ONG: Crisis sin fronteras
Después de 30 años de crecimiento ininterrumpido, estas organizaciones viven su peor crisis. Particulares, empresas y Administración han empezado a fallar
Nadie en el sector recuerda una crisis tan profunda como la que atraviesa la ayuda humanitaria desde que empezó a funcionar hace más de 30 años y España dejó de ser receptora de ayudas de los programas de cooperación internacional. La Administración, las empresas y algunos socios les están dando la espalda. Intermón Oxfam o Ayuda en Acciónhan recortado sus plantillas. La primera ha despedido a 90 de los 500 empleados (casi el 20%). La segunda al 25%. Pequeñas, medianas y grandes buscan con urgencia soluciones para poder seguir funcionando. Las que tienen más socios tratan de mantener o captar más, mientras que las medianas buscan alianzas o se fusionan para sacar sus proyectos adelante. Todas son vulnerables ante las dificultades económicas, aunque las de menor tamaño dependen más de las subvenciones públicas. Un reciente estudio del Instituto Social de ESADE calcula que entre un 20% y un 30% de las ONG han desaparecido.
Julio Rodríguez Bueno es el presidente de una de las 5.000 ONG que hay en España. Él da lecciones de Historia a adolescentes casi a diario. En sus clases insiste en la importancia de Relaciones Internacionales: enriquecen a las sociedades y son una seña de identidad en el exterior. Este profesor lo cuenta con conocimiento de causa ya que es presidente de Paz Ahora, una organización que lleva participando en proyectos de cooperación internacional con el pueblo palestino desde hace dos décadas. Sin embargo, este año le está costando más que nunca conjugar teoría y práctica. Los proyectos de Paz Ahora se han tambaleado en los últimos meses. La difícil situación financiera le obligó a despedir a sus cinco trabajadores. “A partir de entonces funcionamos con voluntarios, incluido yo”. A este “mal trago” se añadió otro: en octubre del año pasado fueron desahuciados. Económicamente están asfixiados: no cuentan con la subvención de la Comunidad de Madrid ni con la del Ayuntamiento de la capital.
Los planes de ajuste y reducción de gasto son una constante en la gran mayoría de las ONG españolas. La reducción del personal ha obligado a despedir a dos de cada tres trabajadores de las 100 que se dedican a la ayuda exterior, según el último estudio de Coordinadora de ONG para el Desarrollo (ONGD), que preside Mercedes Ruiz-Giménez. Son malos tiempos para la cooperación internacional. La mayoría de asociaciones dependen de la Administración Pública para financiarse y en los últimosPresupuestos Generales del Estado se ha recortado la ayuda al desarrollo. La semana pasada se publicaron los presupuestos para 2013 y el Ministerio de Asuntos Exteriores recibe una partida de 519 millones de euros a ayudar a terceros países, un 23% menos que en 2012. Se ha pasado a niveles de 1981.
La gravedad no tiene precedentes. Frente a esta situación hay pocas alternativas, desaparecer o volver a empezar con cambios. Es también momento para la autocrítica. “No conozco país en el mundo que tenga tantas ONG”, argumenta Fernando Mudarra que dirige una consultora. En otros países de Europa como Alemania, Holanda o Reino Unido tienen un número mucho menor de asociaciones, pero son organismos más fuertes. En Intermón Oxfam están preocupados. La falta de dinero ha obligado a parar proyectos que ya estaban en marcha como la formación de 1.300 maestros que afectará a 6.700 alumnos en Mozambique. O en Marruecos, donde ayudan a más de 5.000 mujeres que trabajan en la recolección de la fresa a defender sus derechos laborales. En otros proyectos, después de aprobados, la convocatoria ha desaparecido. Es el caso de Haití, donde se ha congelado un proyecto basado en el cultivo de arroz que iba a dar empleo a más de 1.700 personas.
30 años ayudando
- En 1980 el Fondo Monetario Internacional incluye a España entre los países industrializados. En este momento deja de ser un país receptor de ayuda internacional a ser un país donante.
- En 1982 el Banco Mundial deja de clasificar a España como país en desarrollo.
- En 1983, a petición propia, deja de ser oficialmente un país receptor de ayuda.
- En la década de los noventa aumenta el número de las asociaciones porque una parte de los presupuestos se destinan a ayuda humanitaria, incrementa el nivel de vida y la sociedad española sentía la obligación de ayudar.
- En 1994 con el genocidio de Ruanda la población española se vuelca con esta causa.
- En 1998, el huracán Mitch, un ciclón tropical que acabó con 11 000 personas desató miles de campañas solidarias
- En 2004 la Ayuda Oficial al Desarrollo era del 0,24% del PIB, mientras que en 2009 fue del 0,46% año que empezó a recortar.
Las últimas cifras hablan de que alrededor de 100 proyectos de las principales 80 organizaciones dedicadas al desarrollo se han paralizado. Nadie tiene una receta, pero muchos apuntan que las alianzas y fusiones son una posible solución. Solidaridad Internacional, Hábitat África e Ipadeson un ejemplo. Empezaron a madurar la idea en 2010 y en un par de meses tendrán un nombre definitivo.
Desde entonces, están aprendiendo a cooperar juntas. Ahora suman fuerzas en Senegal, Gambia y Guinea-Bissau. Uno de sus proyectos consiste en mejorar las condiciones laborales de más de 6.000 mujeres para elaborar aceite de palma. Construyen nuevas cocinas para que las mujeres no estén expuestas tantas horas delante de unos barriles de petróleo mientras remueven el fruto. Con los nuevos hornos adoptarán una postura más cómoda, evitarán que sus ojos se irriten y dejarán de inhalar grandes cantidades de humo.
