domingo, julio 30, 2017

El pueblo maldito de la biblia sigue vivo en Líbano

El pueblo maldito de la biblia sigue vivo en Líbano

Una jarra funeraria en Sidón con los restos de un individuo de la Edad del Bronce CLAUDE DOUMET-SERHAL
Los libaneses tienen una ascendencia cananea y eurasiática de hace más de 3.000 años
Canaán, antigua región del Oriente Próximo situada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán en el año 3.000 antes de nuestra era, abarcaba lo que ahora es parte de Siria, Líbano, Jordania, Israel y Palestina, con la Franja de Gaza y Cisjordania. Cuna de diversas culturas como la de los cananeos, su nombre procede del hijo de Cam y nieto de Noé y, como dicen los antiguos escritos de la Biblia, la historia de Canaán fue la de un pueblo maldito.
"Pero de las ciudades de estos pueblos que Yahveh tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Yahveh tu Dios te ha mandado; para que no os enseñen a hacer según todas las abominaciones que ellos han hecho a sus dioses, y pequéis contra Yahveh vuestro Dios". (Deuteronomio 20:16-18).
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inRead invented by Te¿Se cumplió la maldición que recoge la Biblia? Parece ser que no, según un último estudio de un grupo de investigadores del Wellcome Trust Sanger Institute en Reino Unido que, tras analizar el ADN de cinco individuos de la Edad del Bronce, han encontrado grandes coincidencias con el de los libaneses actuales, estudiados a partir del ADN de 99 personas, lo que indicaría que los cananeos siguen, en cierto sentido, vivos.
El alto número de muestras de ADN actual estudiado ha permitido, a su vez, catalogar la diversidad levantina moderna, que conserva en sus genes el rastro del gran número de migraciones que ocurrieron en esta zona a lo largo de toda su historia. Los resultados de este trabajo se han publicado este jueves en la revista American Journal of Human Genetics.
Las nuevas técnicas para la extracción de ADN antiguo a partir de la región pétrea del hueso temporal del cráneo, la zona que rodea al oído, han permitido al equipo de científicos liderado por el experto en genética humana Chris Tyler-Smith secuenciar el genoma completo de los restos óseos estudiados.
Las muestras cananeas provienen de un yacimiento arqueológico de la ciudad de Sidón y tienen 3.700 años de antigüedad, lo que se corresponde con las etapas más tempranas de la Edad del Bronce. Se trata de una importante ciudad-estado de la época, situada en la costa del Mediterráneo oriental, también llamado Levante.
Estos ancestros cananeos fueron compartidos porpoblaciones urbanas que habitaban la costa (como la de la ciudad de Sidón) y las del interior de Jordania, cuyos habitantes vivían en sociedades rurales que se dedicaban a la agricultura y convivían con pastores nómadas.
"En la Edad del Bronce, vemos que la misma ascendencia fue compartida también en Jordania, pero no tenemos datos de otros lugares en el Levante para este período de tiempo", ha explicado a EL MUNDO Tyler-Smith. "En cuanto a nuestros días, nuestro principal estudio se centró en el Líbano, pero los datos de otros investigadores sugieren que estos ancestros los comparten además muchas otras zonas del Levante", ha añadido.
Además, los libaneses presentan en sus genes una mezcla eurasiática que llegó al Levante hace alrededor de 3.750-2.170 años, durante un período convulso de conquistas por poblaciones lejanas.
Sobre la expansión de los cananeos, tanto las evidencias obtenidas arqueológicas como los datos que aporta ahora Tyler-Smith, llevan la herencia cananea a todo el Mediterraneo. "Sin embargo, en países mediterráneos como España, Italia y Grecia existe un patrón genético ligeramente diferente, más europeo", ha comentado Tyler-Smith.

Continuidad cultural de los cananeos

La cultura cananea tuvo su origen en el Bronce Medio, en torno al año 2.000 antes de nuestra era, con la aparición de una serie de importantes ciudades-estado o pequeños reinos de la costa de la actual Siria, Líbano e Israel, lo que más tarde dio lugar a las ciudades fenicias.
"A partir del fin de la Edad del Bronce en torno el 1.200 a.C., este periodo acaba con una serie de complejos acontecimientos que producen el colapso de la civilización urbana. Es un momento de grandes crisis a nivel global en el Próximo Oriente", ha relatado a este medio Andrés Piquer Otero, historiador del Departamento de Estudios Hebreos y Arameos de la Universidad Complutense de Madrid. "Gran parte de estas ciudades estado desaparecieron, por destrucción o reducidas a su mínima expresión", ha añadido.
En cuanto a los nuevos datos que aporta el estudio de Tyler-Smith sobre la continuidad de este pueblo bíblico, Piquer sostiene que "los 'herederos' de la cultura cananea en la zona de lo que es el Líbano, acabaron siendo los habitantes de estas ciudades-estado fenicias, como Biblos, Tiro y Sidón, que tienen una continuidad con la cultura cananea", ha afirmado. "A veces de una forma genérica o laxa se habla del continuo cultural cananeo desde la Edad del Bronce y entrando también en la Edad del Hierro, a partir del año 1200 a.C., con la civilización fenicia y algunos elementos de la civilización siria o incluso de la israelita. Pero se habla de una continuidad cultural".
Los llamados pueblos del mar, como el de los filisteos que menciona la Biblia, "formaron reinos que asumieron una cultura cananea evolucionada, trasformada y adaptada. Los fenicios también la mantuvieron", ha contado Piquer.
"En cambio, en las zonas montañosas de Israel hubo una cultura rural distinta. Pero en un espacio tan pequeño, a medida que esos territorios dejaron de estar bajo el dominio de Egipto, se establecieron lazos y contactos. Por tanto, no hay una desaparición de la cultura cananea. Hay una reducción de su área de influencia y una transformación por la llegada de nuevos elementos culturales", ha remarcado.
El estudio sobre el ADN de estas poblaciones urbanas y rurales que muestra el grupo de Tyler-Smith no aporta sin embargo diferencias significativas en cuanto a aspectos genéticos, lo que indica que a pesar de los distintos modos de vida urbano y rural, existía un parentesco genético entre ellos.

