La contraparte en Perú de la ONG sabadellense Lliga dels Drets dels Pobles, para la cooperación con los indígenas shawis de Yurimaguas, en la selva amazónica, es el educador y consultor de Salud, Jorge Luís Vélez Quevedo, 60.
¿El principal problema de los shawis?
Cada vez distinguimos menos entre comunidades y pensamos más en la Amazonía en su globalidad.
¿Qué quiere decir?
Que lo que está ahorita en riesgo es la Amazonía en su conjunto, en Perú, Colombia, Ecuador… En Pukalpa, por ejemplo, los madereros acaban de asesinar a un dirigente indígena amigo nuestro.
¿El problema son las multinacionales?
Y también las pequeñas empresas de madereros que van deforestando bosques poco a poco, acaparando tierras y dejando de lado a las comunidades.
¿Por qué se permite?
Porque en Perú se piensa que la Amazonía está vacía de gente. O se coloniza o se conceden sus tierras a empresas privadas. Pero cuando llegan ahí encuentran que viven comunidades.
¿Motiva y conciencia usted a los jóvenes para que se rebelen?
Más que rebelión existe una resistencia. Contra las petroleras bien poco podemos hacer. Pero sí podemos resistir.
¿Los cooperantes estáis mal vistos?
Sí, somos un obstáculo. Somos un fastidio. Pero ser un fastidio para los corruptos tampoco está tan mal (ríe). Ahorita tenemos cinco presidentes regionales presos por sicariato y corrupción.
¿La selva de la que habla es esa selva mítica, frondosa, de árboles altísimos, llena de animales peligrosos, indios con cerbatana y en la que andas a machetazos?
No. Esa es la selva de los turistas.
¿Cómo es la suya?
Es una selva muy frágil con un terreno fértil que apenas dura cinco años porque sus capas freáticas son de composición tan temprana que si cortas un árbol ya no crece más.
¿Y la población?
El hombre amazónico ha pasado de ser recolector migrante a agricultor estacionario. Somos el distrito más pobre del Perú.
¿Le preocupa?
Me preocupa más el cambio climático que sufrimos muchísimo con inundaciones y sequías tremendas.
¿Eso es algo nuevo?
Absolutamente. Los ríos eran antes navegables siete meses al año y ahora apenas son navegables dos meses. Y eso es muy preocupante porque los ríos son las carreteras de la selva.
¿Y la madera?
Se están perdiendo la caoba y el cedro, antes cotidianos y ahora tesoros escondidos en la selva.
Da formación ocupacional a jóvenes de comunidades indígenas, ¿no?
Así es. Tenemos un centro en el que 200 jóvenes nativos elegidos por sus comunidades aprenden carpintería, costura, mecánica, agricultura…
¿Una vez formados emigran a la ciudad?
No. En absoluto. Sólo quieren formarse para sacar mayor producción a su parcela. No para huir. ¡Y los de carpintería!
¿Qué?
Por primera pueden tener una mesa de la madera más fina del planeta que ellos han cuidado durante siglos: la caoba. ¡Eso les satisface! Vivir de sus recursos.
¿Si ganan más dinero son más felices?
No. Con la coca ganaron muchísimo dinero y luego se dieron cuenta que la pobreza ha sido mayor.
¿Por qué?
Porque la acidez de los cultivos de coca empobrece los terrenos. Para ellos no hay más riqueza que los hijos y la tierra. Y sólo aspiran a mejor alimentación, mejor educación y mejores servicios en una economía sostenible.
¿El centro de formación lo paga la Lliga dels Drets dels Pobles?
La Lliga aporta financiación y asesoría técnica. Nos viene acompañando desde hace 20 años.
¿El error de un cooperante puede ser fatal?
El cooperante no ha de tomar decisiones, sino ayudar a los nativos a tomarlas. Nosotros un día marcharemos y conviene dejarlos con las decisiones que ellos han tomado.
¿El sida es un problema?
Sí, sobre todo en las comunidades ribereñas más en contacto con la ciudad. Un problema del que se habla demasiado poco.
Queda dicho
PEP, FELIU AMAZONICO
Conoce bien a Pep Feliu, el informático sabadellense que lo dejó todo hace años por ir a vivir a Yurimaguas.
«El pobre se lesionó un día en un incendio, pero ya está recuperado y desde luego ya es un hombre amazónico», dice Vélez con una amplia sonrisa.
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