¿Cómo interpretar la noticia de las carnes y el cáncer?
La reciente publicación del estudio que clasifica a las carnes procesadas como causantes de cáncer y a las carnes rojas como probables causantes de la enfermedad, ha desnudado la orfandad de propios y extraños para contextualizar adecuadamente tan importante noticia. Al repetir incansablemente de que “la carne causa cáncer”, sin explicar la verdadera magnitud de ese riesgo, el resultado ha sido confusión y alarma del público y reacciones defensivas innecesarias y agresivas de los representantes de la industria cárnica. En el Perú, los comerciantes de pollos empezaron a subir el precio de sus productos con la creencia de que la gente “ya iba a dejar de comer carne roja”.
Es muy probable que todo ese desorden haya nacido de la conocida dificultad que tenemos todos –medios de comunicación y científicos– de explicar adecuadamente el concepto de riesgo a la población, un ejercicio que, le advierto antes de que siga leyendo, es difícil y confuso.
¿Qué es riesgo?
De un modo simple, riesgo es la posibilidad de que algún evento suceda. El ejemplo más usado en la escuela de salud pública para explicar el concepto de riesgo es el de la baraja de 52 naipes. Una de cada cuatro cartas en la baraja es de corazones, por lo tanto, el riesgo o posibilidad de sacar un naipe de corazones es de uno en cuatro, o sea, 25%.
A pesar de que la palabra ‘riesgo’ tiene una connotación negativa en el inconsciente, en realidad, y desde el punto de vista estadístico, solo indica la posibilidad de que un evento pueda suceder, bueno o malo. En ese sentido, al comprar un boleto de la lotería, en realidad estamos corriendo el ‘riesgo’ de sacarnos el premio mayor.
En el caso del reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se nos ha dicho que el riesgo de desarrollar cáncer de colon por comer 50 g diarios de carne procesada es 18%, y el riesgo de desarrollar cáncer por comer 100 g diarios de carne roja es 17%. ¿Qué representan esos porcentajes? ¿Cuán peligrosos son? ¿Es tan grave la situación como para dejar de comer carne inmediatamente y volverse vegetariano?
Para responder a esas preguntas es imperativo entender que, científicamente hablando, existen dos tipos de riesgo.
Riesgos: absoluto y relativo
Volviendo al ejemplo de la baraja de naipes de la escuela de salud pública, recordemos que debido a que solo una de cada cuatro cartas de la baraja es de corazones, el riesgo de sacar una carta de corazones es del 25%. Del mismo modo, sabiendo que solo una de las 52 cartas de la baraja es el ‘joker’, el riesgo de sacarlo es de solo uno en 52 o casi 2%. Esos números, 25% y 2%, son los verdaderos riesgos de que algo suceda al jugar con la baraja, y se les denomina riesgo absoluto.
Conocidos esos riesgos absolutos, podemos compararlos y decir entonces que el riesgo de sacar un naipe de corazones es 12,5 veces mayor que el riesgo de sacar un ‘joker’ (25 entre 2). A ese número (12,5) se le denomina riesgo relativo, es decir, el que compara dos riesgos absolutos o verdaderos y nos dice cuán frecuente es que algo ocurra comparada con otro riesgo.
Es muy importante saber que los titulares que leemos en las noticias son casi siempre riesgos relativos, es decir, una comparación de dos riesgos absolutos, acerca de los cuales lamentablemente rara vez nos informan las noticias.
El asunto es que para interpretar adecuadamente la noticia, y sobre todo para medir el impacto del riesgo en cuestión sobre la salud pública, es muy importante saber los riesgos absolutos que se están comparando. Si los riesgos absolutos son muy pequeños, es decir, el problema no ocurre muy frecuentemente, qué importa si nos dicen que el riesgo es de un 300% o 400%; la cosa no es grave. Al contrario, si los riesgos absolutos de que algo suceda son muy grandes, entonces pequeños riesgos en el rango de 5% a 8% pueden tener un enorme impacto en la salud pública.
Veamos esto con algunos ejemplos extraídos de la Cancer Research UK.
Pongamos que usted lee un titular que dice: “Las tomografías cerebrales en los niños triplican el riesgo de cáncer”. Eso asusta, ¿verdad? ¡Qué bárbaro, una tomografía triplica el riesgo! Sobre todo si algún periódico publica que el riesgo aumenta en 300% (que es lo mismo que tres veces). Pero veamos el detalle de los riesgos absolutos que están comparando.