Textos cananeos, el gran enigma

Se dice de los cananeos que gran parte del desconocimiento que se tiene de lo que ocurrió con estos pueblos se debe a la falta de textos que de ellos han llegado hasta nosotros. El propio estudio de Tyler-Smith y sus colegas menciona este hecho y apunta al uso de papiros, en lugar de tablillas de arcilla, al origen de esta carencia.
Sin embargo, los estudiosos de las antiguas civilizaciones del Oriente Próximo, como Piquer Otero, discrepan de esta afirmación y explican esta circunstancia. Según Piquer, en la Edad del Bronce, toda la cultura cananea sí era una cultura de la tablilla. "Hemos encontrado en muchos yacimientos, desde Siria hasta Israel, tablillas de arcilla de escritura cuneiforme. Pero hay un pequeño problema. La lengua administrativa y la lengua diplomática que se utilizaba en aquella época era el acadio", ha aseverado.
Los cananeos, que poseían una serie de dialectos de lenguas semíticas, muy fragmentadas a lo largo del tiempo por las distintas zonas en las que se practicaba, no obstante, como otros pueblos, importaron la escritura de la cultura mesopotamia acadia y sumeria.
El uso de tablillas de arcilla, la escritura cuneiforme y el sistema de formación de escribas y funcionarios, fue adoptado por estos pueblos en detrimento de su propio lenguaje. "Es como lo que sucede hoy en día en la administración o en la diplomacia, que todo el mundo se entiende en inglés, aunque ninguna de las lenguas nativas sean esta. Con la cultura cananea pasa lo mismo, aunque ellos hablaban sus propias lenguas y dialectos, cuando escribían utilizaban una lengua extranjera, el acadio", ha aclarado Piquer.
No obstante, en la ciudad de Ugarit se han encontrado textos cananeos propios, "por alguna razón la dinastía reinante decidió empezar a escribir la documentación administrativa y económica, la mitología y los textos rituales, no en acadio, sino en su lengua. Crearon un sistema de escritura cuneiforme en su propia lengua", ha sostenido Piquer.
El descubrimiento de la antigua ciudad de Ugarit, en 1929, permitió conocer estos escritos cananeos tan peculiares, lo que ha provocado en la comunidad científica la idea de que los escritos cananeos, en general, sean escasos.