No todos los expertos ven ventajas en la fusión. “Hay que defender la diversidad del tejido asociativo”, dice Ruiz-Giménez. “Muchos socios se sienten más cómodos cooperando con asociaciones más pequeñas”, añade. “Nuestra situación ha pasado de ser crítica a muy crítica”, se lamenta Consuelo Vidal, una valenciana que dirige desde hace 23 años Atelier ONGD, una organización que se dedica a trabajar con mujeres a nivel estatal e internacional.
Paz Ahora, por su parte, ha puesto en marcha un par de campañas de sensibilización e intuye que el año que viene será peor porque el presupuesto “será cero”. La cuota de socios no da para poder mantener ni uno de los tres proyectos en los participan desde años; solo alcanza para pagar el alquiler, la luz y el agua. Pese a la crisis, el compromiso de muchos afiliados no se ha visto perjudicado. Solo uno de cada cuatro han dejado de pagar su cuota. En algunos casos sí han solicitado disminuir la cuantía de su aportación.
Si hay poco dinero para llevar a cabo proyectos fuera de España, dentro la situación tampoco es fácil. En la oficina de Cáritas de Castilla-La Mancha la situación es “agónica”, explica Silvestre Valero, su presidente. En la zona de Cuenca y La Alcarria han cerrado un comedor que daba servicio a unas 60 personas. “Uno de los proyectos que más hemos sentido es el cierre de un piso de reclusos que tenía capacidad para acoger a 10 personas y que se ha mantenido abierto durante 12 años. Mantenerlo costaba 35.000 euros al año”.
Dos organizaciones que, por principios, solo se financian con dinero de sus socios, tampoco están saliendo indemnes de la crisis que azota al sector. Greenpeace no ha podido cumplir sus predicciones y ha cerrado el año 600.000 euros por debajo de los 7,4 millones previstos. EnAmnistía Internacional los ingresos no responden a lo presupuestado, pero están esperando a fin de año para evaluar el impacto del descenso de los ingresos y tomar decisiones. En ambas organizaciones, todos los proyectos siguen en marcha.
“La paradoja es que tenemos más socios que nunca, pero menos dinero” explica Mario Rodríguez, director ejecutivo de Greenpeace España. Un tercio del presupuesto es destinado a captar socios, pero al mismo tiempo sirve como labor de sensibilización. “No hemos reducido ningún tipo de campaña porque es nuestra razón de ser, pero sí gente que trabaja en ellas. Una de las que ha sufrido un recorte es la de cambio climático y energía, donde hemos prescindido de dos de las siete personas que trabajaban”, apunta Rodríguez. Desde la organización insisten en que no se trata de una crisis de valores. “El compromiso ahora es más firme que nunca. Se trata de una crisis económica pura y dura” concluye.
A pesar de los problemas financieros por los que atraviesa Amnistía Internacional sus campañas siguen en pie. “Ahora nuestra prioridad es trabajar en Siria presionando a la ONUpara que cesen los ataques por ambas partes”, explica Concha Martínez, responsable del departamento de Socios, Socias y Fondos de AI. Una de sus fortalezas son los 51 años que llevan trabajando de manera independiente. “Nuestra transparencia es nuestra principal virtud. Somos una organización democrática en la que participan de manera directa nuestros socios. Publicamos anualmente nuestras cuentas y nuestras campañas. Esta política genera mucha confianza y de ahí que nuestros socios sean fieles y esto ayude a captar nuevos”, añade Martínez.
Esta es la primera gran crisis que atraviesan las ONG en España desde que se convirtieron en grandes organizaciones. Desde entonces, llevan 30 años de crecimiento ininterrumpido y ahora se topan con que han caído sus tres fuentes de financiación: particulares, empresas y Administración. La abundancia de subvenciones para programas de desarrollo, no siempre avalados por estudios serios, ha tenido consecuencias perversas.
La semana pasada Mercedes Ruiz-Giménez se reunió con la Defensora del Pueblo para denunciar que algunas comunidades autónomas y al menos 46 Ayuntamientos que no pagan a las entidades de Cooperación al Desarrollo. En total, deben 70 millones de euros en subvenciones a proyectos a los que se habían comprometido. Andalucía, con 33 millones de deuda, y Cataluña, con 13,5, encabezan la lista.
Desde la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) no dan muchas pistas sobre la política que van a aplicar a partir de ahora. “Estamos en un momento de cambio. Se está ultimando el plan director. El plan que será cuatrienal debe estar listo para 2013”, explican fuentes oficiales.
Muchos expertos coinciden en la necesidad de dar respuestas a la alta dependencia de las subvenciones ya que condicionan negativamente la autonomía de las asociaciones. “No hemos medido las ayudas, pero siguen siendo necesarias para la cooperación al desarrollo”, matiza Mudarra.
La crisis está acelerando los cambios, pero era una asignatura pendiente en el sector. “Habían crecido como hongos y era necesaria una purga”, señala también José Angel Sotillo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense y autor del libro El sistema de cooperación para el desarrollo.
La situación es complicada: en dos de cada tres asociaciones dependen en más del 50% de los fondos públicos. El reto para ellas está en conectar con los socios, aunque sea a costa de hacer menos proyectos pero ofrecerles más resultados. Por encima de todo, Ruiz-Giménez destaca la importancia de que el sector esté unido en tiempos difíciles. “No nos debe unir los recortes, sino la misma acción y no competir por los proyectos. Hasta ahora cada uno había vivido muy aislado. Es una oportunidad para crear alianzas juntas y conseguir nuestros objetivos”
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