Uno de los aspectos mas soslayados en la lucha contra el cáncer es el precio de los medicamentos. Una vez hecho el diagnóstico y superado el choque psicológico inicial que causa el enfrentarse con la enfermedad, el segundo gran choque viene cuando el paciente y su familia se enteran del elevadísimo precio de los medicamentos, y se dan cuenta que –incluso teniendo un buen seguro médico- no los podrán pagar, por lo que la esperanza de curar la enfermedad, se pone en peligro.
Tan grave es este problema que la oncología moderna ha creado el término “toxicidad financiera” para referirse al impacto que tiene el precio de los medicamentos sobre el pronóstico del cáncer en el paciente. Lamentablemente, este es un punto que casi no se toca en los programas de entrenamiento o residencia de oncología, los futuros cancerólogos están mas concentrados en tratar la enfermedad, que en preocuparse de quien va a pagar por sus sofisticados tratamientos.
Al respecto, ha sido recién en los últimos dos años que los oncólogos en Estados Unidos han empezado a tomar en cuenta el efecto negativo que tiene el costo de los medicamentos sobre la calidad de vida del enfermo y han empezado a darse cuenta que los fracasos de sus tratamientos se deben a que los pacientes no pueden pagar los carísimos precios de las medicinas.
Esa toxicidad financiera, del mismo modo que la toxicidad de la quimioterapia, afecta la calidad de vida y el pronóstico del paciente porque al no poder comprar las medicinas, el paciente no las usa y disminuye la efectividad del tratamiento. Al respecto, un estudio en Nueva York encontró que las mujeres con cáncer del seno, tuvieron que gastar sus ahorros, cancelar sus vacaciones o trabajar horas extras para poder comprar medicamentos dirigidos a evitar el regreso del cáncer.
Otro reciente estudio documenta un hecho realmente chocante: en el estado de Texas, el sufrimiento emocional que causan las cuentas del hospital es percibido como más intenso que el sufrimiento físico causado por el cáncer. Después de estudiar a 149 pacientes con cáncer avanzado del colon, pulmón, mama y próstata, los resultados mostraron que el estrés financiero fue percibido como 30% más intenso que los síntomas físicos, 31% más intenso que la pérdida de capacidad física, 43% más intenso que el estrés social y familiar y 37% más intenso que el sufrimiento psicológico causado por el cáncer. En otras palabras, el dolor al bolsillo es más intenso que el dolor causado por el cáncer. Los investigadores documentaron también, como no podía ser de otra manera, que la intensidad del estrés financiero fue el doble en los más pobres, siendo los síntomas mas importantes, ansiedad, insomnio y depresión.
Considerando que los gastos de los tratamientos contra el cáncer han ido aumentando progresivamente en todo el mundo, es imperativo que la sociedad acepte, reconozca y enfrente adecuadamente la toxicidad financiera en sus pobladores. Incluso en pacientes asegurados, gastos extras -medicamentos, consultas y hospitalizaciones no cubiertas- pueden elevar las cuentas. Un reciente estudio hecho en el estado de Washington con pacientes asegurados con cáncer del colon, demostró que 25% de ellos terminaban endeudados por el costo del tratamiento, con una deuda promedio de $26.860 dólares.
Debido a la variabilidad de los precios, es difícil saber cuánto cuestan los tratamientos del cáncer. En Estados Unidos por ejemplo, se estima que el tratamiento del cáncer del seno para una mujer sin seguro médico puede costar entre $15.000 y $50.000 dólares para una mastectomía y entre $17.000 a $35.000 para una lumpectomia seguida de radiación. Por su parte un tratamiento con quimioterapia para ese tipo de cáncer puede costar entre $10.000 y $100.000, dependiendo del tipo de medicamentos que se usa. Si esos precios parecen excesivos, el precio de un tratamiento de cáncer avanzado lo es mucho mas. Un estudio hecho en Oregón en el 2010 por ejemplo encontró que durante un año y medio, una mujer con cáncer del seno tuvo casi dos hospitalizaciones, con un promedio de 11 días de internamiento y 84 visitas medicas.  El costo promedio de ese cuidado médico fue de $128.556 dólares.
Situación en el Perú.
No tenemos conocimiento de estudios sobre toxicidad financiera hechos en el Perú, pero estoy seguro estimado lector que usted conoce a alguien que ha rozado con la bancarrota después de un largo tratamiento del cáncer, muchas veces, teniendo incluso un seguro médico.
En el Perú, 41% de sus pobladores están afiliados al Seguro Integral de Salud (SIS) del Ministerio de Salud (MINSA), 26% a EsSalud y 6% al sistema privado. Eso deja a un 27% de peruanos completamente fuera del sistema de salud, a un paso de la ruina financiera si se enferman de algún tipo de cáncer. Este grupo es especialmente vulnerable porque son miembros de esa emergente clase media que son “muy ricos” para calificar para el SIS, pero “muy pobres” para comprar un seguro médico privado, es decir son el grupo “sándwich” de la sociedad.
El Plan Esperanza para la atención integral del cáncer solo cubre a los afiliados al SIS y solo cubre cáncer de mama, cuello de útero, estómago, colon, próstata, leucemias y linfomas; cubriendo otro tipo de cánceres a través de una atención gratuita suplementaria. En EsSalud, solo el 2% de los medicamentos que compran pertenecen al grupo de biológicos contra el cáncer, pero eso representa el 65% de sus gastos en medicamentos.
Ante el elevado costo de los medicamentos contra el cáncer es imperativo entonces que la prevención y la detección precoz sean el foco central de la lucha contra la enfermedad en el país. El presidente electo Pedro Pablo Kuczynski ha prometido hacer crecer el Plan Esperanza en 10% cada año de su gobierno. Esperamos que ese crecimiento sea en el componente preventivo y de detección temprana porque ningún dinero va a alcanzar para tratar el cáncer, si este se sigue descubriendo en sus etapas avanzadas en el Perú.