Por qué los animales tienen la dentadura perfecta y los humanos llevamos aparato

Por qué los animales tienen la dentadura perfecta y los humanos llevamos aparato

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Damos papilla a los niños, tomamos comida procesada...La mandíbula se nos ha quedado pequeña por no ejercitarla
Llevamos en nuestra boca el legado de la evolución. Pocas veces pensamos en lo fascinantes que son nuestros dientes. Parten la comida sin romperse, millones de veces a lo largo de nuestra vida, y lo hacen hechos de las mismas materias primas que aquello que trituran. La naturaleza es una gran ingeniera.
Pero en realidad, al mismo tiempo, nuestros dientes son un desastre. Piense en ello. ¿Sus muelas del juicio están desgastadas? ¿Tiene los incisivos inferiores torcidos y desalineados? ¿Los de arriba se montan sobre los de abajo? Casi todos nosotros responderíamos que sí al menos a una de estas preguntas, a no ser que hayamos ido al dentista. Es como si nuestros dientes fueran demasiado grandes para encajar correctamente en nuestras mandíbulas, y no hubiera suficiente espacio delante ni detrás. Realmente no tiene mucho sentido que un sistema tan bien diseñado encaje tan mal.
En general, los demás animales tienen los dientes perfectamente alineados. Nuestros ancestros homínidos más lejanos también; y lo mismo ocurre con los pocos pueblos del mundo que siguen viviendo de la caza y la recolección tradicionales.
Soy antropólogo dental en la Universidad de Arkansas y trabajo con los Hadza, un pueblo de cazadores y recolectores del gran valle africano del Rift en Tanzania. Lo primero que te llama la atención cuando inspeccionas la boca de un Hadza es que tienen muchos dientes. Casi 20 muelas, mientras que al resto de nosotros nos salen y utilizamos unas 16. Normalmente en la mordida de los Hadza los incisivos frontales superiores no se montan sobre los inferiores; sus bordes se alinean formando un arco perfecto. En otras palabras, el tamaño de los dientes y de las mandíbulas de los Hadza encaja perfectamente. Lo mismo ocurre con nuestros ancestros y nuestros parientes vivos más cercanos, los monos y los simios.
Así que, ¿por qué no encajan nuestros dientes en la mandíbula como deberían? La respuesta corta es que no es que nuestros dientes sean demasiado grandes, sino que nuestra mandíbula es demasiado pequeña. Me explicaré. Los dientes de los humanos están recubiertos de una dura capa de esmalte que se forma desde dentro hacia afuera. A medida que se genera el diente las células que forman esta cobertura se mueven hacia el exterior, hacia lo que será la superficie, dejando un rastro de esmalte. Si alguna vez se pregunta por qué sus dientes no pueden repararse a sí mismos cuando se rompen o tienen caries, la respuesta es que las células que forman el esmalte mueren y desaparecen cuando erupciona el diente. Así que el tamaño y la forma de nuestros dientes están genéticamente preprogramados. No pueden cambiar en respuesta a las condiciones de la boca.
Pero la mandíbula es otra historia. Su tamaño depende tanto de la genética como del medio en el que vivimos; y se hace más larga con el uso, sobre todo durante la infancia, en respuesta del hueso al estrés. El biólogo evolucionista Daniel Liebermann, de la Universidad de Harvard, llevó a cabo en 2004 un elegante estudio con hiracoideos a una parte de los cuales dieron alimentos blandos cocinados, y a otra comida cruda y dura. Un esfuerzo mayor al masticar resultó en un mayor crecimiento del hueso en el que se anclan los dientes. Lieberman demostró que la longitud final de una mandíbula depende del estrés al que se le somete cuando se mastica.
La selección de la longitud de la mandíbula se basa en el crecimiento esperado según una dieta dura. Así, la dieta determina la adaptación de la mandíbula al tamaño de los dientes. Es un delicado acto de búsqueda del equilibrio y nuestra especie ha tenido 200.000 años para conseguirlo. El problema es que, durante la mayor parte de ese tiempo, nuestros ancestros no alimentaron a sus hijos con papillas como hacemos nosotros. Nuestros dientes no encajan porque en realidad evolucionaron para una mandíbula más larga, la que se hubiera desarrollado en un medio ambiente que requiriera un mayor esfuerzo. Las nuestras son demasiado cortas porque no las hacemos trabajar como la naturaleza espera que lo hagamos.
Hay numerosas pruebas de esto. El antropólogo dental Robert Corruccini, de la Universidad de Illinois del Sur, ha comprobado los efectos de la alimentación comparando habitantes de núcleos urbanos y gente del medio rural de la ciudad de Chandigarh, al norte de la India, y sus alrededores. Pan blando y sopa de lentejas por un lado, mijo tosco por otro. También lo ha observado entre dos generaciones consecutivas de los Pima de Arizona tras la apertura de una planta de procesado de comida preparada en su reserva. La dieta marca una gran diferencia. Recuerdo cuando le pedía a mi mujer que no cortara la carne de nuestra hija en trozos tan pequeños cuando era una niña. «Déjale masticar», le pedía. Me contestaba que prefería pagar una ortodoncia que dejar que se asfixiara. Al final ganó ella.
Dientes amontonados, torcidos, desalineados e impactados son problemas enormes con obvias consecuencias estéticas, pero que también influyen en cómo masticamos y provocan deterioro bucal. A la mitad de nosotros nos convendría un tratamiento de ortodoncia. Sin embargo, estos, con frecuencia, incluyen sacar o limar dientes para conseguir que encajen con la longitud de la mandíbula.
¿Tiene esto sentido desde una perspectiva evolucionista? Algunos médicos creen que no. Y uno de mis colegas en Arkansas, el bioarqueólogo Jerry Rose, ha unido fuerzas con el ortodoncista Richard Roblee para abordar esta cuestión. ¿Su recomendación? Que los médicos se centren más en las mandíbulas en crecimiento, sobre todo en el caso de los niños. En los adultos, las opciones quirúrgicas para estimular el crecimiento del hueso cada vez se usan más, y pueden acortar los tratamientos.
Como último apunte, que los dientes se amontonen no es el único problema provocado por una mandíbula demasiado corta. La apnea del sueño es otro. Tener la boca más pequeña significa que hay menos espacio para la lengua, con lo que es más fácil que ésta se caiga hacia la garganta durante el sueño y acabe bloqueando la entrada de aire. Así que no es extraño que cada vez más se utilicen aparatos e incluso la cirugía para llevar la mandíbula hacia delante en el tratamiento de la apnea del sueño obstructiva.
Para lo bueno y para lo malo, llevamos en nuestra boca el legado de nuestra evolución. Es posible que estemos atascados en unas condiciones medioambientales orales con las que nuestros ancestros nunca tuvieron que lidiar, pero reconocerlo puede ayudarnos abordar mejor el problema. Piense en ello la próxima vez que sonría y se mire en un espejo.
Peter Ungar es profesor en la Universidad de Arkansas. Su último libro es 'El mordisco de la evolución: una historia de dientes, alimentación y los orígenes del ser humano' (2017). Publicado originalmente en Aeon Media. Síguelo en Twitter: @aeonmag

