miércoles, octubre 07, 2015

Es la mejor universidad del mundo, pero probablemente no la conozcas


Lleva liderando desde hace 4 años uno de los 'rankings' más reputados, pero pocos conocen cómo funciona y a qué debe su buena reputación el centro tecnológico de California
Foto: El Centro Cahill de Astronomía y Astrofísica, en Caltech. (Ted Soqui/Corbis)
El Centro Cahill de Astronomía y Astrofísica, en Caltech. (Ted Soqui/Corbis)
En 1962, el químico y activista del pacifismo Linus Pauling se alzó con el Premio Nobel de la Paz. No sería nada excepcional (aparentemente) si no fuese porque ello le convertía en el único hombre en haberse alzado por dos veces y en solitario con el galardón, ya que en 1954 había obtenido el de Química. Pauling había estudiado en el California Institute of Technology o Caltech, como se conoce popularmente, una institución que ha dado lugar a 34 Premios Nobel y 71 ganadores de la Medalla Nacional de las Ciencias y Tecnologías estadounidense. Y, sin embargo, nunca pensamos en ella y sí en Harvard, Oxford, Stanford o el MIT cuando pensamos en las mejores universidades del mundo.
Este año, Caltech ocupa el primer puesto en el ranking de las mejores universidades que elabora cada año Times Higher Education, una posición de la que no se ha movido desde el curso 2011-2012, cuando desbancó a Harvard. Sin embargo, no se trata de un centro que aparezca frecuentemente en los medios de comunicación, o al menos no tanto como su gran enemigo, el Massachusetts Institute of Technology (MIT), que se encuentra en el quinto lugar, después de la Universidad de Oxford, Stanford y Cambridge (UK). Pero publicidad es lo último que necesita.
El centro sólo admite a aquellos estudiantes que forman parte del 2% que ha sacado mejores notas
Con echar un vistazo a la ficha del centro que aparece en Starclass, una base de datos sobre universidades americanas, se empieza a entender lo que la diferencia del resto. Es un centro pequeñísimo (2.181 estudiantes) en la que resulta tremendamente difícil entrar (tiene una tasa de admisión de un 10,6%) y su matrícula es muy cara (41.538 dólares, es decir, 37.038 euros). Todo el esfuerzo económico tiene, no obstante, su recompensa: las clases están formadas por no más de nueve estudiantes, el 87% de los alumnos terminan graduándose e ingresando en el mercado laboral con un sueldo muy alto, unos 66.500 dólares (59.306 euros) de media.
Basta con compararlo con las cifras del MIT para entender por qué en Caltech no necesitan promocionarse demasiado. El centro de Massachusetts tiene seis veces más estudiantes (alrededor de 12.000), a pesar de que el precio de su matrícula es similar (unos 45.000 dólares) y a que ayuda con becas a un porcentaje sensiblemente superior (el 91% frente al 60%). La tasa de admisión es muy semejante, un 8% según los datos de este mismo otoño, sólo que sobre un total de alumnos mucho mayor.
El profesor de biología Bruce Hay imparte su clase. (Lance Hayashida/Caltech Office of Strategic Communications)
El profesor de biología Bruce Hay imparte su clase. (Lance Hayashida/Caltech Office of Strategic Communications)
¿La conclusión? Que si Caltech figura tan alto en los rankings no es sólo porque está haciendo las cosas bien (eso se da por hecho), sino porque está diseñada para elegir tan sólo a un puñado de los mejores estudiantes del mundo –uno de cada cuatro es internacional– que disfrutarán de una educación de élite, incluso dentro de la élite: según sus datos, el 100% de los nuevos alumnos se encontraban en el 10% superior de su clase y habían obtenido más de un percentil 98% en los exámenes SAT. Es decir, se encuentran entre el 2% de los mejores estudiantes.

