Las razones de la reducción de la desnutrición crónica en el Perú*
En los últimos diez años, el Perú ha
logrado grandes avances en su lucha contra la desnutrición crónica
infantil, de modo que entre 2005 y 2015 esta se redujo a la mitad, de
casi el 30% a menos del 15%.
Durante el mismo periodo, la
desnutrición crónica severa de los niños y niñas de las áreas rurales se
redujo de casi 16% a menos del 5%. Más saltante aún es que esta mejora
se dio no solo en áreas rurales, sino también en áreas urbanas, en todas
las regiones. Ante este panorama, es necesario preguntarse las causas
de este significativo progreso en el estado nutricional de los niños.
Al respecto, se ha discutido el papel del programa JUNTOS en el descenso de la malnutrición en recientes artículos en el diario the Guardian así como en una columna del Banco Mundial (Development Impact Blog).
Sin embargo, en mi opinión, existen otros elementos a los cuales se les
puede atribuir más el crédito de esta tendencia positiva.
Las
altas tasas de crecimiento económico observadas en el Perú por más de
una década han sido un aspecto clave para disminuir la pobreza monetaria
y la extrema pobreza. Entre el
2002 y el 2013, la economía peruana se expandió a una tasa anual de 6%,
mucho mayor que el promedio de la región de América Latina, mientras que
la pobreza bajó de 59% a 24%. La evidencia demuestra que lo primero
contribuyó a lo segundo, es decir el crecimiento económico fue pro-pobre
(García y Cespedes, 2011).
A la par que el nivel de ingreso de los
hogares aumentó, mejoró la ingesta de calorías (per cápita, en términos
reales), y aumentaron los recursos disponibles para satisfacer los
requerimientos de salud y nutrición de los miembros del hogar.
También hay evidencia de otras mejoras en el nivel de vida de los
hogares. Por ejemplo, el acceso a estándares básicos sanitarios es mayor
en comparación al de la década anterior (ver aquí).
El acceso a saneamiento adecuado es importante para disminuir las
enfermedades infecciosas, que son una causa común de la desnutrición
crónica infantil.
Pero otra razón por la cual ha sido
importante el crecimiento económico observado en los últimos años es que
ello le dio al Gobierno los recursos fiscales necesarios para elevar el
gasto social. Dos programas de gran escala relevantes para combatir la
desnutrición crónica que empezaron a funcionar en la década pasada son
JUNTOS, el programa de transferencias condicionadas de dinero del
Gobierno, y el Seguro Integral de Salud (SIS), que cubre asistencia
médica gratuita a los hogares de escasos recursos económicos. JUNTOS
brinda 100 soles mensuales –en armadas bimestrales de 200 soles–
condicionado a que las familias lleven a sus niños entre 0 y 5 años a
sus chequeos de salud, incluyendo los de crecimiento; las embarazadas se
hagan controles prenatales; y los niños, niñas y jóvenes entre 15 y 19
años acudan a sus centros educativos regularmente.
Esos dos
programas, que se han estado expandiendo desde 2005 y 2003,
respectivamente, a la fecha atienden a un gran porcentaje de la
población rural. Se sabe que JUNTOS ha conseguido atenuar la pobreza y
aumentar la tasa de los chequeos de salud de los niños y niñas menores
de 5 años (Perova y Vakis, 2012; Escobal y Benites, 2012).
Es más, se ha encontrado que el programa JUNTOS ha reducido la
desnutrición crónica severa entre 8 y 13 puntos porcentuales, y elevado
la talla para la edad en 0.13 desviaciones estándar entre los niños
menores de 5 años (Sánchez y Jaramillo, 2012; Sánchez et al., 2016).
Mientras
que el dinamismo de la economía parece fundamental, es cierto también
que estos resultados positivos no se hubieran alcanzado sino se hubiesen
fortalecido las políticas sociales. En efecto, una virtud de JUNTOS es
que tuvo una buena focalización, de modo que en una “primera ola” del
programa (2005-2008) los beneficiarios fueron los hogares más pobres de
los distritos rurales andinos más marginados.
Además, una estrategia nacional y
multisectorial para enfrentar la malnutrición respaldada por el Gobierno
central, los gobiernos regionales y locales, la sociedad civil, las ONG
y la cooperación internacional- se estableció dos años después que
JUNTOS se creó, lo que también habría ayudado a potenciar el impacto de
dicho programa.
Efectivamente, en 2007 el Gobierno fijó
la Estrategia Nacional para la Reducción de la Pobreza y Oportunidades
Económicas para los Pobres (ftp://ftp2.minsa.gob.pe/normaslegales/2007/DS080-2007-PCM.pdf) (CRECER) con el objetivo de bajar la desnutrición crónica en 5 puntos porcentuales en cinco años.
Luego, el Ministerio de Economía y
Finanzas, en el 2008, estableció la política del Presupuesto por
Resultados (PpR), que permitió la implementación del Programa Articulado
Nutricional (PAN). Este último posibilitó el aumento del presupuesto en
salud, de modo que se incluyeron sesiones para las madres sobre buenas
prácticas de nutrición e higiene en los controles de sus hijos, así como
vacunas contra la diarrea y las enfermedades respiratorias (Cruzado, 2012).
En el
año 2012, el Gobierno creó el Ministerio de Desarrollo e Inclusión
Social. Así, el MIDIS reforzó las políticas mencionada arriba (CRECER fue reemplazado por Incluir Para Crecer,
una estrategia por ciclo de vida para combatir la pobreza), además de
extender la cobertura de las políticas sociales a las comunidades pobres
de la Amazonía. Más investigación en esos factores puede hallarse en un
estudio reciente de la revista Lancet aquí así como un capítulo (aquí) de un libro editado por IFPRI.
A manera de resumen, la reducción
substancial de la malnutrición crónica registrada en los últimos diez
años ha sido resultado de múltiples causas. Ciertamente que el
crecimiento económico ha jugado un rol directo, y prueba de ello es que
la desnutrición se ha reducido también significativamente en las áreas
urbanas (de 20% a 15%), zonas no priorizadas por las políticas de lucha
contra la pobreza. La prosperidad económica también ha provocado un
efecto indirecto generando los recursos fiscales requeridos para la
implementación de mejores políticas sociales. De esta forma, JUNTOS y
SIS fueron los instrumentos a través de los cuales se llegó a las
poblaciones más vulnerables de las zonas rurales, mientras que la
intervención de las diversas estrategias nacionales y multisectoriales
(CRECER, PAN, Incluir para Crecer) hicieron posible la provisión de
servicios de salud específicamente designados para fortalecer la
nutrición de niños y niñas menores de cinco años, así como las
embarazadas.
Adicionalmente, hay que considerar que
para que se aplicaran las condicionalidades de JUNTOS, se requerían de
controles gratuitos de salud (SIS), y para que JUNTOS y SIS contribuyera
al descenso de la desnutrición crónica infantil, fue necesario que
aumentase la calidad de los servicios de salud y orientación de la
nutrición para niños y niñas.
Entonces,
¿JUNTOS redujo la desnutrición a la mitad en el Perú? JUNTOS no
hubiera podido hacerlo, de la misma manera que un resultado similar no
se hubiera logrado solamente con una mejora en los servicios de salud,
ni solamente con una mejora en los ingresos de la población. Fue la
combinación de varios factores (crecimiento económico, una política
pro-pobre, y una estrategia nacional y multisectorial) los que ayudaron a
semejante éxito.
*Texto traducido del blog de Young Lives, acceda al texto original aquí.
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