¿Por qué el acoso y la intimidación son unas estrategias evolutivas tan exitosas?
- 6 marzo 2017
Frodo gobernaba con mano de hierro.
Desde los tres años de edad, estaba lanzando piedras a quienes le rodeaban.
Un gran chimpancé con una distintiva raya gris, más tarde se convertiría en el macho alfa de su manada en el Parque Nacional de Gombe en Tanzania.
La primatóloga Jane Goodall lo llamaba un "verdadero matón".
Muchos otros primates muestran un comportamiento similar. Sus acciones sugieren que la intimidación para imponerse al resto es una táctica que se ha usado por mucho tiempo e incluso puede ser innata.
La intimidación y acoso no son fáciles de definir, porque se presentan en muchas formas, desde disputas físicas a ataques verbales y, actualmente, en acoso en internet.
Están omnipresente en la sociedad humana, y han sido reportados en muchas culturas diferentes.
Una fórmula eficaz
No existe una definición legal de intimidación y acoso. De hecho, es probable que cualquier sociedad jerárquica tenga acosadores.
Esto es sorprendentemente evidente para cualquiera que haya trabajado con los macacos rhesus, una especie de mono con una jerarquía rígida.
Los desafortunados monos en la parte inferior de la jerarquía son atacados en repetidas ocasiones por quienes están más arriba en la manada. A veces son golpeados todos los días, dice el primatólogo Frans de Waal, de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia.
"Parece que para liberar las tensiones de los de arriba", dice De Waal. "Eso refuerza sus vínculos, ya que tienen un enemigo común".
Parece ser una manera eficaz de unir a los macacos más dominantes.
Extraer a la víctima o "chivo expiatorio" no detiene ese comportamiento. Los macacos dominantes simplemente la emprenden con otro mono de bajo rango.
Más que supervivencia
Los chimpancés son igualmente jerárquicos.
Los machos alfa como Frodo se definen por su capacidad para desbancar a otros en cualquier pelea, dice el antropólogo Michael Wilson, de la Universidad de Minnesota en Minneapolis, quien lo conoció en 2001.
"No es como que él está tomando necesariamente decisiones en beneficio del grupo, está haciendo lo que se necesita para conseguir lo que quiere, que es por lo general hembras", afirma.
Lo que define a este comportamiento agresivo como intimidación es que no está inmediatamente relacionado con la supervivencia. De hecho, a menudo no es provocado, señala Darío Maestripieri, de la Universidad de Chicago.
Maestripieri argumenta que la intimidación ayuda a los animales dominantes a someter a sus subordinados, y que esto tiene claros beneficios evolutivos, pues asegura que los individuos dominantes tengan mejor acceso a los alimentos y al sexo opuesto.
Otros animales también lo hacen
No sólo los primates muestran comportamientos similares a la intimidación y el acoso.
Los pollos picotean cruelmente a quienes se pasan de la raya; las hienas manchadas también intimidan a sus subordinados.
Incluso se ha observado en los peces. Por ejemplo, los cíclidos machos pasan mucho tiempo golpeando a otros machos para ascender a un rango superior.
De Waal sospecha que la intimidación se puede encontrar en cualquier especie en la cual la jerarquía es importante.
La tendencia a descargar las frustraciones en otro es un "mecanismo muy básico", dice De Waal.
En algunas especies, como los chimpancés y los seres humanos, este mecanismo de "chivo expiatorio" es simplemente más pronunciado.
Ser el mandamás conlleva estrés. Los machos alfa están a menudo en riesgo de ser derrocados por los de menor rango.
Si la jerarquía es inestable, como suele ser el caso de los babuinos y los chimpancés, los de arriba están más estresados.
Sin embargo, en un grupo más estable los subordinados son los más estresados, presumiblemente debido a que son frecuentemente acosados.
En 2002, después de cinco años gobernando, Frodo estaba enfermo y débil. Los otros machos lo atacaron de inmediato.
Frodo pasó los meses posteriores solos, exiliado. Cuando regresó a su manada fue degradado a un rango muy bajo. Murió en 2013, posiblemente de un ataque violento. Su autopsia mostró que los testículos se infectaron de una herida en forma canina.
Pero Frodo fue padre de muchos hijos y eso significa que sus genes -con lo que la predisposición hacia la intimidación puede conllevar- se han transmitido.
Esto parece sugerir una conclusión sombría.
Si tantas criaturas son acosadoras, tal vez la intimidación es algo innato en nosotros, de lo que no podemos escapar.
¿Acaso es, como escribió el historiador y filósofo Nicolás Machiavelo, "mejor ser temido que amado"?
Otras estrategias
El asunto no parece tan claro.
Para entender cómo evolucionaron nuestros comportamientos, también tenemos que mirar a otro mono a menudo olvidado: el bonobo.
Los bonobos están tan estrechamente relacionados con nosotros como los chimpancés. No se han estudiado tanto, pero se sabe que son mucho menos violentos.
En 92 años de estudio, Wilson y sus colegas descubrieron solamente un caso de una "muerte sospechosa" en las comunidades bonobos, en contraste con 152 posibles asesinatos en manadas de chimpancés.
Al igual que los bonobos, los seres humanos parecen haber tomado un camino menos violento. "Es raro ver a la agresión física directa entre los hombres adultos en el mismo grupo en comparación con los chimpancés", dice Wilson.
Como especie, somos más pacíficos que los chimpancés y menos propensos a arrebatos violentos impulsivos.
Sin embargo, también vivimos en una sociedad donde la competencia con los demás es la norma. Esto nos empuja hacia el uso de la intimidación como una estrategia social.
"La intimidación humana es a la vez el producto de las tendencias heredadas de nuestros ancestros similares a los chimpancés y de los entornos sociales competitivos como los de los chimpancés y los monos rhesus", dice Maestripieri.
En formas más sutiles, los adultos también intimidan.
Hay muchos casos de acoso laboral y patrones "psicópatas", mientras que los políticos utilizan el "chivo expiatorio" para incitar el antagonismo contra grupos minoritarios.
Este enfoque "crea un enemigo común cuando hay tensiones en una sociedad", dice De Waal.
Un estudio genético de 2013 reveló que la tendencia a convertirse en líder es al menos en parte genética. Es decir, algunas personas están equipadas con rasgos de personalidad para convertirse en los líderes del grupo, mientras que otros son más proclives a ser seguidores.
Al menos algunos de estos "líderes naturales" van a utilizar la agresión y la intimidación para mantener su estatus.
Maestripieri también sospecha que, si una persona no alcanza su objetivo social de convertirse en "líder", eso la conduciría a intimidar más.
Aun así, la intimidación como estrategia no puede llevar al éxito a largo plazo. Los modos de tirano con que gobernaba Frodo claramente tuvieron un costo. En esta línea, un estudio de 2015 sugirió que las personas sin escrúpulos no siempre salen adelante.
La intimidación también puede tener profundas raíces evolutivas. Pero si el líder quiere ser aceptado a largo plazo, debe tratar de ser más amado que temido
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