viernes, marzo 30, 2018

El aspecto real de Jesús

Semana Santa: qué dicen los historiadores sobre el aspecto real de Jesús

Ilustración de un rostro que podría ser el de Jesús.Derechos de autor de la imagenCÍCERO MORAES/BBC BRASIL
Image captionLa recreación elaborada por Cícero Moraes muestra que los judíos que vivían en Medio Oriente en el siglo I tenían la piel, el cabello y los ojos oscuros.
Después de siglos y siglos de eurocentrismo —tanto en el arte como en la religión— se sedimentó la imagen más conocida de Jesús: un hombre blanco, barbudo, de cabello largo castaño claro y ojos azules.
A pesar de ser un retrato ya conocido por la mayoría de los cerca de 2.000 millones de cristianos que hay en el mundo, se trata de una recreación que debe haber tenido poco que ver con la realidad.
El Jesús histórico, señalan expertos, muy probablemente era moreno, bajito y mantenía el cabello recortado, como los otros judíos de su época.
La dificultad para saber cómo lucía Jesús viene del mismo origen del cristianismo: el Nuevo Testamento, la parte de la Biblia que narra la vida de Jesús, no hace ninguna descripción de su aspecto.
"Los evangelios no lo describen físicamente, no dicen si era alto o bajo, guapo o fuerte. Lo único que dicen es su edad aproximada, unos 30 años", comenta la historiadora neozelandesa Joan E. Taylor, autora del nuevo libro What Did Jesus Look Like?("¿Cómo lucía Jesús?") y profesora del Departamento de Teología y Estudios Religiosos del King's College de Londres, Reino Unido.
Ilustración hecha por la BBC del probable rostro de Jesús.
Image captionIlustración que hizo el especialista Richard Neave para un documental de la BBC en 2001.
"Esta ausencia de datos es muy significativa. Parece indicar que los primeros seguidores de Jesús no se preocupaban por tal información, que para ellos era más importante registrar las ideas que decir cómo era físicamente", afirma el historiador André Leonardo Chevitarese, profesor del Instituto de Historia de la Universidad Federal de Río de Janeiro y autor del libro "Jesús Histórico. Una brevísima introducción".

Cráneos del siglo I

En 2001, para un documental producido por la BBC, el experto forense en reconstrucciones faciales británico Richard Neave utilizó sus conocimientos científicos para alcanzar una imagen cercana a la realidad.
A partir de tres cráneos del siglo I, de antiguos habitantes de la misma región donde Jesús habría vivido, él y su equipo recrearon, utilizando modelado 3D, un rostro típico que muy bien pudo haber sido el de Jesús.
Los esqueletos de judíos de esa época muestran que la altura media era de 1,60 m y que la gran mayoría de hombres pesaba poco más de 50 kilos.
Pintura de Jesús del siglo XIX en Turín.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Tienes una imagen de Jesús con rasgos europeos?
Taylor, autora del nuevo libro, llegó a conclusiones similares sobre la fisonomía de Jesús.
"Los judíos de la época eran biológicamente similares a los judíos iraquíes de hoy en día, así que creo que (Jesús) tenía cabello marrón oscuro a negro, ojos castaños, piel morena, un hombre típico de Oriente Medio", afirma.

