ESCRIBE SEBASTIÁN CORZO
Sobre la relación entre educación y tecnología hay diversas posturas. Se da por sentado que el uso de tecnologías de la información debe impactar en una mejora en la enseñanza, pero muchas veces el debate se entrampa en detalles técnicos: Si conviene mejorar las computadoras, si es mejor tal o cual entorno sistema operativo, si vale la pena darle tablets o laptop a los alumnos, entre otros.
El caso reciente de la UPC, que anunció que a partir del próximo año usará iPads en sus clases, es un claro ejemplo. No obstante, en el Perú, la introducción de tecnologías en la educación se ha visto más en el caso de la educación escolar. Es el caso del Proyecto Huascarán, que fue impulsado por el Ministerio de Educación. “No hay matrimonio más poderoso en el imaginario peruano, y probablemente latinoamericano, que el de educación y tecnología. Esas palabras son claves en el imaginario de los padres cuando piensan en educación para sus hijos”, señala Sandro Marcone, sociólogo y especialista en temas de tecnología en la educación, para SE.
La discusión en torno a la utilidad de los dispositivos tecnológicos en las aulas no debe limitarse a plataformas, aparatos y marcas. Cuando se quiere asociar su uso académico (entiéndase tablets, laptops, desktops, smartphones, o lo que sea), se piensa únicamente en la obtención del aparato, mas no en la fondo, en un proyecto que cree una esfera tecnológica que envuelva a todo el proceso educativo. “Cuando en el tema de tecnología y educación termina siendo relevante el tipo de dispositivo, ni siquiera la marca, cuando esa discusión está a flor de piel no es buena noticia, porque lo más probable es que no está planteándose sólidamente. O no tiene una sólida base pedagógica o no tiene una sólida base de gestión”, comenta Marcone.
Más importante que utilizar una marca o plataforma específicas, es crear la base pedagógica para poder aprovechar la tecnología. Juan Carlos Villacorta, ex Director de Comunicaciones en la Universidad de Piura (UDEP), pone el ejemplo del Proyecto Huascarán, como una gestión mal pensada y mal desarrollada: “El gobierno, al momento de desarrollar el Proyecto Huascarán, compró miles de laptops y lo único que hizo fue ir a los colegios rurales y dejarles las laptops. No hubo capacitación pedagógica, no revisaron si es que habían conexiones adecuadas (internet, electricidad)” indicó
Marcone, que fue director general de tecnología educativa del Ministerio de Educación y participó en el Proyecto Huascarán, explicar al respecto: “Muchas de esas laptops que compró el gobierno aprista en su momento, en la actualidad siguen en sus cajas tiradas en los colegios a los que se las dieron. Sin luz ni la debida capacitación no esperes que mágicamente los chicos aprendan a usarla, y no solo ellos sino los profesores”
La marca es lo de menos
“Muchos apoyan el tema de la uniformización del parque tecnológico, pero lo ideal sería la resiliencia tecnológica. Uno de los objetivos es que el estudiante pueda hacer cualquier cosa en cualquier tipo de dispositivo, es decir, que no sea tan dependiente de si es un sistema operativo comercial del propietario o no. Pueda usar diversos aplicativos y no una necesariamente una marca en especial”, agrega Marcone.
Las tablets (de cualquier marca o plataforma), al igual que las laptops, ofrecen dentro de las aulas infinitas posibilidades. El uso de aplicaciones multimedia (que combinan video, audio, fotos y texto) puede hacer más amena la experiencia educativa, y por lo mismo facilitar el aprendizaje. Otra ventaja que ofrecen es la instantaneidad, es decir, con un click la información se obtiene, se transfiere, se descarga, y se comparte. Con la tecnología las distancias se acortan. Sandro Marcone comentó una ventaja que ya se está utilizando en universidades privadas de Estados Unidos: “Flipped Classroom es una medida educativa que básicamente invierte el espacio donde se desarrolla lo teórico y lo práctico en el colegio o universidad, es decir, el homework pasa a ser una cuestión de desarrollo en clase con apoyo del profesor, asimismo lo teórico cada alumno lo estudia desde casa al ritmo que desee”.
En ese sentido, Juan Carlos Villacorta, considera que una medida como la que quiere implementar al UPC sería beneficiosa para los alumnos, si se presentara con otro discurso: “En el aspecto comunicativo y en la gestión del proyecto debieron haber pronunciado con lo siguiente: ‘Apostamos por un tema multiplataforma y que cada uno lleve sus cosas sea tablet, laptop, smartphone de cualquier marca y sistema operativo’, y explícitamente venderte el iPad y el ecosistema Apple. Bueno, y si querían esa marca y esa plataforma, específica, hubieran comprado iPads para cada alumno y que no sean de su propiedad”.
En el Perú, la gestión tecnológica hasta el momento sólo se ha limitado a comprar aparatos, y no a verdaderamente crear un ecosistema tecnológico donde se beneficie a los estudiantes con soporte técnico, con garantía de hardware y de software y sobre todo con una debida capacitación tanto a alumnos como a los maestros. Sin estos ingredientes, lo más probable es que la tablet o la laptop se conviertan en una plataforma de distracción para los alumnos, y no en la herramienta de aprendizaje que se nos pretende vender.
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