Aprenda a disfrutar de no hacer nada

Aprenda a disfrutar de no hacer nada

GABRIEL SAN
Los perfiles más proclives a ser 'workaholic' son hombres y mujeres entre 30 y 50 años. Suelen ser personas ambiciosas y competitivas
Hay personas que sienten devoción por su trabajo, unos porque es su auténtica vocación, otros por realizar una tarea que les apasiona, los hay que están muy implicados con el proyecto de su organización o se mueven como pez en el agua integrados en su equipo. Todos ellos pueden trabajar muchas horas y cansarse como el que más, pero el resultado de su esfuerzo es la satisfacción personal y profesional. Este bienestar lo desplazan a otras áreas, tienen vida familiar, hacen deporte o quedan con los amigos sin que su mente viva encadenada a las preocupaciones del trabajo.
Al otro lado, está la pasión obsesiva, denominada workaholism (adicción al trabajo) por el psicólogo Wayne Oates, que en 1971 la describió en su libro Confesiones de un Workaholic. El adicto trabaja muchas horas -más de 55 a la semana-, no puede parar y, si lo hace, se siente culpable. Atrapado en las listas de tareas -«lo que tengo que hacer»-, puede disfrutar de su trabajo brevemente antes de volver al agobio de los cometidos pendientes. No es adicto porque trabaja mucho, sino porque le domina el exceso de driven, el impulso a trabajar, que no permite que su ocupadísima mente haga una pausa y descanse.
Más horas no significan mayor rendimiento, el laboro-adicto puede dar problemas: vive a lo suyo, estresado e irritable por lo que tiene conflictos con los compañeros y su ansiedad no le deja ver el bosque de las soluciones. A David le despidieron de su trabajo como profesor. Su perfeccionismo excesivo hacía que los programas docentes se complicaran mucho. «Me encanta mi trabajo, es mi vida», decía. La palabra vacaciones era como hablar del infierno para él: «¿Qué hago con todo ese tiempo libre?», gritaba. Tuvo que aprender a parar su mente, tener espacios propios, hacer yoga y desarrollar la empatía hacia su agotada pareja.

Causas del 'workaholic'

Todos los estudios apuntan que para ser un alcohólico laboral hay que tener un componente de personalidad dependiente, en este caso a la realización de la tarea, como fuente de autoestima. Por otra parte, el enganchado al trabajo posee un tipo de perfeccionismo disfuncional por el que se pregunta a cada paso si lo estará haciendo bien, lo que acrecienta su inseguridad de fondo. Puede tener rasgos obsesivo-compulsivos, rumia las preocupaciones, se agota y vuelve a trabajar para calmarse: es su bucle neurótico. Suele ser ambicioso y competitivo, pero alberga expectativas elevadas difíciles de alcanzar. Sufre de exceso de responsabilidad por lo que le cuesta delegar y ostenta un rasgo masoquista: asume la sobrecarga de trabajo con resignación y con poca responsabilidad hacia su salud.
En general, hay dos perfiles de workaholic: los que están muy solicitados por su eficacia y comprometidos con su carrera, donde el componente narcisista es mayor; y los que temen enfrentarse cada día a su trabajo, agobiados por las tareas y por sus dudas para realizarlas. Este conflicto les dificulta para alcanzar sus logros y, en el caso de adicción grave, les lleva a fracasar una y otra vez. Todos narran que, en su infancia y juventud, la única forma de obtener alabanza de sus padres era demostrar esfuerzo y sacrificio, pero reprimían sus propios sueños. Otra semilla se encuentra en las escuelas muy exigentes, que priman el éxito incluso a costa de las propias personas.
En general, la adicción funciona como esas trampas de pesca para atrapar pulpos y calamares, que una vez dentro ya no pueden salir de ellas. En la primera fase, hay una puerta muy grande donde domina el sentimiento de capacidad y valía, los jefes no necesitan imponerse porque los empleados se quedan voluntariamente. En la segunda fase, el espacio se estrecha y quedan atrapados en sus listas de tareas. Se dan cuenta de que tienen que frenar; sino su salud mental se resentirá, pero el cerebro se obsesiona con la tarea pendiente y se dejan de lado amigos y familiares: «¡Me gusta el trabajo!, les dicen. La nicotina y el café pueden volverse sus fieles compañeros.
En la tercera fase, ya hay síntomas físicos: úlcera estomacal, presión arterial alta y cardiovasculares (se calcula que el 25% de los enfermos coronarios entre 40 y 60 años son workaholics). El sedentarismo y la mala postura producen lesiones cervicales y dolores de espalda. En Reino Unido existe el síndrome del sábado, la misteriosa pauta que enferma a los trabajadores sólo en su tiempo libre. Ahora, es difícil salir de la trampa solo.

¿Es adicto al trabajo?

