Eres lo que comes: rompiendo paradigmas sobre la salud, parte I, la leche
08 SEPTIEMBRE 2014
Semana Economica(SE)
En dos artículos anteriores en SE introduje algunos conceptos sobre la Gran Transformación. Esta vez los invito al análisis y toma de conciencia de algunos paradigmas para que con la información a la mano puedan decidir quebrarlos o mantenerlos. Al menos así el proceso de toma de decisiones es más libre y hacemos justicia al “libre mercado”. Más aún, la historia que nos han contado de que en el mercado los seres humanos tomamos decisiones racionales ha sido ampliamente desmentida por los propios economistas, los que ahora hacen referencia a la falta de información completa que le quita lo de ‘libre’ al mercado. Vivimos ante una falta de información bastante significativa y el Estado no está regulando los procesos de comunicación e información hacia el ciudadano (me rehúso a llamarlo consumidor). La falta de información completa está trayendo serias consecuencias en una serie de ámbitos, uno de ellos es el de la salud.
Empecemos por definir un modelo para el análisis de la salud desde cuatro perspectivas. Tres ampliamente conocidas: nutrición, deporte y descanso. Una bastante desconocida: la desintoxicación.
Nuestro cuerpo tiene una capacidad natural para eliminar toxinas y lo hacemos a través del sudor, las heces, la orina, etc. A medida que va pasando el tiempo, la capacidad del cuerpo para desintoxicarse de manera natural se va perdiendo. ¡Vamos envejeciendo! Por eso las personas de edad avanzada necesitan dejar de comer algunos alimentos porque su propio cuerpo les da señales de que no son convenientes. Complementan la capacidad de desintoxicación con antioxidantes, algunos productos farmacéuticos (hablaremos sobre ellos) y una nutrición rica en ciertos elementos que ayudan a la desintoxicación.
Otro factor a tener en cuenta es que nuestro cuerpo tiene su propia capacidad para desintoxicar lo natural, bajo ciertos límites. Esto es, si lo que consumimos no es orgánico, contiene componentes con moléculas artificiales o no corresponde a la capacidad de procesamiento de los seres humanos por ser productos destinados para otras especies; si comemos en exceso ciertos productos o si nuestro cuerpo no nació con la capacidad para desintoxicarse tan efectivamente como el de otros, empezamos a acumular toxinas que luego degeneran y ocasionan enfermedades de todo tipo. Algunas de ellas son terminales o bastante dañinas. El cáncer, la diabetes y el Alzheimer están entre las más comunes.
Si uno ha vivido experiencias cercanas a casos de cáncer podrá recordar (o averiguar) que los médicos lo primero que le recomiendan a la persona enferma es no tomar leche ni comer carnes rojas. Todo parece indicar que estos dos productos son cancerígenos o estimulan el cáncer pero sólo nos recomiendan dejar de consumirlos cuando ya es muy tarde.
T. Colin Campbell, autor del libro El estudio de China, es considerado la máxima figura de la nutrición en EEUU. El estudio de China es una investigación que ha sido galardonada con “el Gran Premio de la epidemiología” por The New York Times. Éste fue un gran proyecto histórico a gran escala entre China y Estados Unidos, donde se llegó a conclusiones sorprendentes sobre la relación entre la alimentación y las enfermedades. La investigación demostró la conexión entre la proteína animal y el cáncer, así como la relación entre la dieta y las enfermedades como la diabetes y la obesidad. El Dr. Campbell llegó a la conclusión de que “hay una dieta para contrarrestar todas estas enfermedades: la basada en plantas y alimentos integrales”.
Campbell es profesor emérito de Bioquímica Alimenticia en la Universidad de Cornell, donde impartió clases y realizó investigaciones durante más de veinte años. Ha recibido durante más de setenta años subvenciones para sus investigaciones y ha escrito más de trescientos artículos científicos. En su próximo libro, El estado del maestro y el esclavo, explica sobre el control de la información, la política y la ideología detrás de la actual crisis de salud en Estados Unidos y el mundo.
Veremos en futuros artículos algunos paradigmas sobre la nutrición que necesitan ser evaluados. Empecemos por el primero: la leche. Es un producto altamente recomendado para la nutrición infantil y del ser humano. Contiene altos niveles de calcio y proteína animal. Esto último es cierto y aparece así publicitado por los comerciales de las empresas de lácteos y productoras de leche. Hasta aquí, información incompleta. Complementemos esta información con algunos datos adicionales:
Entre los componentes de la leche de vaca encontramos en muy altos porcentajes la caseína, sustancia que tiene graves consecuencias en el organismo. La caseína se coagula en el estómago y forma grumos muy difíciles de digerir, y es un alimento indicado tan sólo para las terneras, que tienen un estómago apropiado (con cuatro cavidades) para digerirla sin ningún problema. La caseína es usada en la industria para hacer pegamentos que se emplean en carpintería. Cada vez que tomas leche de vaca estás dando a tu organismo una sustancia viscosa que se endurece y se pega en los intestinos, e impide, bloquea y entorpece la asimilación de nutrientes y la eliminación del desecho de agentes tóxicos.