Moreno y pelo largo

El diseñador gráfico brasileño Cícero Moraes, especialista en reconstrucción facial forense, creó una imagen científica de Jesucristo a pedido de BBC Brasil.
Moraes comenta que "(Jesús) ciertamente era moreno, considerando la tez de personas de aquella región y, principalmente, analizando la fisonomía de hombres del desierto, gente que vive bajo el sol intenso".
Otra cuestión interesante es la cabellera de Jesús.
En la Epístola a los Corintios (uno de los libros de la Biblia), el apóstol Pablo escribe que "es una deshonra para el hombre tener pelo largo", por lo que Jesús no habría tenido cabello largo, como suele ser retratado.
"Para el mundo romano, la apariencia aceptable para un hombre era que llevara la barba afeitada y el cabello corto. Aunque en la antigüedad, los filósofos probablemente se dejaban la barba larga", afirma la historiadora Joan Taylor.
Jesús crucificado en un cuadro del pintor alemán Matthias Grunewald, del siglo XVI.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn este cuadro del siglo XVI, de Matthias Grunewald, Jesús aparece crucificado.
El profesor Leonardo Chevitarese, autor del libro "Jesús Histórico. Una brevísima introducción", dice que las primeras iconografías conocidas de Jesús, que datan del siglo III, lo muestran como un joven imberbe y de cabello corto.
"Parecía más un joven filósofo, un profesor, que un dios barbudo", detalla.
La investigadora Wilma Steagall, profesora de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo y miembro de la Sociedad Brasileña de Teología y Ciencias de la Religión, señala que "en el centro de la iconografía paleocristiana, Cristo aparece bajo diversas representaciones: con barba, como un filósofo o maestro; o imberbe, con un rostro apolíneo, con túnica, con el semblante del dios Sol o de humilde pastor".

Figura divina

Taylor, la autora del nuevo libro, cree que las imágenes que se han usado a lo largo de los siglos siempre han intentado retratar al Cristo, es decir, a la figura divina, de hijo de Dios, y no al Jesús humano.
"Ese es un asunto que siempre me fascinó, yo quería ver a Jesús, evidentemente", dice.
Reproducción del cuadro "La última cena".Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionCuando en una pintura aparece Jesús con más gente, se le suele ver superior al resto.
La representación de Jesús barbudo y peludo surgió en la Edad Media, durante el auge del imperio Bizantino.
Como recuerda el profesor Chevitaese, la figura de Cristo empezó a mostrar a un ser invencible, semejante físicamente a los reyes y emperadores de la época.
El sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, coordinador del Núcleo Fe y Cultura de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo, dice que "a lo largo de la historia, las representaciones artísticas de Jesús y de su cara raras veces se preocuparon por presentar al ser humano concreto que habitó Palestina al inicio de la era cristiana".
"En las iglesias católicas de Oriente, la imagen de Cristo debe seguir una serie de reglas para que transmita esa otra percepción de la realidad del personaje. Por ejemplo, lleva la cabeza en alto, con arrugas entre los ojos que sugieren sabiduría y la capacidad de ver más allá del mundo material", agrega Ribeiro Neto.
"En las escenas con varias personas él siempre se ve más grande, lo que indica su superioridad sobre el ser humano normal; y en la cruz se le representa vivo y en la gloria, sugiriendo su resurrección", cuenta.
Una mujer tomándole foto a "El descendimiento", de Caravaggio.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn algunas obras de arte, Jesús aparece con un aspecto sufrido y martirizado, como en el cuadro "El descendimiento", de Caravaggio.
Como la Iglesia occidental no seguía tales normas, los artistas que representaron a Cristo a lo largo de los siglos lo crearon a su modo.
"Puede ser una figura dulce en muchas imágenes barrocas o un Cristo sufrido y martirizado como en las obras de Caravaggio o Goya", sostiene el sociólogo Ribeiro Neto.
"El problema de la representación fiel al personaje histórico es una cuestión de nuestro tiempo, cuando la reflexión crítica mostró las formas de dominación cultural en la representaciones artísticas", prosigue el sociólogo.
"En ese sentido, el problema no es tener un Cristo rubio de ojos azules. El problema es que se piense que la divinidad debe presentarse con facciones europeas porque éstas representan a aquellos que están arriba en la 'escala social'", lamenta Ribeiro Neto.
Esta distancia entre el Jesús "europeo" y los nuevos fieles de países lejanos, según el historiador Chevitarese, se redujo en la búsqueda de una representación mucho más intermedia, un "Jesús étnico".
"Imágenes de Jesús en Macao, la antigua colonia portuguesa en China, lo muestran con ojos rasgados, con la forma de vestir de un chino. En Etiopía, hay registros de un Jesús con rasgos negros", añade.

jueves, marzo 29, 2018

La supervivencia al cáncer aumenta en todo el planeta, pero sobre todo para los pacientes ricos

La supervivencia al cáncer aumenta en todo el planeta, pero sobre todo para los pacientes ricos

Los autores del mayor estudio de la historia, con 37 millones de personas, denuncian una "oncoplutocracia"




Un paciente oncológico se somete a un escáner en un hospital francés.
Un paciente oncológico se somete a un escáner en un hospital francés.