Además de los síntomas ya descritos, la adicción conlleva otros sufrimientos:
Síntomas emocionales. El trabajo produce ansiedad y agobio por estar siempre preocupado por lo que falta por terminar. Cuando sale puede tener la sensación de vacío sin nada que hacer. Tiene mal humor y accesos de irritabilidad cuando no puede trabajar, como un alcohólico en plena crisis de abstinencia. Su autoestima se apoya exclusivamente en su actividad laboral, por eso no puede bajar la guardia y la relajación es imposible. Un síntoma muy significativo es la anhedonia, es decir, la incapacidad de disfrutar de las cosas buenas de la vida. Ana, tiene 30 años y es de la generación millenial, según un estudio Project Time Off, publicado en Harvard Business Review, las personas de su edad son los «mártires del trabajo», al moverse en un contexto laboral precario, sienten agobio, culpa y temor a ser reemplazados, por lo que es fácil que caigan en las conductas de adicción. Está aprendiendo a no ser autoexigente y relajarse cuando está con los demás.
Síntomas relacionales. La familia y los amigos se resienten de esa dedicación exclusiva al trabajo, no sólo por el poco tiempo que les dedica el workaholic, sino porque él piensa que le roban tiempo ¡con todo lo que tiene que hacer! Se vuelven egoístas y se relacionan sólo con las personas que le pueden aportar algo para su trabajo y reaccionan con irritabilidad y enfado antes cosas nimias. En consulta, son las parejas o hijos (o los empleados si los tiene) los que vienen pidiendo ayuda agotados por la tensa relación con el adicto con un ¡arréglelo, por favor! en la mirada. José vino a terapia de pareja con su mujer. Trabajaba de sol a sol y al llegar a casa después de cenar volvía a conectarse con su oficina on line. Los fines de semana se sumergía en un letargo emocional donde sólo le apetecía estar en casa. Tuvo que conectar con su malestar personal, acotar los horarios de trabajo e instalar el parón tecnológico radical en casa.

Psicosoluciones

Los perfiles más proclives a ser workaholic son hombres y mujeres de entre 30 y 50 años. Algunas profesiones son más vulnerables: los artistas por el estrés de la creatividad, los ejecutivos que no delegan, los políticos que buscan poder por la implicación, las profesiones de ayuda a los demás, las de riesgo como los servicios de seguridad, los periodistas por el estrés de la crónica diaria y las amas de casa por el aburrimiento y la soledad. Algunas propuestas para mejorar su calidad de vida son:
A nivel individual. Parar los pensamientos en torno al trabajo con instrucciones positivas como «mañana será otro día» o «me ocuparé de los problemas del trabajo sólo en el horario de trabajo».
- La técnica de las actividades placenteras obligatorias: para aprender a distraerse haga una lista de 20 actividades gratificantes y realice «obligatoriamente» dos al día.
- Utilizar el saboreo: coma despacio sintiendo el sabor, escuche música apreciando los tonos o mire un cuadro observando los colores, si su mente se va, vuelva al saboreo.
- Desconexión tecnológica: sólo use la tecnología en horarios de trabajo, no duerma con el móvil cerca y no se lleve el ordenador de vacaciones.
- Buscar nuevas aficiones: anímese a hacer una nueva actividad que no conozca; el golf o el ajedrez le están esperando.
- Practique técnicas de relajación como yoga, respiración o meditación todos los días. Empiece en vacaciones y nunca más lo deje.
Para la familia. No improvisar. Lleve un listado de actividades y de planes bien definidos estas vacaciones.
- Establecer normas para el uso de la tecnología, horarios de descanso y de ocio.
- Ayúdele a distraerse. Si habla del trabajo, dígale con afecto que el horario laboral ya se acabó. Hay que reconocer que los adictos, si se sienten valorados, aceptan mejor las nuevas propuestas.
- Tómese tiempo para sí mismo. A veces convivir con la adicción puede mermar la salud, dedíquese tiempo para cargar sus pilas.
El trabajo es una fuente de gratificación que aporta compensación económica, favorece el reconocimiento social y la autovaloración. Pero se nos puede ir de las manos. Si éste es su caso, le sugiero una lectura y una receta. La primera es el libro Workaholics, haga que la pereza trabaje para usted, que escribió Wayne Oates hace 40 años, su medicina sigue siendo útil hoy. La receta es el dolce far niente, que no es un postre, sino una forma de entender la vida a la italiana: si quiere poder trabajar y desarrollar su creatividad mañana, disfrute lo dulce de no hacer nada hoy.

Depresión de verano

La época estival se asocia con felicidad. No obstante, para el 1% de la población norteamericana, el Trastorno Afectivo Estacional se produce en verano y no en invierno, según la Sociedad Americana de Psiquiatría. La explicación puede residir en el calor, la humedad y los cambios de rutina. Los síntomas consisten en menor apetito, insomnio y una mayor irritabilidad. Otros factores que afectan son las expectativas que pueden verse frustradas por la imposibilidad de tomar vacaciones a la vez que somos testigos de cómo nuestros vecinos hacen las maletas, por la comparación negativa con los demás o con veranos anteriores en los que teníamos más energía y salud. El no tener que trabajar y el excesivo tiempo libre pueden dar lugar a sentir vacíos y preocupaciones que hacen que desconectemos de las posibilidades que tiene el presente. La consciencia del paso del tiempo que se da en momentos como la Navidad o la época estival nos confronta con cómo hemos aprovechado el año. Retirarse y no salir cerraría el círculo del aislamiento y de la autocompasión mientras la mayoría de la población se relaciona al aire libre

martes, julio 25, 2017

Un nuevo rumbo para el liberalismo económico

Un nuevo rumbo para el liberalismo económico

La economía neoliberal ha llegado a un punto de inflexión. Ahora el debate está entre aquellos que buscan formas de crecimiento menos propensas a la concentración extrema y aquellos que quieren acabar con la concentración cerrando mercados y sociedades abiertas.
Julio 2017

