Alexandro Saco
Tanto FS cuanto el PPC en sus programas de gobierno municipal coincidieron en la necesidad de integrar los Hospitales de la Solidaridad (HDS) al sistema de salud; ello porque la naturaleza de este tipo de servicios si bien puede reflejar accesibilidad y oportunidad, en el fondo lleva a la desregulación e informalidad en salud, duplica esfuerzos y aumenta la dispersión de la prestación. Además el pago de bolsillo se ha demostrado ser la opción que contribuye más a la inequidad en salud.
En las semanas finales de campaña por la elección de Lima, la posición de FS frente a los HDS se relativizó debido al cargamontón mediático y político. Pero hoy, con Susana ya alcaldesa, la cuestión es distinta; su gestión debería responder a las necesidades de la toda la población limeña, y no sólo a las de los que pueden pagar por las atenciones en los HDS. Es entonces oportuno que la gestión tanto en el Municipio como en el SISOL, oriente este precario prestador hacia su integración al sistema de salud, dejando de lado temores de campaña.
Juego complejo y voluntad política
Si bien el proceso de aseguramiento universal en salud (AUS) iniciado por el MINSA presenta una serie de limitaciones y muchos creemos que no ataca los problemas de fondo del acceso a salud ni del sistema sanitario, el hecho es que se viene dando, por lo que cabe reorientar su naturaleza para ir realmente hacia una universalización de la salud. En ese sentido, el SISOL en coordinación con el MINSA, debieran establecer mecanismos para que los HDS y su financiamiento se incorporen progresivamente al AUS.
Uno de los problemas que enfrenta el AUS para su extensión, es la brecha en infraestructura y en personal, que los HDS pueden contribuir a cerrar a pesar de sus actuales limitaciones, que podrían ir mejorando con el proceso de acreditación y ordenamiento que SISOL iniciaría. Si bien la oferta de servicios de los HDS y el Plan Esencial de Aseguramiento en Salud (PEAS) no son similares, teniendo en cuenta que ambos se enfocan en la capa no compleja de atenciones, se podría idear una complementación que permita que los HDS integren el PEAS en su oferta, sin dejar de brindar las atenciones que éste no incluye; y viceversa, los prestadores públicos podrían cubrir las atenciones que los HDS no incorporan. Se trata de un tema técnico, pero como en todo quehacer público, lo político va por delante y las formas de desarrollar una decisión se diseñan creativamente si el objetivo es compartido.
La otra gran brecha que enfrenta el AUS es la relacionada al escaso financiamiento para las atenciones que el PEAS reconoce a sus afiliados. Por ello luego de establecer la correspondencia entre las atenciones que bridan los HDS y las que se incluyen en el PEAS, queda adecuar del financiamiento, tema que tiene que ver con lograr que los millones de soles anuales que en Lima se pagan a los HDS, sean pasibles de ingresar a un fondo mancomunado que vaya incrementando los recursos para la salud en el país, sin dejar de lado una respuesta similar o mejor para aquellos que vienen utilizando estos servicios. En ese sentido, se puede analizar las constataciones que la OMS plantea en su informe sobre el estado de la salud 2010, dedicado al financiamiento para la cobertura universal u otras experiencias en el mundo, que vienen transitando hacia el mismo objetivo.
Si se logra implementar una experiencia piloto incorporando los HDS para fortalecer el AUS hacia la universalidad en el acceso salud, se incidiría por un lado en la prestación y a su vez en la consolidación de un financiamiento sostenible desde un uso solidario de esos recursos, contribuyendo a fortalecer el sistema.
Inyección financiera
Si tenemos en cuenta que al menos en Lima ingresan unos 130 millones de soles por consultas a los HDS al año, fuera de lo que se destina a otros procedimientos a los que los HDS derivan a los usuarios y añadimos los medicamentos, tranquilamente podemos estar hablando de alrededor de 300 millones de soles que podrían orientarse a fortalecer la cultura de la prevención y de solidaridad en salud.
El SIS el año 2010 ha contado con un presupuesto de 472 millones de soles, por lo que la inyección financiera progresiva de unos 50 millones de soles anuales, que se podría lograr si se trabaja adecuadamente una propuesta que interese y motive al usuario, sería relevante. Ello requiere además de la voluntad política, que estamos seguros las autoridades del MINSA, Municipio y SISOL albergan, de un trabajo técnico fino pero decidido y de unos mensajes comunicacionales claros para que la población comprenda que en salud es casi imposible avanzar si se persiste en la desconexión prestacional y en la creación de islas sanitarias.
Indicador de gestión de Susana
No se trata de que los HDS podrían estar pergueñando una nueva situación para la salud pública, en la que la gente no tendría problema en pagar por sus atenciones de la capa simple, y que en ese contexto el MINSA o el sistema debieran preocuparse sólo de lo intermedio, de lo complejo y de las grandes estrategias sanitarias.
Lo idóneo para un sistema es lo contrario, ir identificando los recursos que capta toda esta gama de prestadores en salud que se vienen desarrollando desordenadamente, en la que el acceso depende de la capacidad de pago, para ir creando los mecanismos que permitan que ese financiamiento tienda a la mancomunación en un fondo para la salud, y que ello lleve hacia la conformación de un sistema que no diferencie entre peruanos sino que nos iguale.
El destino y la lógica en que se manejará el SISOL, es uno de los indicadores para saber hasta qué punto la gestión de Susana Villarán es la que encarna la modernidad que implica alternativas para consolidar los derechos y las libertades, o como dicen sus críticos, FS se conformará con administrar el desorden sanitario que la desregulación y una lógica de mercado incompatible con el logro de la cobertura universal, han generado.
3 1 2011
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