La historia de la cura contra el cáncer apenas comienza a escribirse. Desde el año 2005 aproximadamente se vienen anunciando vacunas destinadas a combatir tumores, así como diversos tratamientos para erradicar las células cancerígenas y evitar las recaídas. Sin embargo, estos hallazgos no están aislados de otras condiciones económicas y sociales a nivel mundial. La mala noticia es que las vacunas suelen ser muy caras y están en manos unos cuantos laboratorios. La buena es que no son la única opción, ya que otros médicos han encontrado explicaciones sobre la enfermedad que llevan a soluciones integrales y más accesibles. Entre ellos se encuentra el oncólogo y neurólogo canadiense Christian Boukaram, quien hace algunos meses publicó un libro llamado El poder anticáncer de las emociones. Además de convertirse en un éxito de ventas, también despertó gran polémica entre la comunidad médica.
El especialista canadiense ha demostrado que las células cancerosas tienen un receptor deadrenalina. Esta hormona, secretada por el cuerpo en periodos de estrés, acelera la propagación de la enfermedad. Boukaram también reunió un sinfín de estudios que establecen una relación directa entre duelos o pérdidas no resueltas con la aparición de cáncer. Las evidencias muestran que las células anormales se multiplican tres veces más rápido cuando una persona está pasando por un periodo de desesperación.
La principal crítica al libro del Dr. Boukaram es que parece responsabilizar al paciente de generar su propio cáncer por no "pensar positivamente". Pero Boukaram dice que estas conclusiones son simplistas, ya que el problema es más complejo y está relacionado a una dinámica social mayor: la angustia, el estrés crónico, la depresión, pero sobre todo el asilamiento constituyen importantes factores de riesgo, ya que estas condciones emocionales vulneran las defensas naturales del cuerpo. Por otra parte, cuando no se atiende el sufrimiento psicológico, las personas suelen adoptar malos hábitos que favorecen la aparición del cáncer. No se trata de vivir en una burbuja sino todo lo contrario, hay que salir del aislamiento, revincularse con la gente que nos ama tal y como somos, tomar conciencia de las emociones que nos habitan y no dejar que el ego tome el control.
En este sentido, desarrollar la espiritualidad es determinante. De acuerdo con el médico canadiense, alimentar sentimientos de paz y bienestar son fundamentales para la curación. Él mismo ha comprobado que en el Hospital Maisonneuve-Rosemont, el apoyo psicológico, la meditación y el yoga (entre otras opciones) no sólo levantan el ánimo de los pacientes sino que mejoran sus condiciones físicas, ya que los tratamientos funcionan mejor cuando con las terapias complementarias. Además de la acupuntura y la meditación, Boukaram recurre a la hipnoterapia, pues permite a los pacientes manejar el dolor y disminuir los efectos secundarios del tratamiento. "No hay milagros en esto", apunta el especialista, "se trata e reconocer que el cuerpo y el espíritu no están separados por una barrera sino que forman un todo".
Otras visiones
Boukaram no es el primero en establecer una relación entre el cáncer y las emociones. Vale la pena leer, entre otros, los estudios del Dr. Ryke Geerd Hamer, que a partir de la década de 1980 está cambiando la forma de entender la enfermedad. El Dr. Hamer propone cinco leyes biológicas , de las cuales, la primera se conoce como la Ley Férrea del Cancer: "Todo cáncer ó enfermedad equivalente al cáncer se origina de un choque serio, agudo, altamente dramático y vivido en soledad, que toma al individuo de manera completamente inesperada. El choque del conflicto ocurre simultáneamente en la psique, el cerebro y en el órgano correspondiente."
Por su parte, el Dr. Dean Ornish, quien ha investigado por más de 30 años la relación entre el cáncer, la alimentación, el ejercicio y los vínculos afectivos, muestra que un programa de cuidados puede incluso revertir la enfermedad, ya que no sólo incluye un régimen fundamentalmente vegetariano, técnicas de respiración y visualizaciones, sino que también pone gran énfasis en la interacción personal. Los resultados en sus estudios sobre el cáncer de próstata, muestran que al cabo de tres meses, la mayoría de los genes ligados al cáncer se desactivan.
Estas tres perspectivas me dejan pensando en lo siguiente: tan importante es atender el cáncer desde el ámbito biológico como desde lo espiritual. El cuerpo y el alma no están separados por una barrera concreta, forman un todo y responden como un todo. Si el alma habla a través del cuerpo, entonces el cáncer es un grito de desesperación. ¿Por qué hemos de sufrir en silencio o en soledad? Además de buscar vacunas, podríamos concentrarnos en romper todas esas barreras que nos mantienen fragmentados, no sólo al interior de nuestro cuerpo sino también como comunidad.
¿Crees que exista una relación entre el cáncer, las emociones, el silencio y la soledad? ¿Has vivido algún caso cercano?
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