Un nuevo rumbo para el liberalismo económico Desde la revolución agraria, el progreso tecnológico siempre ha alimentado fuerzas opuestas de dispersión y concentración. La primera ocurre con la erosión de viejos poderes y privilegios; la segunda, cuando se expande el poder y el alcance de quienes controlan las nuevas capacidades. La denominada Cuarta Revolución Industrial no será una excepción.
La tensión entre dispersión y concentración ya se está agudizando en todos los niveles de la economía. A lo largo de la década de 1990 y los comienzos del nuevo milenio, el comercio creció dos veces más rápido que el PIB, sacando de la pobreza a cientos de millones. Gracias a la globalización del capital y del conocimiento, los países fueron capaces de desplazar recursos a sectores más productivos y mejor remunerados. Todo esto contribuyó a la dispersión del poder de mercado.
Pero esta dispersión se produjo en paralelo a una concentración igualmente marcada. A nivel sectorial, un par de industrias clave –especialmente en los sectores financiero y de tecnologías de la información– lograron una creciente cuota de ganancias. Por ejemplo, en Estados Unidos el sector financiero genera solo el 4% del empleo, pero representa más del 25% de los beneficios empresariales. Y la mitad de las compañías estadounidenses que generan ganancias del 25% o más son firmas tecnológicas.
Lo mismo ha ocurrido al nivel organizacional. El 10% más rentable de las firmas estadounidenses es ocho veces más rentable que la empresa media. En los años 90, este múltiplo era solo tres.
En gran medida, la creciente desigualdad económica se puede explicar por estas consecuencias de la concentración. La investigación de César Hidalgo y su grupo del MIT revela que en los países donde la concentración sectorial ha disminuido en las últimas décadas, como Corea del Sur, la desigualdad de ingresos ha disminuido. Y en los países donde esa concentración ha aumentado, como Noruega, la desigualdad se ha incrementado.
Se puede observar una tendencia similar a nivel organizacional. Un estudio reciente de Erling Bath, Alex Bryson, James Davis y Richard Freeman demostró que la dispersión del salario individual desde los años setenta está asociada a diferencias salariales entre empresas y no dentro de ellas. Los economistas de Stanford Nicholas Bloom y David Price confirmaron este resultado, y sostienen que prácticamente todo el aumento de la desigualdad de ingresos en Estados Unidos se debe a la creciente brecha en los salarios promedio que pagan las empresas.
Semejantes resultados no son solo el fruto de cambios estructurales inevitables, sino también de decisiones sobre cómo manejar esos cambios. A finales de los años setenta, a medida que se arraigaba el neoliberalismo, los responsables políticos ponían menos atención al hecho de que las grandes empresas convirtieran sus ganancias en influencia política y, en cambio, les preocupaba que los gobiernos protegieran a compañías no competitivas.
Teniendo esto en mente, los responsables políticos comenzaron a desmantelar las normas y regulaciones económicas que se habían aplicado después de la Gran Depresión y fomentaron las fusiones verticales y horizontales. Tales decisiones jugaron un papel importante en posibilitar una nueva ola de globalización, que difundió cada vez más el crecimiento y la riqueza a todas las naciones, pero también sentó las bases para la concentración de los ingresos y la riqueza dentro de los países.
La creciente «economía de plataformas» es un buen ejemplo. En China, el gigante del comercio electrónico Alibaba está liderando una iniciativa masiva para conectar las áreas rurales con los mercados nacionales y globales, incluyendo su plataforma de consumidor a consumidor Taobao. La iniciativa acarrea una dispersión sustancial: en más de 1.000 comunidades rurales chinas –los llamados «pueblos Taobao»– ahora más del 10% de la población se gana la vida vendiendo productos en esta plataforma. Sin embargo, dado que Alibaba ayuda a construir una economía inclusiva que comprende a millones de mini-multinacionales, al mismo tiempo expande su propio poder de mercado.
Actualmente, los responsables políticos necesitan un nuevo enfoque que resista la concentración excesiva. Esto que puede generar mayor eficiencia, pero también permite a las empresas acumular ganancias e invertir menos. Por supuesto, Joseph Schumpeter sostuvo que no hay que preocuparse demasiado por los ingresos monopolísticos, ya que la competencia borraría rápidamente la ventaja. Pero el desempeño de las empresas en las últimas décadas muestra un panorama diferente: el 80% de las compañías que obtuvieron una rentabilidad del 25% o más en 2003 también lo hacían diez años después. (En los años noventa, esa proporción se situaba en torno al 50%).
Para contrarrestar esa concentración, los responsables políticos en primer lugar deben implementar leyes de competencia más inteligentes, que no solo se centren en la cuota de mercado o en el poder de fijación de precios, sino también en las muchas formas de extracción de rentas, desde derechos de autor y normas sobre patentes que permiten a sus titulares beneficiarse de descubrimientos ya viejos, hasta el mal uso de la centralidad de la red. La pregunta no es «cuán grande es demasiado grande», sino cómo diferenciar entre grande «bueno» y «malo». La respuesta depende del equilibrio que las empresas logren entre captación y creación de valor.
Asimismo, los responsables políticos deben facilitar la creación de nuevas empresas. Un vibrante ecosistema emprendedor sigue siendo el antídoto más eficaz para la extracción de rentas. Por ejemplo, las tecnologías digitales tienen el potencial de contener más eficazmente el poder de los grandes oligopolios que la aplicación de severas medidas políticas. Con todo, las economías no deben depender únicamente de los mercados para producir el «movimiento» que tanto necesita el capitalismo. De hecho, incluso cuando los responsables políticos se llenan la boca con alabanzas al espíritu de emprendimiento, en muchas economías avanzadas ya está bajando el número de nuevas empresas.
Por último, los responsables políticos deben ir más allá de la presunción neoliberal de que ascenderán aquellos que trabajan duro y cumplen las reglas. Después de todo, la otra cara de esa visión, que se basa en una creencia básica del efecto igualador del mercado, es lo que Michael Sandel denomina nuestra «soberbia meritocrática»: la idea equivocada de que el éxito (y el fracaso) depende solo de nosotros.
Esto implica que las inversiones en educación y capacitación, aunque sean necesarias, no serán suficientes para reducir la desigualdad. También se requieren políticas que aborden frontalmente los sesgos estructurales, desde los salarios mínimos hasta los proyectos de un ingreso básico universal.
La economía neoliberal ha llegado a un punto de inflexión que ha sustituido la tradicional división política entre izquierda y derecha por una división diferente: entre aquellos que buscan formas de crecimiento menos propensas a la concentración extrema y aquellos que quieren acabar con la concentración cerrando mercados y sociedades abiertas. Ambas partes desafían las viejas ortodoxias, pero mientras una busca eliminar el «neo» del neoliberalismo, la otra intenta desmantelar el liberalismo completamente.
La era neoliberal ha llegado a su fin. Es hora de definir lo que viene a continuación.

