La desigualdad social, el mosquito que inocula enfermedades crónicas
Corregir las condiciones sociales es decisivo para prevenir males como el cáncer, diabetes o infartos
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"Numerosos estudios científicos muestran que las desigualdades en salud son enormes, y responsables de un exceso de mortalidad y de morbilidad superior a la mayoría de factores de riesgo de enfermar conocidos
"Si pudiéramos encontrar la manera de eliminar las desigualdades evitables en enfermedades crónicas según la clase social o la educación, la reducción de los niveles de enfermedades crónicas sería mayor que mediante la aplicación de medicinas preventivas", asegura el Foro de Política Sanitaria de la UE. El riesgo de morir por enfermedades crónicas en los grupos socioeconómicos bajos es notablemente mayor: entre un 25% y 50%, y hasta un 150% dependiendo de la circunstancia.
"Numerosos estudios científicos muestran que las desigualdades en salud son enormes, y responsables de un exceso de mortalidad y de morbilidad superior a la mayoría de factores de riesgo de enfermar conocidos", concluye un informe estratégico del Ministerio de Sanidad. En sus páginas se señala que en España la posición socioeconómica, el género, el territorio, y más recientemente la inmigración, son ejes de desigualdad con enorme impacto en la salud de la población. "Los determinantes sociales actúan antes de enfermar", explica la coordinadora de aquel informe, Carme Borrell, una de las mayores expertas en este campo.
Los ejemplos son innumerables, explica la investigadora de la Agència de Salut Pública de Barcelona, pero destaca uno reciente, realizado con ayuda de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y Càritas Diocesana: "Nueve de cada diez personas con problemas con la hipoteca sufren problemas de salud mental frente al 12% del resto de la población". Es uno de los muchos estudios que han surgido de la plataforma SOPHIE, un proyecto de investigación dirigido por Borrell y financiado por la Comisión Europea precisamente para saber más sobre cómo se relacionan las condiciones sociales y el estado de salud, y que esta semana presentó sus conclusiones. Se trata de un campo científico que está permitiendo señalar al riesgo social como el mosquito que transmite la epidemia de las enfermedades crónicas.
En las mujeres, la probabilidad de padecer
problemas crónicos de salud aumenta un 80% entre aquellas situadas en la
clase social más desaventajada
"La injusticia social está matando a gran escala", puso negro sobre blanco la OMS al abordar este grave problema. No se trata de pobres frente a ricos, sino de lo que los investigadores llaman gradiente de desigualdad: a medida que descendemos por la escalera social, la salud empeora porque las personas están más expuestas a los riesgos asociados a estas enfermedades crónicas. Los hombres que viven en las áreas socioeconómicamente más deprimidas de Glasgow tienen una esperanza de vida menor que la media de la India (donde son más pobres), al igual que ocurre con los hombres de esas áreas de EE UU, con una esperanza de vida por debajo de la media de Pakistán.
Los niños comen peor porque los alimentos más accesibles y baratos son peores y sus padres tienen peor formación e información, por ejemplo, para enseñarles a comer de todo. En las familias con paro o inestabilidad laboral se fuma más, se bebe peor y se hace menos ejercicio, mientras que los más deportistas son aquellos con estudios universitarios. Hasta el autoempleo aumenta la mortalidad, como mostró un estudio realizado entre trabajadores suecos. Con respecto al tabaquismo, casi la mitad de los europeos que tienen problemas para pagar sus facturas fuma, el doble que los europeos que nunca tienen dificultades para pagarlas. Pero como advierte la OMS, la responsabilidad individual solo puede ejercerse plenamente cuando los individuos gozan de acceso equitativo a una vida sana y disponen de apoyo para tomar decisiones saludables.
"Tenemos que abordar las causas de las causas", reclama Marmot, "las condiciones sociales que actúan a lo largo de la vida y que afectan a las vulnerabilidades y al comportamiento de las personas
Prevenir las enfermedades crónicas requiere por tanto políticas que van mucho más allá de campañas de información. Exige actuar desde todos los ámbitos: como dice Margaret Chan, directora general de la OMS, "todos los ministros son ministros de salud". Desde aprovechar los comedores escolares hasta las guarderías universales y gratuitas. González lamenta que el "fervor por los tratamientos farmacológicos" haga que olvidemos que hay actuaciones que salvan vidas al margen de la investigación biomédica. Precisamente, su equipo está ultimando un estudio en el que se observa cómo le afecta la introducción del copago a los pacientes que han sufrido un infarto y deben medicarse para evitar otro posterior: los más pobres abandonan mucho más el tratamiento, multiplicando el riesgo de que la enfermedad crónica, en este caso cardiaca, se convierta en mortal. "Cualquier decisión política afecta a la salud", sentencia Borrell.
Esta investigadora señala que hay muchos ejemplos de cómo intervenciones políticas que no entran en el presupuesto de Salud ayudan a prevenir enfermedades crónicas y la mortalidad asociada. Por ejemplo, el plan de la Ley de Barrios de Cataluña (que CiU eliminó al llegar al poder) realizó intervenciones en vecindarios con deficiencias, mejorando equipamientos y espacios públicos, lo que supuso una mejora notable de la salud de sus habitantes, frente a los vecinos de otros barrios similares. Borrell destaca otro estudio que analizó el efecto de una campaña de revestimiento de fachadas y azoteas en edificios mal acondicionados en barrios populares de Barcelona. En los días de más frío, en los que la mortalidad se multiplica, se redujeron sustancialmente las muertes de ancianas gracias a esas obras que ayudaban a conservar el calor en el edificio y en los hogares. "Tenemos que abordar las causas de las causas", reclama Marmot, "las condiciones sociales que actúan a lo largo de la vida y que afectan a las vulnerabilidades y al comportamiento de las personas".
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