El cáncer no es una sentencia de muerte. El mayor estudio hasta la fecha, con datos de 37,5 millones de pacientes en 71 países, revela un aumento generalizado de la supervivencia desde el año 2000. En España, por ejemplo, la supervivencia cinco años después del diagnóstico ha pasado del 56% al 63% en los pacientes de cáncer de colon y del 21% al 27% en los de tumores cerebrales. Y esta supervivencia a los cinco años prácticamente se puede considerar curación en muchos tipos de cáncer, según recuerdan los autores del trabajo, encabezados por la epidemióloga italiana Claudia Allemani.
Los investigadores han detectado mejorías incluso en los tumores de peor pronóstico. En España, la supervivencia a los cinco años en el cáncer de esófago se ha incrementado del 9% al 13%. En el caso del hígado, ha subido del 14% al 17%. En pulmón, del 10,8% al 13,5%. En páncreas, del 5,6% al 7,7%. En otros cánceres, la supervivencia se mantiene alta desde hace años, como los de mama (85%), cuello de útero (65%), próstata (90%) y melanoma (87%). “En todos los tumores que se han analizado ha habido una mejoría destacada de la supervivencia”, resume Rafael Marcos-Gragera, epidemiólogo del Instituto Catalán de Oncología y participante en el macroestudio internacional.

La supervivencia a los cinco años de un niño diagnosticado con un tumor cerebral es del 36% en México, del 66% en España y del 80% en Suecia
El trabajo, pese a los datos positivos, constata una “inaceptable” desigualdad en el acceso a los servicios médicos. La supervivencia a los cinco años de un cáncer de mama es del 90% en EE UU, frente al 66% de India. En Finlandia, más del 95% de los niños diagnosticados con leucemia linfoblástica aguda siguen vivos a los cinco años. En Ecuador, solo el 49,8%. “Hay que acabar con la oncoplutocracia, en la que los progresos en la lucha contra el cáncer solo benefician a los países y pacientes ricos”, exige el oncólogo Richard Sullivan, del King's College de Londres, en la revista médica que publica hoy los nuevos datos, The Lancet.
El estudio internacional, bautizado Concord-3, analiza 18 de los tipos de cáncer más habituales. En la mayoría de ellos, las supervivencias más altas se registran en EE UU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y en los países nórdicos. El código postal sigue siendo más importante que el código genético en la salud pública. Por ejemplo, la supervivencia a los cinco años de un niño diagnosticado con un tumor cerebral es del 29% en Brasil, del 36% en México, del 41% en China, del 66% en España, del 78% en EE UU y del 80% en Suecia.


Supervivencia neta 5 años en distintos cánceres en España.
Supervivencia neta 5 años en distintos cánceres en España.

“Podemos utilizar el neologismo oncoplutocracia, creado por el profesor Sullivan, para resumir la idea de que los pacientes ricos tienen un mejor pronóstico y que las diferencias en el resultado de un cáncer son cada vez mayores, como también lo son las diferencias en los ingresos económicos, tanto entre unos países y otros como entre unos ciudadanos y otros dentro del mismo país”, denuncia la epidemióloga Claudia Allemani, profesora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
“Las disparidades en la supervivencia del cáncer entre diferentes grupos de población también existen en los países ricos, por ejemplo entre personas blancas y negras en EE UU”, subraya Allemani. Su equipo mostró hace unas semanas que la supervivencia a los cinco años de los pacientes de cáncer de colon en EE UU estaba relacionada con el color de la piel: era del 65% en el caso de los blancos y del 56% en el de los negros.
Allemani también pone el foco en otro problema: “Algunas de las nuevas terapias contra el cáncer son extremadamente caras y solo están disponibles para los más ricos de los países más ricos. Con estos precios, no son un producto sostenible para todos los pacientes, ni siquiera en los países más ricos”. La primera terapia génica contra el cáncer aprobada en EE UU, desarrollada por la farmacéutica Novartis contra un tipo de leucemia, cuesta unos 400.000 euros por paciente.