jueves, julio 20, 2017

Educado por sus padres en casa y es admitido en una universidad britanica

Educado por sus padres en casa y admitido en una universidad británica

Leonel Virosta, superdotado de 18 años, estudió la Secundaria sin acudir al instituto y ha sido aceptado por la Universidad de Manchester

Leonel Virosta sabe que es especial. Tiene 18 años y a diferencia de la mayoría de jóvenes de su edad, él no fue al instituto. Desde los 10 años sus padres le educaron en su casa de Cuevas del Valle, un pueblo de 500 habitantes en la provincia de Ávila. Diagnosticado como alumno de alta capacidad con sobredotación intelectual a los seis años, Leonel se preparó por su cuenta el Bachillerato y la PAU(antigua Selectividad) y obtuvo una nota media de 12,62 sobre 14. Quería estudiar el grado en Bioquímica en la Universidad Complutense, pero el Ministerio de Educación le denegó el acceso por no tener los certificados oficiales. Su suerte cambió hace unos meses cuando la Universidad de Manchester le admitió pese a no haber pisado ningún centro de Secundaria.
Leonel Virosta junto a su madre y educadora. CARLOS ROSILLO / L.M. RIVAS
“El colegio se basa en un sistema de castigos y recompensas, profesores que te regañan en función de tus notas y estudiantes que te admiran o hablan mal de ti. Esa es una falsa motivación. En casa no hay ayuda externa, todo depende de ti”, explica Leonel en la sede madrileña de British Council, que le acaba de escoger de entre 400 jóvenes españoles para concederle la Beca IELTS, dotada con 10.000 euros e impulsada para animar a estudiar un grado o posgrado en inglés.
"Cuando estudias en casa aprendes a ser disciplinado, tienes que cumplir unos horarios y no despistarte", detalla Leonel. En España todas las familias están obligadas a escolarizar a sus hijos desde los seis hasta los 16 años. Algunos padres deciden educarles en casa, una opción que no está regulada y que puede ser motivo de denuncia.

Junto a Leonel está su madre, Belén Gutiérrez, que asegura que a los tres años el niño ya leía y escribía. “Pillaba al vuelo los juegos de palabras”, cuenta. Leonel nació en Alicante y muy pronto sus padres, ambos actores, decidieron instalarse en un pequeño pueblo para criar a su hijo en un entorno de naturaleza. Aunque “ya tenía resistencia a entregarle al sistema educativo”, relata Gutiérrez, a los cuatro años le matricularon en un colegio rural de El Hornillo, a 29 kilómetros por carretera de Cuevas del Valle. Se decantaron por ese centro porque una vecina les había hablado maravillas de una de sus profesoras, Juana Cano. "Me consolaba pensar que le entregaba a una maestra rural de las que todavía sienten pasión por su trabajo; pocos alumnos en clase y una educación personalizada".

