León Trahtemberg:
De Sentido Común
LIMA -
Se están transmitiendo por televisión las sesiones del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, liderado por el presidente Ollanta Humala, y presidido por el titular del Interior, integrado además por los ministros de Justicia, Educación, Salud, Economía y Finanzas y las cabezas de la Corte Suprema, Fiscalía de la Nación, Sistema Penitenciario Nacional, Defensoría del Pueblo, gobiernos regionales, alcaldes, Dirección General de la Policía y gremios de empresas de seguridad privada. Se observan tres cosas:
1) No hay una jefatura que tenga autoridad y mando sobre todo el equipo. El ministro del Interior es un par entre 5 ministros y además no tiene injerencia jerárquica en otros poderes ni instituciones.
2) Cada uno tiene su plan, propuesta, programas, poco articulados entre sí.
3) Solamente el hecho que esté presente el presidente de la República hace que al menos todos los que dependen de él se alineen con sus mandatos, y que gracias a que él escucha directamente los reportes de cada uno y las discusiones entre ellos es que saca conclusiones y da pautas sobre qué hacer respecto a los temas abordados, pidiendo la colaboración de quienes no dependen de él.
Traslademos este caso al tema de la infancia. ¿Alguien puede imaginar que los diversos ministerios y las decenas de programas que trabajan con la infancia, así como las autoridades ajenas al Ejecutivo, serán capaces de coordinar por sí solas sin tener un jefe para llegar a acuerdos vinculantes, sin tener una voz que acceda regularmente al presidente de la República?
Por eso es que pienso que en un país como el Perú, que tiene instituciones muy débiles y es altamente burocratizado, ineficiente en la gestión pública y presidencialista, tiene que haber una Autoridad Nacional para la Infancia con rango ministerial que vele y responda por todas las acciones por la infancia, que tenga una cercanía a los ministros y al propio Presidente, para que éste le dé el apoyo político necesario para que se disponga de los recursos y las acciones de los diversos sectores que hagan que se cumplan los objetivos trazados para atender a la infancia del Perú.
1) No hay una jefatura que tenga autoridad y mando sobre todo el equipo. El ministro del Interior es un par entre 5 ministros y además no tiene injerencia jerárquica en otros poderes ni instituciones.
2) Cada uno tiene su plan, propuesta, programas, poco articulados entre sí.
3) Solamente el hecho que esté presente el presidente de la República hace que al menos todos los que dependen de él se alineen con sus mandatos, y que gracias a que él escucha directamente los reportes de cada uno y las discusiones entre ellos es que saca conclusiones y da pautas sobre qué hacer respecto a los temas abordados, pidiendo la colaboración de quienes no dependen de él.
Traslademos este caso al tema de la infancia. ¿Alguien puede imaginar que los diversos ministerios y las decenas de programas que trabajan con la infancia, así como las autoridades ajenas al Ejecutivo, serán capaces de coordinar por sí solas sin tener un jefe para llegar a acuerdos vinculantes, sin tener una voz que acceda regularmente al presidente de la República?
Por eso es que pienso que en un país como el Perú, que tiene instituciones muy débiles y es altamente burocratizado, ineficiente en la gestión pública y presidencialista, tiene que haber una Autoridad Nacional para la Infancia con rango ministerial que vele y responda por todas las acciones por la infancia, que tenga una cercanía a los ministros y al propio Presidente, para que éste le dé el apoyo político necesario para que se disponga de los recursos y las acciones de los diversos sectores que hagan que se cumplan los objetivos trazados para atender a la infancia del Perú.
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