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Hay mucha incertidumbre sobre el brote de gripe porcina, pero algo que nos tiene a todos muy confundidos es si las mascarillas sirven realmente para evitar la propagación del virus.
Tal como nos contó la corresponsal de la BBC en México, Cecilia Barría, se quedó sorprendida al ver durante una conferencia de prensa en la Secretaría de Salud que nadie llevaba mascarillas. Ni las secretarias, ni los empleados de limpieza, ni los funcionarios, ni el director general del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades.
Cuando los reporteros le preguntaron a Miguel Ángel Lezana por qué, el funcionario dijo "porque la porosidad de las mascarillas permite fácilmente el paso de las partículas" y agregó que "es muy poco viable que el virus pueda transmitirse por el aire sin estar en contacto con ninguna superficie".
Entonces ¿por qué el gobierno mexicano ha repartido millones de mascarillas a la población? y ¿por qué muchos ciudadanos en ese país están ahora angustiados ante la aparente escacez el humilde tapabocas?
Según Lezana, se repartieron mascarillas por "una demanda de la población. La gente se siente más segura llevándolas, más tranquila, y no les hace ningún daño", afirmó.
Las cosas, sin embargo, podrían no ser tan simples.
¿Alarma?
A medida que la enfermedad se ha propagado de un país a otro, han surgido informes de compras "de pánico" en internet de todo tipo de productos, incluidas mascarillas. Y es que una de las imágenes que nos viene a la mente cuando hablamos de gripe porcina es la de los ciudadanos en México caminando por las calles con el rostro semicubierto.
"Realmente hay poca evidencia de que las mascarillas ofrezcan mucha protección contra el virus de influenza", le dijo a la BBC el profesor John Oxford, virólogo del Hospital Barts en Londres.
"Y creo que haberlas distribuido al público como se ha hecho en México sólo ha servido para despertar desconfianza.
"La gente puede estar tranquila y ser consciente de las recomendaciones de salud, pero empezar a ver a otras personas apuradas en las calles con mascarillas es algo que puede sembrar el pánico", afirma el profesor Oxford.
"Y ése es el tipo de cosas que queremos evitar con una situación como la actual, es decir, alarmar a la gente", agrega.
Transmisión
La evidencia científica no demuestra que el uso general de mascarillas en personas que no están enfermas tenga algún efecto.
El Reino Unido, Estados Unidos y otros países han reservado el uso de las mascarillas -y de guantes especiales- para los empleados del sistema sanitario, particularmente aquéllos que están en contacto constante con víctimas potenciales.
Los expertos afirman además que estas personas deben utilizar mascarillas especiales con un filtro que evita el paso de algunas partículas en el aire, pero que son más costosas porque deben ser hechas a la medida del rostro.
El virus de gripe porcina, recordemos, se transmite como cualquier virus de gripe: principalmente por partículas de agua propulsadas hasta un metro cuando una persona contagiada estornuda o tose.
También puede haber contagio al tocar una superficie contaminada (donde la persona enferma ha tosido o estornudado) donde el virus puede sobrevivir algunas horas (dos horas o más dependiendo de la humedad del lugar) y después llevarse la mano a la boca o nariz.
Es por eso que las mascarillas con filtro son mucho más efectivas que las quirúrgicas estándar o las mascarillas contra polvo que se usan en construcciones, y sobre todo que las mascarillas de papel que son totalmente inútiles.
"Un virus como éste no puede contagiarse caminando por las calles, se necesita estar cerca de una persona contagiada -dice el profesor Oxford. Los trabajadores de salud son quienes tienen más probabilidades de entrar en contacto con el virus y los que pueden propagarlo".
Ningún tipo de mascarilla, dicen los expertos, puede evitar en un 100% que las partículas se filtren. Y a medida que éstas se humedecen se vuelven menos efectivas.
Algunos piensan que podrían ser útiles si las usan las personas con síntomas de gripe para evitar que propaguen la infección.
Pero esto, creen los expertos, podría dar a la gente un falso sentido de seguridad.
Falsa seguridad
El doctor Ronald Cutler, subdirector de ciencias biomédicas de la Universidad de Londres, explica que "si estornudamos con una mascarilla el virus quedará contenido, y por eso se cree que si todos las usamos podría frenarse la propagación.
"O también se cree que se puede evitar si se le pide a la gente que tiene gripe que use mascarilla. Pero para cuando la gente ya está diagnosticada ya es demasiado tarde.
"Y el principal problema es que hemos visto que cuando alguien estornuda suele quitarse la máscara. Así que estamos dando un falso sentido de seguridad a la población".
El doctor Cutler agrega que "las mascarillas no son trajes bioquímicos. Obviamente sólo nos cubren una parte del cuerpo, pero nuestras manos y nuestra ropa también pueden tener el virus.
"Cuando la gente lleva una mascarilla cree que está protegida y que está bien seguir acudiendo a áreas donde hay muchas gente.
"La mejor recomendación es cubrirse la boca con un pañuelo desechable cuando se tose o estornuda. Y lavarse las manos después de estornudar o de tocar superficies que puedan estar contaminadas".
La doctora Gail Lusardi, experta en salud pública de la Universidad de Glamorgan está de acuerdo.
"Las mascarillas por sí solas no evitan la propagación del virus de influenza. Las medidas de higiene básicas como lavarse las manos, usar y desechar los pañuelos al estornudar y desinfectar las superficies son la clave para evitar la transmisión de la infección".
En cuanto a las mascarillas, dice la experta, son "mejor que nada" cuando es imposible evitar el contacto cercano con un individuo contagiado o potencialmente contagiado.
Pero agrega que "una mascarilla puede usarse contínuamente hasta 10 horas, pero si durante ese tiempo la persona se la retira de la cara ésta debe ser reemplazada".
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