La pérdida de la virginidad para los humanos es considerado un momento importante. Muchos creen que entonces sus vidas cambian para siempre.
Sin embargo, si hablamos de algo que marca para toda la vida, nadie mejor que los grillos del género Cyphoderris para servir de ejemplo: los machos de algunas de sus especies pierden no solo la inocencia, sino trozos de su propio cuerpo ante la primera hembra con la que copulan.
Según el ecologista Scott Sakaluk, el apareamiento de esos insectos puede ser considerado una forma de canibalismo sexual. Para atraer a una hembra, el macho emite un sonido frotando sus alas, lo que recibe el nombre de estridulación. Luego, durante el acto sexual, el macho deja que la hembra se dé un banquete con sus alas y chupe su hemolinfa, el equivalente a la sangre de los insectos. «Un día es virgen y al siguiente tiene el cuerpo mordisqueado», comenta Sakaluk.
Los expertos se preguntan, sin embargo, por qué algunos de estos machos reciben tan poco cariño y a otros en cambio no les pasa nada. Al parecer, la clave está en la llamada que hacen a las hembras: el compañero de Sakaluk Geoff Ower comparó las de distintos machos y detectó «diferencias fundamentales» entre el sonido emitido por los grillos que salían intactos y los que no.
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Ser víctima de canibalismo puede reducir la fuerza que un grillo necesita para la estridulación, como señala Sakaluk. Al finalizar la temporada de apareamiento, «solamente quedan unos pocos emitiendo el característico sonido del cortejo; son los que han tenido suerte» y tienen ganas de repetir.
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