ADMITIDO EN MANCHESTER PARA ESTUDIAR BIOLOGÍA CELULAR

Hace unos meses, la Universidad de Manchester admitió a Leonel Virosta para estudiar un grado en Biología Celular. Con una condición: debía cursar un Foundation, nombre que recibe el curso de un año de duración que tiene como objetivo preparar al alumno con los conocimientos específicos sobre la materia en inglés y cuyo precio de matrícula es igual a un curso universitario, 9.250 libras al año (10.424 euros) en el caso de la pública. Finalmente, le han comunicado que podrá acceder directamente a la carrera gracias a haber obtenido la beca de British Council, que valora, entre otras cosas, la habilidad para innovar y "ser una persona dinámica".
"Nosotros no podemos costearlo, es magnífico que British conceda este tipo de ayudas", indica la madre de Leonel, Belén Gutiérrez. El Gobierno británico ofrece préstamos sin intereses por un importe máximo de unas 9.250 libras al año a los estudiantes, que comenzarán a devolverlo cuando su sueldo sea superior a 21.000 libras (23.741 euros) al año. Una vez transcurridos 30 años, la deuda prescribe. A diferencia de España, en Reino Unido no existe la Selectividad ni las notas de corte para acceder a un grado. Cada universidad fija unos requisitos de acceso y uno de los criterios para realizar la criba, además de las cartas de recomendación y las entrevistas personales, es la nota media obtenida en primero y segundo de Bachillerato.
Esa maestra recuerda bien el caso de Leonel. "El primer año demandaba más atención que el resto, siempre tenía que cogerle en brazos, se notaba que no había tenido contacto con otros niños", describe Juana Cano. Pronto empezó a destacar en el plano intelectual. Cuando les encargaban redactar un poema en casa, él traía un pequeño libro con diez poemas. Mientras estudiaban el cuerpo humano, él llegaba a clase con un trabajo sobre las patologías del corazón. "Sus respuestas eran divergentes, no eran las habituales, él iba por otro lado", señala Cano.
A los seis años la maestra y la psicopedagoga del centro, con un total de 30 alumnos, recomendaron a los padres de Leonel que le realizaran un test para detectar altas capacidades. El diagnóstico lo confirmó y decidieron adelantarle un curso para que estuviese en un entorno más acorde a su nivel. Al final se saltó dos cursos, no realizó segundo ni cuarto de Primaria, una medida 100% legal contemplada por la Consejería de Educación de Castilla y León para ese tipo de alumnos conocida como flexibilización curricular.
Cano se inscribió en un curso online del Ministerio para apreder metodologías específicas para atender a alumnos con altas capacidades. Unos años después pasó a encargarse de otro grupo y dejó de ser su maestra. Se enteró de que otra profesora "le estaba haciendo la vida imposible" porque no se aprendía de memoria las tablas de multiplicar. "Él tenía sus propias fórmulas de cálculo y sus compañeros también empezaron a juzgarle". A los 10 años Leonel terminó la Primaria y sus padres decidieron seguir educándole en casa. "No les juzgo porque el sistema educativo no sirve para todos. A veces los padres tienen que defender a sus hijos de ese sistema", opina Cano, que tras la marcha de Leonel del centro le perdió la pista. 
El siguiente episodio son ocho años en los que sus padres compraron los libros de texto de las diferentes asignaturas y cursos de la ESO, los estudiaron en profundidad y le dieron las lecciones en casa. "En España no hay centros públicos de Secundaria para alumnos con altas capacidades y el CIDEAD -único centro del Ministerio de formación a distancia para jóvenes- no aceptó a Leonel", argumenta su madre. El problema era que el CIDEAD solo admite a alumnos a petición de las comunidades autónomas con los informes pertinentes de la inspección educativa. Entre sus 1.800 alumnos, la gran mayoría son niños de entre seis y 16 años que residen fuera de España, hijos de familias itinerantes que cambian frecuentemente de domicilio (como los trabajadores del circo) y deportistas de alto nivel. Además, según reconoce Raúl Pardo, actual director del CIDEAD, el centro no dispone de un servicio para alumnos con altas capacidades. 
Para poder certificar los estudios del chico, sus padres recurrieron a centros de homeschooling (en español, escuela en casa) en Estados Unidos y Panamá, que cada año le hacían exámenes online para acreditar sus conocimientos. El drama llegó cuando Leonel finalizó el Bachillerato con 16 años, realizó la PAU por la UNED, obtuvo una muy buena nota (12,62 sobre 14), y el Ministerio le comunicó que no podía acceder a la universidad en España al no disponer de certificados oficiales. El Instituto Internacional del Pacífico -con sede en Panamá-, que le certificó el Bachillerato, no está homologado en España. 
Durante dos años Leonel, que ahora vive en Serdio, un pueblo de casi 200 habitantes de Cantabria, con sus padres y sus tres hermanos pequeños -todos escolarizados-, creó un canal de YouTube para enseñar Biología. La inspiración le vino de todos los vídeos educativos que consultó durante esos ocho años de aprendizaje autodidacta. "El sistema británico es mucho más flexible que el español; para admitirle en la Universidad de Manchester han valorado que está motivado y que tiene los conocimientos", señala Carolina Jiménez, directora de política educativa de Bristish Council España. 
En el encuentro con Leonel y su madre surgen algunas preguntas incómodas, como la falta de socialización de un adolescente. "He sufrido que no tuviese una pandilla de amigos con 17 años, pero es importante aprender a estar solo", confiesa su madre. Él está contento con la persona que es y dice que no cambiaría nada. Es un apasionado de la ciencia y cree que de no haberse educado en casa no tendría una convicción tan poderosa."Yo nunca he sido tímido y ser diferente no me ha hecho introvertido. De hecho, lo que más me atrae de Manchester en su comunidad internacional", aclara Leonel.
El próximo septiembre se separará por primera vez de su familia para volar a la ciudad británica. "Cuando despegue el avión y los deje en tierra quizás sea el momento más triste que he vivido", cuenta. "Pero lo estoy deseando".

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