotros un sentimiento de abandono y rechazo que puede hacernos sentir como si no perteneciéramos a una familia o un grupo”.
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Es así que recomienda que familia y amigos estén en comunicación con la persona contagiada para darle atención y compañía. Para Santamaría, esto se logra “creando estrategias de resolución de problemas, como la verbalización para entender cómo va a ser partícipe de la enfermedad cada miembro de la familia y determinar, entre los involucrados, quién será un apoyo y una traba”.
2. Hacerse una prueba lo más pronto posible
Luego de aislarse, hay que buscar la confirmación o el descarte del contagio a través de una prueba. El Ministerio de Salud Público abrió el viernes pasado 976 puntos para realizar pruebas gratuitas que detectan el coronarvirus. En esos lugares, un médico evalúa al paciente y, si es necesario, dispone que se le haga una prueba de antígenos o una PCR.
Todo depende de las circunstancias. Si hay síntomas, se hace una de antígenos; y si no hay síntomas pero la persona estuvo en contacto directo con un portador del virus, se hace una PCR.
Guido Silva explica que “los síntomas empiezan, generalmente, desde el día tres, cuatro o cinco posterior al contagio. Si hay síntomas, inmediatamente empieza el periodo de enfermedad”.
Explica que, si se aplica una prueba en los primeros dos días de infección, lo más seguro es que el resultado sea un falso negativo, independientemente del tipo de prueba; al tercer día va a haber un 56,6 % de probabilidades para un falso negativo; y el cuarto día es el mejor momento para hisopar.
La epidemióloga Andrea Gómez sostiene que la persona que sospeche un contagio, porque tuvo contacto estrecho con algún enfermo, debe realizarse un examen a los cinco días de la exposición, pues en este tiempo el diagnóstico será lo más certero posible.
Si el resultado es positivo, el aislamiento pasa de preventivo a obligatorio, al menos diez días, apunta Gómez.
Además, recomienda “estar pendiente de los signos de posible gravedad, como por ejemplo la alta fiebre, baja saturación de oxígeno y dificultad respiratoria, que es uno de los síntomas con los que una persona debe atenderse lo más temprano posible”.
Los síntomas del COVID-19 se confunden con la gripe. “Los síntomas son muy similares, a diferencia de que en la mayor parte de casos de COVID-19 aparece la pérdida de olfato y gusto, así como también la tos seca y la dificultad respiratoria, que es el síntoma más grave que tiene esta enfermedad”, añade.
3. Avisar al círculo cercano
Comunicar a tiempo que hubo o se sospecha un contagio es la mejor forma de prevenir que el virus se expanda. En Francia, por ejemplo, cuando un paciente confirma el contagio está obligado a dar la información personal de las personas con las que tuvo contacto dos días antes.
Eso le pasó a Teresa (nombre protegido), una ecuatoriana que vive en ese país desde hace cuatro años. El anterior fin de semana ella y su novio dieron positivo para COVID-19. Tras realizarse un test de antígenos y posteriormente la prueba PCR, confirmaron el contagio.
El mismo día, Teresa recibió la llamada del seguro social en la que se le notificó que podía salir del aislamiento el 26 de diciembre, luego de diez días. También le pidieron su información personal, así como la de las personas con las que estuvo en contacto estrecho 48 horas antes del comienzo de sus síntomas (nombres y números de teléfono), para ponerlos al tanto de la situación y pedirles que se aíslen y que se hagan un test rápido a los tres o cuatro días del contacto con el enfermo.
Por lo general, las personas tienden a no hacer público su contagio debido al rechazo que pueden sentir por parte de las demás personas. Este rechazo, explica el doctor Silva, viene manejado por el miedo y la incertidumbre. “Aquí es muy difícil. La gente prefiere esconderlo y no quieren que los demás se enteren de que están contagiados; pero, al contrario, tienes que avisarle a todo el mundo por precaución”, precisa el profesional.
¿Por qué es necesario seguir este protocolo?
Las estadísticas oficiales muestran que los casos confirmados de COVID-19 y las atenciones hospitalarias por esta enfermedad subieron en las últimas semanas. Y las autoridades temen que la situación empeore debido a la llegada de la variante ómicron.
El aumento en las atenciones hospitalarias se ha sentido sobre todo en las unidades de cuidados intensivos (UCI), según las cifras reportadas por el MSP. En este tipo de salas, en octubre, la ocupación bordeaba el 30 % de las camas disponibles; desde finales de noviembre, esa cifra se elevó y se ha mantenido en alrededor del 45 %. El viernes pasado, 180 UCI estaban ocupadas en todo el país. Si bien el incremento es notorio, no se compara con el mayor pico de este año, ocurrido en julio, cuando se llegó a 618 UCI ocupadas.
Esta alza en las atenciones hospitalarias se debe al aumento de casos confirmados en las últimas semanas. Las cifras oficiales muestran que diciembre ya superó la cifra de los úlitmos cuatro meses, pese a que aún falta una semana para terminar el mes. Hasta el viernes pasado, se registraron 12.434 casos. Y la situación puede ser más grave, pues las pruebas de las últimas semanas aún no han sido procesadas en su totalidad por el MSP y, por lo tanto, no se reflejan en las estadísticas oficiales.
La epidemióloga Andrea Gómez sostiene que la capacidad del MSP para rastrear el avance del virus es muy limitada. De acuerdo con su análisis, en el país se toman aproximadamente cuatro test de COVID-19 por cada caso positivo. Sin embargo, recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que se tomen por lo menos diez pruebas por cada caso positivo detectado. En Ecuador no se llega ni a la mitad de esa capacidad.
La experta lamenta que el MSP “no ha mejorado la capacidad de diagnóstico y lo que muestra la positividad probablemente es que se está subestimando lo que está sucediendo afuera”.
También recuerda que las cifras oficiales muestran los casos confirmados de COVID-19 y no los contagios, que es algo diferente. Los primeros son los que accedieron a una prueba PCR que salió negativa y el resultado fue enviado al MSP. Las personas contagiadas, en cambio, no necesariamente han presentado síntomas o han pasado la enfermedad sin hacerse exámenes ni tratamiento.
Por ello, la especialista resalta que “en el caso de nuestro país hacen pruebas a personas que tienen síntomas, entonces, no conocemos cuántas personas se han contagiado, sino el número de casos”. (I)
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