Ottawa, la ciudad que les da vino a los alcohólicosLinda Pressly
- 10 julio 2016
El tratamiento recomendado para el alcoholismo crónico es la abstinencia. Pero a los residentes de Oaks -un hogar permanente para alcohólicos que una vez vivieron en la calle- se les da una medida de vino en intervalos de una hora.
Se trata del Programa de Alcohol Gestionado (MAP, por sus siglas en inglés), y tiene como objetivo cambiar el comportamiento de consumo de los adictos empedernidos.
En un hotel reformado, situado en el oeste de la ciudad de Ottawa, Canadá, una larga y tranquila fila serpentea en la zona de recepción.
Los hombres y las mujeres son en su mayoría de mediana edad o mayores. Algunos de ellos tienen bastones, andadores o sillas de ruedas. Su salud es frágil tras una vida entera de abuso de la bebida.
En sus manos se destacan sus cicatrices, moretones, hinchazones y sus uñas astilladas o mordidas.
Todos cargan una taza, una copa, un vaso o un frasco. Cualquier recipiente sirve.
Cada hora a las y media comienza lo que se conoce como "el vertido".
Una medida de vino con 13% de alcohol, elaborado en el lugar, se les dispensa a cerca de 50 alcohólicos.
La primera del día, a las 7.30 am, se les da casi 200 ml. El resto del día hasta las 21:30 pm se les da poco más de 140 ml.
Elisa Pewheoalook es la siguiente en la cola. Vive en Pond Inlet, un pueblo inuit en el norte de Canadá, y ha estado bebiendo durante 40 de sus 53 años; una vida arruinada por el alcohol.
"El vino de aquí no es malo", dice. "En la calle bebía enjuague bucal o laca para el cabello. No sabía rico pero lo que yo quería era beber. Me enferma pensar que tomaba eso. Aquí tomo mucho menos".
Si alguien muestra signos de intoxicación, no le sirven.
"No sucede muy a menudo, pero si están borrachos, les pido que vayan a su habitación a tomar una siesta", dice Lucía Ali, una de las empleadas en Oaks, quien trabaja en el bar.
El centro MAP fue diseñado para hacerle frente a las necesidades de las personas sin hogar que trataron de dejar de beber y fallaron.
El esquema fue creado por un grupo de profesionales de la salud hace alrededor de 15 años.
"La idea era que si podíamos estabilizar la locura de sus vidas -días que comienzan con la búsqueda de alcohol y todas las complicaciones que se presentan con eso-, entonces tal vez podríamos hacer incursiones con su salud mental, adicción al alcohol y sus enfermedades físicas", le explica a la BBC el doctor Jeff Turnbull, uno de esos primeros innovadores y el jefe de personal del hospital de Ottawa.
El catalizador fue un alcohólico crónico llamado Eugene.
"Lo encontramos afuera con quemaduras por el frío. A pesar del clima helado, se la pasaba afuera debido a su adicción al alcohol", recuerda el doctor.
"Fue entonces cuando nos preguntamos si no sería más seguro darle un poco de vino. Eugene respondió rápidamente. Se quedó en el interior del refugio, se le mejoraron las quemaduras y le pudimos salvar los dedos de los pies".
El MAP comenzó a trabajar en 2001 y está dirigido por una asociación de dos ONG -los Pastores de la Buena Esperanza, y Ottawa Inner City Health. Empezó en un albergue de personas sin hogar de los Pastores y Oaks fue inaugurado en 2010.
Sin embargo, el enfoque fue controversial.
"Recibí amenazas de muerte", recuerda el Dr. Turner, que sigue siendo el médico a cargo en el Oaks.
"La comunidad de la adicción está muy dividida sobre la reducción de daños. Hay algunos defensores que están tan fuertemente convencidos de que la abstinencia es el único tratamiento indicado para el alcoholismo, que simplemente no podían ver otra alternativa".
Los residentes de Oaks contribuyen al costo de su mantenimiento -y el vino- con sus pensiones y beneficios estatales.
Después de recoger sus bebidas en el mostrador, deambulan en el área común, o se llevan sus bebidas al patio exterior y encienden un cigarrillo.
Charlan con amigos, juegan a las cartas, o se sientan, beben y miran al vacío.
Hay una sala de televisión y una computadora. Hay excursiones y viajes de compras. Hay una clase para mantenerse en forma.
Es un ambiente calmado y estable, y le ha permitido a muchos a florecer.
Algunos han restablecido contacto con sus familias, otros quieren hacer trabajo voluntario o incluso asalariado.
Y los residentes inuit han formado un grupo de trabajo para recopilar información para las personas sin hogar como ellos.
Es un mundo aparte de las caóticas vidas muchos llevaban en las calles.
El centro de Ottawa es inquietante.
Cada cuadra o dos te encuentras con adictos.
Los que buscan drogas caminan como si estuvieran de caza, rápido y con decisión. Los alcohólicos se balancean con paso inseguro, o se duermen en la acera, descansando la barbilla en el pecho.
El sargento Steve Boucher, regularmente las patrulla esas calles.
"Yo diría que en cada turno recibo un mínimo de media docena de llamadas para atender borrachos", le cuenta a la BBC el sargento Boucher. "Es triste que la vida de la gente llegue a eso, pero el alcohol es un demonio con el que tendrán que lidiar toda su vida".
Los alcohólicos crónicos representan una enorme pérdida de recursos públicos.
"Uno de nuestros clientes fue llevado a urgencias 191 veces en los 6 mesesantes de llegar a MAP", dice el doctor Turnbull.
"Y eso fue sólo en nuestro hospital. Puede que además haya estado en otros centros de atención médica durante ese tiempo".
No hay un estudio preciso, pero es realista asumir que la ciudad de Ottawa ha logrado ahorrar millones de dólares con la implementación de este programa.
"Hay una profunda reducción de las llamadas al servicio de emergencias 911,a visitas al hospital de emergencia, el uso de paramédicos y la policía", dice Turnbull.
De vuelta en el Oaks, a pesar de que se está formando la fila para el próximo trago de vino, Corinne Jackson no se inmuta.
Lleva casi 6 años en la residencia y hace 3 meses dejó de tomar los tragos que ofrecen cada hora.
Tras 18 años de tomar bebidas alcohólicas en exceso, puso los frenos.
"El alcohol arruinó muchas de mis relaciones. Hasta tenía trabajo en uno de los mejores hoteles de Ottawa y lo perdí."
Corinne está encantada con su sobriedad, aunque es relativa: cuando sale con su novio, quien vive también en Oaks, toman cerveza.
"Me fascinaría decirle a todos que se volvieran abstemios", confiesa Turnbull. "¿Pero es factible? Quizás no. Lo que sí hacemos es tratar a diario de reducir su consumo de alcohol".
"Al menos en Oaks están estables. Están felices y tienen una calidad de vida razonable", concluye.
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