El riesgo absoluto de que un niño desarrolle un cáncer del cerebro es de 0,4 por cada 10.000 niños, es decir, es muy pequeño. Si la tomografía triplica ese riesgo a 1,2 por cada 10.000 niños, eso significa que por cada 10.000 niños a quienes se les hace una tomografía, va a ocurrir un caso extra o adicional de cáncer. Por supuesto que ese único caso es importante, pero no es tan alarmante como lo hacía pensar el titular de que el riesgo de cáncer se triplicaba por la tomografía. En este caso, debido a que el riesgo absoluto de desarrollar cáncer cerebral es muy pequeño, un riesgo del 300% no va a tener gran efecto en la salud pública, tendrían que hacerse millones de tomografías para que el problema aumente.
Si por el contrario usted lee un titular que dice: “Tomar un trago de alcohol diario aumenta en 5% el riesgo de cáncer de mama”, mucha gente va a pensar que ese 5% “no es nada” y no se preocuparía. Pero veamos qué riesgos absolutos esta comparando ese riesgo relativo de 5%.
El riesgo absoluto de que una mujer abstemia sufra cáncer del seno es de 111 por cada 1.000 mujeres. Si ese riesgo aumenta en 5% por tomar alcohol, el riesgo absoluto aumenta a 117 por 1.000 mujeres, lo cual representa 6 casos extra por cada 1.000 mujeres bebedoras. Y debido a que millones de mujeres toman alcohol regularmente, el impacto de ese 5% sobre la salud pública es muy importante.
Fíjense entonces lo engañosos que pueden ser los titulares en los ejemplos citados, el impacto de un riesgo de 300% es ínfimo, mientras que el impacto de un riesgo de 5% es enorme.
El caso de la carne
La OMS dice que si una persona come diariamente más de 50 g de carne procesada, tiene 18% mayor riesgo de desarrollar cáncer del colon; y que si come más de 100 g de carne al día, tiene 17% más riesgo de desarrollar la misma enfermedad. Al representar riesgos relativos, es importante entonces conocer los riesgos absolutos que están comparando para ver si esos 17% y 18% representan o no un problema de salud pública.
En EE.UU., el riesgo absoluto de que una persona sufra de cáncer del colon en el transcurso de su vida es de 45 por cada 1.000 personas. Para el Perú, según el Registro de Cáncer de Lima Metropolitana 2004-2005, ese riesgo absoluto es de 23 por cada 1.000. En otras palabras, el riesgo de que una persona desarrolle cáncer del colon en el transcurso de su vida en el Perú es la mitad de la de Estados Unidos.
Pero esos riesgos absolutos se dan en todos, en gente que come y no come carne. Adivinando educadamente que el riesgo de desarrollar cáncer en vegetarianos es menor, pongamos que el riesgo de sufrir cáncer baja a 40 por 1.000 en EE.UU. y a 19 por 1.000 en el Perú.
Aplicando ahora el famoso 18% a esos riesgos, estos aumentan a 47 por 1.000 en los carnívoros norteamericanos y a 22 por 1.000 en los carnívoros peruanos. Estos números nos indican que el comer diariamente carne procesada causaría 7 casos extra de cáncer del colon en el transcurso de la vida por cada 1.000 personas en EE.UU. (47 menos 40), y tres casos extra en el Perú (22 menos 19).
En resumen, el impacto negativo de la carne procesada es mayor en EE.UU. porque el consumo de carne procesada es muy grande en ese país, lo que indica que debemos hacer lo posible para que el consumo de esos productos no aumente en el Perú. Por si no lo sabía, la tasa anual de cáncer del colon en EE.UU. es seis veces mayor que en el Perú.
Corolario
Nunca hay que dejarse impresionar con los titulares de las noticias. Los riesgos que se dan en esos titulares son riesgos relativos, siempre hay que averiguar cuáles son los riesgos absolutos que se están comparando.
No hay que engañarse. Es triste, pero es verdad: las carnes procesadas causan cáncer y las carnes rojas son probablemente cancerígenas también. Esa es una realidad científica.
El impacto de comer carnes procesadas o carnes rojas va a depender de la cantidad de esos productos que se consuman. En el Perú, por su menor consumo, el impacto es menor, lo cual no significa que sea insignificante.
Creo que podemos seguir gozando eventualmente de nuestro lomo saltado, seco de carne y carapulcra, pero siendo conscientes de que el exceso de carnes rojas podría causar cáncer. Sería bueno comer más pescado, aves frescas y obtener proteínas de la quinua y la kiwicha.
Con respecto a las carnes procesadas, jamonadas, mortadelas, salchichas, jamones, hot dogs, pollo y pavo procesados, creo que cuanto menos los consumamos, mejor.
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