“Algunas de las nuevas terapias contra el cáncer son extremadamente caras y solo están disponibles para los más ricos de los países más ricos", denuncia la epidemióloga Claudia Allemani
El nuevo presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica, Josep Tabernero, alertó en septiembre de que “los márgenes de beneficio que obtienen las farmacéuticas no son sostenibles en ningún lugar del mundo y es necesario abrir un debate sobre cuál es un precio justo de los medicamentos”.


La epidemióloga Claudia Allemani.
La epidemióloga Claudia Allemani.

El epidemiólogo Miquel Porta cree que, más allá de aplicar tratamientos carísimos, es urgente “acelerar el camino que el paciente recorre desde que tiene síntomas hasta que se diagnostica”. El sistema sanitario está en peligro por “las políticas ultraliberales”, a juicio de Porta, catedrático de Salud Pública en el Instituto de Investigaciones Médicas del Hospital del Mar, en Barcelona. “Gracias a la sanidad pública, el acceso a programas de cribado del cáncer de mama es independiente del nivel socioeconómico. Son políticas de igualdad que pasan malos años, aunque muchas consejerías de salud están aguantando el tipo”, opina el investigador, que no ha participado en el Concord-3.
Los autores del nuevo estudio hacen un llamamiento a las autoridades sanitarias de todo el mundo para que mejoren el registro de los pacientes con cáncer, “una herramienta clave” para medir la eficacia de un sistema sanitario. “En España no tenemos un registro nacional, como sí existe en los países nórdicos. Tenemos registros regionales que cubren solo el 30% de la población. Solo tenemos una fotografía parcial de lo que está ocurriendo”, lamenta el epidemiólogo Rafael Marcos-Gragera.

miércoles, marzo 28, 2018

Ambroise Paré, el barbero convertido en médico de los reyes de Francia que cambió la cirugía para siempre

Ambroise Paré, el barbero convertido en médico de los reyes de Francia que cambió la cirugía para siempre


Ambroise Paré, 1582.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl francés Ambroise Paré estableció las bases de la cirugía moderna.

"La cirugía tiene cinco cometidos: eliminar lo superfluo, restaurar lo que ha sido dislocado, separar lo unido, unir lo separado y modificar lo que la naturaleza ha deformado".
Fue el francés Ambroise Paré quien estableció que esas debían ser las bases de dicha práctica médica.
Esta teoría, pero sobre todo sus aportes en el campo, llevaron a este hombre del Renacimiento, de origen humilde y limitada educación, a dejar de ser barbero y convertirse en médico de reyes.
Pero por encima de todo logró transformar su profesión en la disciplina puntera que es hoy, ajustándola a los avances científicos y a una visión humanista a la hora de tratar a sus pacientes.
Tal como Sherwin B. Nuland, cirujano y profesor de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, escribió en su obra Doctors: The Biography of Medicine("Médicos: la biografía de la medicina"), publicada originalmente en 1988, Paré se distinguió por "su humanidad en una era de crueldad".

Grabado coloreado de C. Manigaud que representa a Ambroise Paré. (Foto: Iconographic Collections / Welcome Images vía Wikimedia Commons)
Image captionSegún los expertos, Ambroise Paré se destacó en parte por su humanidad en una época en la que los tratamientos médicos y la cirugía eran atroces.

Pero también por "su humildad en una era de arrogancia, su objetividad en una época de superstición, su originalidad en una era de conservadurismo, su independencia en una era de autoridad, su lógica racional en una era de teorías irracionales e ilógicas y su hondo sentido moral en una era en la que reinaba la hipocresía pragmática y las masacres eran perpetradas en nombre de la religión sectaria".
Aunque no siempre fue visto así…

Origen humilde

Paré nació en Bourg-Hersen, a unos 300 kilómetros al oeste de París, en 1510.
Su padre era un lacayo y su madre una prostituta, por lo que la familia pertenecía al estrato social más bajo.
Por ello, su educación fue muy limitada y fue un clérigo quien le enseñó las primeras letras, aunque nunca aprendió ni latín ni griego.
Empezó su carrera profesional como aprendiz de cirujano-barbero, un gremio de muy poco prestigio formado por profesionales que, así como afeitaban barbas y cortaban cabelleras, hacían sangrías, frenaban hemorragias y curaban heridas, o arrancaban muelas.

