viernes, febrero 10, 2012

Mientras tanto la Salud... como la mona


Y mientras tanto…

Rosa maría Palacios

Mientras que fujimoristas vs. el resto del mundo político se trompean por sus trofeos de guerra y, fieles a su esencia, no pueden dejar de dividirlo todo (hasta el triunfo contra el terror); mientras que twitterlandia y facebook enloquecen y declaran a la Inka Cola heroína nacional y hereje al pobre escritor Ivan Thays, cuyo mayor pecado es no cantarle el himno al ají de gallina, al lomo saltado y al empalagoso suspiro; mientras nos atiborran de recetas de pisco sour con mil nuevas variantes, cosas más graves pasan rápido y no duran en nuestras retinas ni el paso de los minutos entres dos tandas comerciales.
Salud pública y privada. ¡Pobre peruano al que le duele algo! El sábado pasado morían calcinados o asfixiados 27 adictos, internos de un centro clandestino. La tragedia reveló que la salud pública tiene 700 camas para 60.000 adictos en potencial tratamiento y 200 psiquiatras a nivel nacional, 85% de los cuales están en Lima (para cubrir la demanda de hoy se necesitarían 400). La salud privada es inaccesible para la mayoría y, cuando lo es, nadie está libre de una estafa con “tratamientos” cuyo valor terapéutico es inexistente y donde la falta de transparencia y el abuso al paciente campean.
El Seguro Integral de Salud ni es un seguro (nadie paga primas) ni es integral (igual hay que pagar en muchos casos). Es la misma salud pública de siempre. Sólo que ahora ordena un poco mejor la demanda. Nada más. El subsidio del Estado es el mismo. Un 30% de los peruanos siguen sin acceso a ninguna clase de prestación; es decir, los más pobres.  Para los que sí acceden al servicio público, les dejo una muestra de lo invisible: la ausencia de plazas para anestesiólogos, nefrólogos, neurocirujanos o especialidades pediátricas roza con el escándalo. Le pregunté al ministro por qué un país con US$ 50,000 millones en reservas no podía cubrir siquiera la demanda de médicos psiquiatras. Las explicaciones kafkianas sobre los más enrevesados procedimientos burocráticos no caben en esta columna. En concreto, sobran médicos en Lima y faltan en el resto del país, pero nadie quiere ir porque pagan pésimo.
¿Y la salud privada? No crean que va mejor. Especialistas con doctorados a los que las compañías de seguros les reconocen S/.35 por una consulta por la que podrían cobrar S/. 250 dan cuenta de que la intermediación se vuelve abusiva para los dos extremos de la relación: médico y paciente. Los usuarios se pierden en deducibles, tratamientos sin cobertura (y estoy hablando de cosas sencillas y necesarias como una mamografía) y angustias por las que se supone que ya pagaron. Y los médicos ¿te van a atender sonriendo?
Y mientras tanto, tómate un pisquito, hermanito. Salud. Mientras te dure.

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