La llegada de sanitarios extranjeros a los países afectados empieza a dar sus frutos
JOSÉ NARANJO Monrovia 10 NOV 2014 - 17:55 CET222
“Hemos venido a ayudar a nuestros hermanos liberianos, pero también a impedir que esto se convierta en pandemia global”, asegura Junior Diéguez, un joven epidemiólogo cubano. Este experto trabaja en el centro de tratamiento de ébola MOD1, en la capital liberiana. Cinco médicos cubanos de los 53 que llegaron el pasado 22 de octubre a este país supervisan desde hace unos días la ubicación de los tanques de agua clorada y que los protocolos de seguridad se cumplan a rajatabla. En total, el país caribeño ha enviado a 256 profesionales sanitarios a Guinea-Conakry, Liberia y Sierra Leona para combatir la epidemia de ébola, la mayor respuesta en personal sanitario frente a esta amenaza. Estados Unidos y Reino Unido también han reaccionado en las últimas semanas, aunque con el acento puesto en personal militar. Médicos chinos, suecos, alemanes y africanos empiezan a dejarse ver. El reto ahora es conseguir que esta ayuda, “positiva, pero tardía”, según Médicos sin Fronteras, se canalice a donde realmente hace falta.
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Cuando en verano Naciones Unidas hizo un llamamiento internacional para el envío de personal sanitario a los países golpeados por el ébola, la reacción cubana no se hizo esperar. Hasta ese momento, eran los más de 3.300 trabajadores de MSF y los médicos y enfermeros de las estructuras de salud locales los que, prácticamente en solitario, se enfrentaban a los estragos causados por el virus. “Se presentaron voluntarios más de 20.000 profesionales de la salud”, asegura Carlos Dupuy, coordinador de la Brigada Médica Cubana en Liberia. “Esto solo se explica por la política de internacionalismo que puso en marcha en nuestro país desde el inicio del proceso revolucionario”. Los médicos y enfermeros seleccionados, todos hombres, tenían experiencia previa en países africanos de habla inglesa, aunque no en ébola. Por eso, han recibido una formación intensiva a cargo de la Organización Mundial de la Salud, primero en La Habana y luego en los países donde han sido desplegados: 53 en Liberia, 165 en Sierra Leona y 38 en Guinea-Conakry.
En Monrovia, los profesionales cubanos han sido asignados al centro de Ébola MOD1, recientemente inaugurado y que el pasado jueves acogió a sus primeros pacientes. Allí lideran la atención médica junto a sanitarios liberianos y de la Unión Africana (Ruanda, Uganda, Etiopía, Namibia, Angola), todos contratados temporalmente por la OMS. “Es un centro excelente, muy bien construido, los americanos lo han hecho muy bien”, asegura Adrián Benítez, epidemiólogo cubano. Y es que esta infraestructura ha sido levantada en unas pocas semanas por soldados estadounidenses como parte de su inmenso y visible despliegue en la zona. Con una larga historia de hostilidad en el último medio siglo, hoy cubanos y estadounidenses se enfrentan a un enemigo común en Liberia.
En total, EE UU ha enviado a 170 profesionales sanitarios a los tres países, así como un millar de soldados solo a Liberia, país con el que mantiene enormes vínculos en materia de cooperación. Los militares fueron desplegados para la construcción de nuevos centros y, además del MOD1, para estos días se espera la inauguración de una unidad con 25 camas destinada a trabajadores de la salud y situada cerca del aeropuerto, así como otro centro en el interior del país. Además de estadounidenses y cubanos, decenas de militares y técnicos británicos trabajan también en Sierra Leona para la construcción de seis centros, uno de los cuales acaba de ser inaugurado en Freetown donde también trabajará personal sanitario cubano. Igualmente, los chinos empiezan a dejarse notar con la llegada de un puñado de profesionales sobre el terreno, así como la avanzadilla de equipos suecos, alemanes y de otros países africanos.
“Ahora sí estamos viendo una respuesta, aunque desgraciadamente ha llegado tarde”, asegura Natacha Reyes, coordinadora médica de Médicos sin Fronteras en Liberia. Hace dos meses, los enfermos morían en las calles de Monrovia porque no había centros suficientes, pero ahora hay camas de sobra, sobre todo tras la acusada ralentización del ritmo de contagios. En este momento el problema que se presenta es “ajustar la respuesta a los cambios de la epidemia y hacerlo en el momento adecuado”, según Reyes. Es decir, que los actores que ya están en el terreno y los que vendrán se orienten no a construir nuevas camas, sino al seguimiento de contactos, la gestión de entierros y el trabajo con las comunidades, así como al reforzamiento de los colapsados sistemas de salud. De hecho, la cantidad de camas para pacientes de ébola se ha multiplicado por tres en Guinea-Conakry, Liberia y Sierra Leona desde agosto, pasando de 284 a 1.047, según cifras de la OMS. En Liberia, en concreto, hay 600.
El dinero, por su parte, también empieza a llegar. Como grandes donantes se encuentran Estados Unidos (240 millones de euros), la Unión Europea (200 millones) y el Banco Mundial (150 millones), aún lejos de las necesidades de 1.000 millones calculadas por Naciones Unidas y a falta de que se concreten las promesas de muchos países que han prometido fondos.
La epidemia baja en Liberia y se recrudece en Sierra leona
JOSÉ NARANJO, MONROVIA
La epidemia de Ébola que afecta en este momento a tres países de África occidental y que ha provocado casi 14.000 contagios y más de 5.000 muertes parece estar reduciendo su ritmo de transmisión en Liberia, el país globalmente más afectado, con 2.700 fallecidos, donde tan solo se han registrado 19 casos confirmados en las últimas tres semanas de octubre. Las razones de este descenso hay que buscarlas en el cambio de comportamientos fruto de una mayor comprensión de la enfermedad. “Ahora cuando alguien tiene síntomas en una comunidad se produce una suerte de aislamiento espontáneo de esa vivienda hasta que llegue el personal sanitario con la protección adecuada” asegura Natacha Reyes, coordinadora de MSF en el país.
Sin embargo, las noticias no son nada buenas en Sierra Leona, donde en los últimos 21 días del mes pasado se produjeron nada menos que 1.160 nuevos contagios, alcanzando ya plenamente a todas las regiones. El ritmo más elevado de transmisión se está produciendo en este momento en la capital, Freetown, así como en las provincias próximas de Bombali y Port Loko. Por el contrario, las provincias de Kenema y Kailahun, muy afectadas este verano, apenas registraron 10 y 4 casos respectivamente hace dos semanas. Mientras tanto, la epidemia mantiene su ritmo constante en Guinea-Conakry, donde los contagios siguen siendo altos en Macenta y en la capital, Conakry, donde se produjeron 12 casos en una semana.
Todos los expertos coinciden en señalar que no se debe bajar la guardia y que la única manera de derrotar al Ébola es hacerlo en todos los países afectados.
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