La fórmula del éxito

El centro es una universidad privada que en 2008 concluyó una nueva campaña de financiación en la que consiguió más de 1.400 millones de dólares de 16.000 donantes diferentes, la mitad de los cuales sirvieron para apoyar los programas y proyectos de sus facultades. Si en el baremo del THE se tienen en cuenta factores como la docencia, el número de citaciones, la proyección internacional o la investigación, no hay ninguna duda de que este último punto es uno de sus fuertes, con un gasto de 270 millones al año, que aunque no la sitúa en la vanguardia total de la investigación (se encuentra en el puesto 66 en EEUU en términos absolutos), sí lo hace en relación al tamaño del centro.
El decidido enfoque de Caltech hacia la excelencia académica se debe a que son sus facultades las que deciden los procesos de admisión
Tiene buenos clientes (y padrinos): la NASA (principalmente a través del JPL, el Jet Propulsion Laboratory, uno de sus principales proyectos), la Fundación Nacional de las Ciencias ( su principal valedor con 343 millones anuales, un récord en todo el país), el Departamento de Salud y Servicios Humanos, el Departamento de Defensa y el de Energía . Además, Caltech ha visto cómo sus arcas engordaban en 144 millones el pasado año gracias a los fondos federales. En una palabra, un pastón que resulta rentable.
Las asignaturas estrella de las 38 que se ofertan en Caltech, a apenas 18 kilómetros del centro de Los Ángeles, son la Ingeniería Mecánica, las Ciencias de la Computación y la Información y la Ingeniería Química. El centro se divide en seis departamentos: Biología e Ingeniería Biológica; Ingeniería Química; Ciencias Aplicadas; Ciencias Geológicas y Planetarias; Ciencias Sociales y Humanidades; y Astronomía, Matemáticas y Física, aparte del Jet Propulsion Laboratory, que se organiza de manera autónoma. Los estudiantes de primer año han de vivir obligatoriamente en el campus de 50 hectáreas, aunque el 95% de los alumnos viven allí. El centro fue también uno de los pioneros en ofertar MOOC, a través de plataformas como Coursera y EdX.

Una meritocracia ¿pura?

Eso son los datos, pero detrás de ellos, se encuentran las buenas razones por las que la universidad ha escalado a los primeros puestos de los rankings sin estar en boca de todos, al menos en el resto del mundo, ya que en Estados Unidos es el principal competidor del MIT. Una buena explicación, por su candidez, la ofrece Russell K. Nieli, colaborador de Princeton y autor de 'Wounds that Will Not Heal: Affirmative Action and Our Continuing Racial Divide' (Encounter Books) en un artículo publicado en 'Minding the Campus'. En él, tras culpar a las “modas intelectuales de los 60” como el feminismo radical, el marxismo y el deconstruccionismo de la decadencia de las universidades americanas, procede a enumerar las ventajas de Caltech.
Nixon, durante una visita a Caltech en 1958. (USC Libraries/Corbis)
Nixon, durante una visita a Caltech en 1958. (USC Libraries/Corbis)
“En resumidas cuentas, Caltech está interesada en admitir sólo a los estudiantes más dotados y avanzados, que sientan una pasión genuina por las asignaturas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas) y virtualmente todos ellos han conseguido una nota percentil del 98 o del 99% en los exámenes nacionales”, explica Nieli. En definitiva, dando la vuelta a la estadística, conforman el 2% de los mejores alumnos del país. “Eso significa que en Caltech no hay atletas tontos, herencias tontas o estúpida discriminación positiva”. En definitiva, asegura, una meritocracia pura, que se refleja, por ejemplo, en el siguiente dato: “Quizá la diferencia más importante entre esta y otras universidades de élite (en las que se incluyen el MIT y la Universidad de Chicago) es su completa indiferencia hacia el equilibrio racial”. Un definitiva, en sus aulas hay un 1% de negros y un 6% de latinos, y el centro tampoco favorece el ingreso de los hijos de sus antiguos estudiantes.
La clave, pues, se encuentra en su proceso de admisión, que provoca que sólo estudien en Caltech los estudiantes más talentosos y que, por lo tanto, obtendrán las mejores notas: “El decidido enfoque de Caltech hacia la excelencia académica se debe, sin ninguna duda, al hecho de que son sus facultades y no sus administradores los que determinan los procesos de admisión”, concluye Nieli. “Caltech le ha enseñado al resto del mundo lo que se puede conseguir cuando una institución de élite (incluso una tan pequeña) se centra exclusivamente en el talento, la creatividad y los estándares académicos inflexibles”. 

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