Nuestro estómago no está diseñado para consumir leche de vaca. Existen dos enzimas, la renina y la lactasa, que se encargan de descomponer y hacer digerible la leche de vaca. Esas enzimas, en casi todos los seres humanos, dejan de producirse alrededor de los tres años. Cuando la leche de vaca entra al organismo y no encuentra esas enzimas, el estómago tiene que hacer esfuerzos considerables para digerirla, y, a pesar de su enorme trabajo para que el alimento sea asimilado, no lo consigue del todo. Con el tiempo, estas adherencias se fermentan, se secan, se hacen una especie de costra que da lugar a innumerables enfermedades, como problemas de la tiroides, diabetes, alergias de todo tipo, intolerancia a ciertos alimentos, excesos de flemas y mucosidades, tos, gripe, etc.
Además, la leche de vaca ya no es la leche de hace años debido a la crianza extensiva a las que se somete al ganado vacuno: hacinamiento, estrés continuo (una vaca para producir leche debe estar constantemente preñada), etc. Los animales se enferman y entonces se les somete a tratamientos con muchos químicos, hormonas, pesticidas, antibióticos, etc. La leche se acidifica en el cuerpo humano debido al calor del organismo y a que tiene que pasar mucho rato en él debido a la dificultad de su digestión. Si supuestamente nos brinda calcio, ¿cómo se entiende que las farmacias estén llenas de suplementos de calcio, que muchos adultos terminan sufriendo de osteoporosis y que los envases de leche refuercen que llevan “extracalcio y vitamina D”? Es que el proceso para pasteurizar la leche se realiza a altas temperaturas, le hace perder casi por completo todos sus nutrientes y la grasa animal se satura y la hace dañina y perjudicial para la salud. La que no está pasteurizada es muy peligrosa, ya que fomenta las bacterias.
Aunque puede haber algunas similitudes, existe cierta ’especificidad’ en las leches maternas. Es decir, la leche de vaca es muy buena para terneros que tienen un estómago muy complejo y las enzimas que la hacen digerible y aprovechable para ellos. La de humanos para bebés humanos. Más aún, somos la única especie que sigue consumiendo leche fuera de la etapa infantil. La leche es un alimento exclusivo para infantes de cualquier especie.
¿Qué hacer ante esta nueva realidad?
Se puede sustituir la leche de vaca por la de soya, almendra, arroz o quinua. El brócoli, las nueces, las verduras de hoja verde oscuro, el amaranto, la miel, la avena, la naranja, el polen, la alfalfa, la levadura de cerveza, el coco, las almendras son ricos en calcio. Dos almendras contienen el doble de calcio que un vaso de leche.
El paradigma es tan fuerte que el Estado fomenta la nutrición de los niños más pobres con su programa el Vaso de Leche. ¿Qué diría Campbell de este programa? ¿Qué sucedería si el Estado decide completar la información que existe en el mercado con los resultados del Estudio de China? Muchas empresas importantes en el país verían seriamente afectadas sus utilidades y su permanencia en el mercado. ¡Se imaginan los lobbyings! Se generaría inicialmente un importante desempleo debido a la cantidad de personas que trabajan en la industria de los lácteos. El nacimiento de industrias complementarias podría absorber eventualmente a esas personas.
La GRAN TRANSFORMACIÓN requiere romper paradigmas. Mientras tanto es fundamental completar la información para que los ciudadanos (ya no más llamados consumidores) tomen decisiones libres en el mercado. Tendrán la libertad de seguir consumiendo leche de vaca con pleno conocimiento del daño que les generará en el corto, mediano o largo plazo. Es la labor del Estado proteger a los ciudadanos. Es el bienestar humano lo que nos mantendrá vivos como especie, no el mercado ni las empresas.
Por lo tanto, como en las cajas de cigarrillos, a partir de los resultados de las investigaciones de Campbell el Estado debería exigir a todas las empresas de lácteos que coloquen en sus etiquetas CONSUMIR PRODUCTOS LÁCTEOS ES DAÑINO PARA LA SALUD Y GENERA CÁNCER.
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