Si tiene frío, puede ser que se sienta solo o excluido socialmente
Redacción
BBC Mundo
Jueves, 14 de febrero de 2013
Cuando una persona es descrita como "fría", queremos decir que es distante o poco sociable, mientras que una persona cálida es alguien generoso, sociable, popular y humano.
La letra de una canción de la década de 1970, "Solo esta Navidad", es otro ejemplo lingüístico de la relación entre aislamiento social y frío, así como "quedarse helado", cuando uno recibe una mala noticia.
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Se trata de una de varias metáforas que relacionan el frío con la soledad o la exclusión social.
Dos psicólogos de la Universidad de Toronto, Geoffrey J. Leonardelli y Chen-Bo Zhong, realizaron dos experimentos para demostrar que el aislamiento social y los sentimientos de soledad y aislamiento producen una sensación física de frío.
La privación del contacto social causa estrés, tanto en seres humanos como en animales. El rechazo no sólo produce ansiedad y depresión, sino que activa áreas del cerebro que regulan el dolor físico. La pregunta que se formularon los autores del estudio es ¿se siente literalmente frío estar excluido socialmente?
La experiencia de la soledad suele estar acompañada de la percepción de una caída en la temperatura ambiental, mientras que la experiencia de la exclusión social podría no sólo evocar las metáforas conceptuales que ayudan a entender la situación, sino también a activar simulaciones perceptivas y sensoriales que cambian la percepción de esa temperatura ambiental, indica el estudio.
Para temblar de frío
"Yo había estado trabajando en la necesidad de pertenencia y el profesot Chen-Bo Zhong en el conocimiento corporal, que examina cómo el cuerpo está conectado al modo en que pensamos. Combinando nuestros intereses, decidimos investigar cómo el cuerpo podría afectar nuestros sentimientos de pertenencia. Las metáforas 'mirada glacial' y 'trato con frialdad' nos ayudaron a asumir la dirección de la investigación: ¿puede el aislamiento social literalmente conducirnos a sentir frío y desear calor?"
Geoffrey Leonardelli, Profesor Asociado de la Escuela de Administración Rotman y el Departamento de Psicología de la Universidad de Toronto
Leonardelli y Zhong pidieron a los participantes que calcularan la temperatura de la habitación en el momento (experimento 1) y que indicaran su preferencia entre alimentos fríos y calientes (experimento 2), para demostrar si la exclusión social induce a la sensación real de frío.
En el primer caso, los participantes fueron conducidos a un cubículo y se les dijo que el experimento consistía de varias tareas inconexas. Para empezar, fueron asignados al azar a una de dos condiciones, recordando una situación en la que hubieran sentido socialmente excluidos o incluidos.
Después, se les pidió que calcularan la temperatura ambiental, que fue de 12 a 40 grados centígrados. Como era de esperarse, los participantes que recordaron la experiencia de ser socialmente excluidos dieron cálculos de temperatura más bajos que los demás.
En el segundo caso, se reprodujo el primer experimento creando una experiencia real de exclusión social a través de un ejercicio de lanzar una pelota, generalmente usado para inducir al ostracismo social cuando no recibían más la pelota. Examinaron si los participantes socialmente excluidos tenían más probabilidades de buscar calor, según su preferencia por alimentos y bebidas calientes, que aquellos en el grupo de control.
Las conclusiones -que refrendaron las teorías de conocimiento corporal que sugieren que la experiencia social no es independiente de la percepción física y somática- fueron publicadas en la revistaPsychological Science.
Clima y comportamiento
Si bien el estudio se llevó a cabo con estudiantes de la Universidad de Toronto en cubículos y condiciones controladas, sus conclusiones podrían aplicarse a nivel cultural, para explicar las diferencias entre distintas sociedades.
El profesor Leonardelli comentó a BBC Mundo: "Nuestro trabajo abre la posibilidad de que experiencias como la "depresión invernal" puedan ser reducidas por sensaciones más grandes de inclusión y pertenencia. También apunta a la posibilidad de que, mientras una taza de té caliente no puede reemplazar los sentimientos de vinculación, podría ayudar a regular y reducir esas sensaciones de aislamiento".
¿Podrían explicarse a partir de este experimento las diferencias entre los hemisferios, que hacen que la gente del sur sea más cálida que la del norte?
"Aunque nuestro estudio no nos permite llegar a esa conclusión, es divertido especular", responde Leonardelli. "Quizás tenga que ver con lo lejos que uno está de la línea del ecuador. A veces tenemos en mente los estereotipos de que individuos de América Latina y el Mediterráneo son más cálidos que los que viven en Canadá, Estados Unidos o el norte de Europa. O quizás tenga que ver con el clima: quienes viven en climas más fríos son personalmente más fríos que quienes viven en América Latina y el Mediterráneo".
Una cosa es el clima natural y otra cosa el ambiente cerrado, en el que combatimos el calor con aire acondicionado y el frío con calefacción central. Leonardelli explicó que "investigaciones recientes encontraron que habitaciones más frías motivaron a individuos a simular un servicio al cliente para comportarse con mayor cooperación; tal vez los ambientes más fríos conducen a un mejor trabajo en equipo".
Finalmente, preguntamos al profesor Leonardelli cómo se comparan situaciones extremas en climas opuestos, como el frío polar y el calor del desierto, ambos lugares solitarios.
"Los polos Norte y Sur y los desiertos ecuatoriales son ambientes extremos, donde la supervivencia humana ya está bajo un tremendo estrés", contesta. "Con algunas excepciones, la gente los evita, porque sobrevivir allí es muy difícil".
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