Litografía que empeó U. Bourgeois en 1895 y terminó N. Legrand en 1908, y representa a 56 médicos prominentes en el anfiteatro de la Facultad de Medicina de París. (Foto: Iconographic Collections / Welcome Images vía Wikimedia Commons)
Image captionSin pasar por la Facultad de Medicina de París (en la imagen), Ambroise Paré comenzó su carrera profesional como aprendiz de barbero-cirujano en el Hôtel-dieu, un gran hospital de la capital francesa fundado en el siglo VII.

Se les llamaba también cirujanos de bata corta, para distinguirlos de los de bata larga.
Los primeros eran los que llevaban a cabo la labor práctica y los segundos, aquellos que pertenecían a la Hermandad de San Cosme y San Damián, la primera asociación de cirujanos profesionales de Francia fundada en el siglo XIII, quienes sabían latín y griego, diagnosticaban y se encargaban de las labores académicas.
En 1529, a los 19 años, Paré logró ingresar en el Hôtel-dieu, un gran hospital de París fundado en el siglo VII, como cirujano-barbero, donde aprendió las nociones básicas de la cirugía.

Foto tomada el 29 de agosto de 2017 al maletín del cirujano y anatomista francés Ambroise Paré. (Foto: JEAN-FRANCOIS MONIER/AFP/Getty Images).Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionCuando empezó las prácticas en el hôtel-Dieu, la cirugía no era una práctica con prestigio, ya que se llevaba a cabo en los pasillos del hospital con un alto índice de mortalidad.

Por aquel entonces la práctica no contaba con el prestigio de hoy, sino que se llevaba a cabo en los pasillos del centro de salud y contaba con una mortalidad muy alta.
Pero gracias a lo aprendido allí, en 1536 fue contratado por un oficial francés para que lo acompañara como su cirujano personal en las campañas en Italia contra los españoles.

Lecciones de guerra

Una vez en el campo de batalla, no hizo distinciones entre protestantes y católicos, españoles, franceses, alemanes, flamencos o italianos. Atendió por igual a cualquier herido, por lo que los historiadores de la medicina subrayan que recuperó la ética hipocrática de ayudar al necesitado sin hacer distinciones.
Y su práctica allí supuso una revelación para su ámbito científico: "que un cirujano podía atender a pacientes al mismo tiempo que minimizaba el dolor resultante de un tratamiento".
Así lo describe Charles B. Drucker en su artículo Ambroise Paré and the Birth of the Gentle Art of Surgery ("Ambroise Paré y el nacimiento del amable arte de la cirugía"), publicado en 2008 en la Yale Journal of Biology and Medicine.

Ambroise Paré llevando a cabo una ligadura de arteria a un soldado amputado. Grabado en madera hecho por C. Maurand. (Foto: Iconographic Collections / Welcome Images vía Wikimedia Commons)
Image captionAmbroise Paré inventó la ligadura de arterias para las amputaciones. (Foto: Iconographic Collections via Wikimedia Commons)

"Los barberos-cirujanos anteriores a Paré creían que una técnica quirúrgica siempre requería que el paciente experimentara dolor, un dolor en ocasiones tan extremo que éste perdía la consciencia durante el procedimiento", explica en el texto Ducker, investigador del Departamento de Cirugía de la Universidad de Maryland, EE.UU.
"Pero el hecho de que descubriera que un cirujano podía ser amable en su práctica y que esa gentileza en realidad podía mejorar la suerte de sus pacientes fue transformadora", concluye.
Paré hizo su primer descubrimiento en la curación de las heridas de bala.
Las armas de fuego, recién desarrolladas, tenían muy poco alcance, por lo que se disparaban a corta distancia y producían grandes quemaduras por la pólvora.
El tratamiento que se les aplicaba hasta entonces era cauterizar las lesiones con aceite hirviendo, lo que en muchas ocasiones provocaba la muerte del malherido y los que sobrevivían solían agonizar por las heridas inflamadas.
Pero un día que Paré no disponía de aceite, utilizó una antigua receta romana con aceite de rosas, clara de huevo y trementina. Y para sorpresa de todos al día siguiente las heridas estaban empezando a cicatrizar.

Grabado que representa a Ambroise Paré escribiendo, hecho por Robert Fleury. (Foto: Bibliothèque Interuniversitaire de Santé vía Wikimedia Commons)
Image captionEl cirujano escribía sus textos en francés y no en griego o latín, lo que les garantizó una gran difusión.

Otro de los avances más importantes que introdujo el francés fue la ligadura de las arterias para reducir las hemorragias.
Y basándose en la observación empírica, el razonamiento y cierta experimentación, fue mejorando constantemente las técnicas y el instrumental quirúrgico que ilustraba en sus libros, otra absoluta novedad.
Asimismo diseñó aparatos ortopédicos y prótesis para manos, brazos y piernas y ojos, y consiguió tratar por primera vez una fractura abierta sin tener que amputar la extremidad.

De barbero a médico de reyes

Mientras, ya que no tenía conocimientos de latín y griego, escribió todos sus textos en francés, lo que favoreció su amplia difusión.
"Sus escritura clara y el uso de la lengua vernácula, respaldadas por décadas de experiencia práctica, le garantizaron que sus textos y técnicas se convirtieran en las bases de la nueva cirugía", escribe Drucker en su artículo Ambroise Paré and the Birth of the Gentle Art of Surgery.

Caballo con cabeza de hombre, dibujado en 1550 por Ambroise Paré. (Foto: Hulton Archive/Getty Images)Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl cirujano incluía ilustraciones en sus tratados, otra novedad.

"Yo lo vendé, Dios lo curó", es una de sus citas que más eco tuvo y en la que sintetizó sus creencias.
Su reputación fue creciendo, en particular tras tratar al duque de Guisa, paladín de los católicos en las guerras de religión francesas, a quien, herido grave, sus doctores habían dado por insalvable.
Pero Paré consiguió curarlo y eso le abrió la puerta para convertirse en el médico de cámara y consejero de cuatro reyes de Francia: Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III.
En 1561, obviando lo que establecían sus estatutos, la Hermandad de San Cosme y San Damián lo recibió en su seno y le otorgó el grado de maestro en cirugía.
Los reconocimientos no acabaron ahí. La Escuela de Medicina de la Universidad de París acabó concediéndole en 1584 el bonete de doctor en medicina. Tenía 74 años.

Óleo de Pierre Dupuy que representa la muerte del rey de Francia Francisco II de Orleans en diciembre de 1560 en el hôtel Groslot, Orleans, la capital de la región de Centro-Valle de Loira Francia. (Foto: Pierre Dupuy (Hôtel Groslot) [dominio público], vía Wikimedia Commons)
Image captionParé llegó a ser el médico de cabecera de cuatro reyes de Francia: Enrique II, Francisco II (en la imagen), Carlos IX y Enrique III.

Murió por causas naturales en 1590, a los 80 años, en París, sabiendo —o quizá no—, que había revolucionado la cirugía para siempre.
"Con frecuencia poco se conoce de la vida de algunos grandes hombres", escribió en "A propósito de Ambrosio Paré", un monográfico sobre el cirujano con el que se ganó un premio especial de la Academia, el padre del mexicano Jorge Volpi.
Así lo cuenta el escritor en su libro "Examen de mi padre" (Alfaguara, agosto de 2016).
"Tal es el caso de Ambrosio Paré, quien, sin lugar a dudas, gracias a sus escritos en francés, durante el curso de su vida hizo avanzar la cirugía más de lo que la humanidad entera había hecho en 1.500 años de nuestra era".

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