Saber perdonar, mirar al miedo «a los ojos» o confiar en nosotros mismos son algunas de las premisas que la coach Mónica Esgueva aconseja seguir para tener una vida plena
En ocasiones, un mensaje acertado pronunciado en el momento justo puede dar un completo giro al rumbo de los acontecimientos. Palabras de aliento, frases de ánimo, consejos, avisos, advertencias, regañinas...La importancia de la palabra se torna vital en no pocos aspectos de nuestra vida en los que necesitamos indudablemente del prójimo para encontrar esa clave tan necesaria en la ansiada búsqueda de la felicidad,un concepto tan abstracto como complejo y que en raras ocasiones somos conscientes de haber alcanzado. La coach y escritora Mónica Esgueva recoge en su último libro, «Mensajes para el alma» una completa compilación de mantras que, a modo de brújula, pretenden guiarnos por ese camino repleto de obstáculos que muchas veces nos impide alcanzar la plenitud. Confiar en nosotros mismos y mirar al miedo directamente a la cara son algunas de sus claves.
— El miedo puede ser una de las principales barreras a la hora de superar nuestras dificultades y alcanzar la felicidad... ¿Qué propone hacer para superarlos?
Desarrollar la confianza y no esperar a que se nos pase el miedo para pasar a la acción. A menudo lo superamos cuando hacemos lo que tememos a pesar del miedo, porque es cuando podemos comprobar que los fantasmas se desvanecen solo al mirarlos a los ojos sin permitir que nos atenacen.
— En su libro proporciona a los lectores lo que usted denomina «lecciones de vida». ¿Cuál ha sido en su caso la mejor de las lecciones aprendidas?
¡Me ha tocado aprender unas cuantas! Una sería comprobar cómo la plenitud solo se puede alcanzar cuando averiguar y vivir tu verdad en coherencia con tu esencia es más importante que probar nada a nadie.
— Asegura también que comprendernos a nosotros mismos es fundamental para alcanzar la felicidad. ¿Hay algún truco para aprender a hacerlo?
Dedicarnos tiempo y espacio, estar en silencio, desconectados de los múltiples estímulos que nos distraen continuamente en el día a día y poner nuestra atención en nuestro interior.
— ¿Cuáles son los principales frenos que encontramos a la hora de emprender nuestro desarrollo personal?
Probablemente la falsa comodidad de anclarte en tus hábitos; es más fácil dejarse llevar y sentirse víctima que tomar las riendas de tu vida.
«Es más fácil ir de víctima que tomar las riendas de tu vida»
Perdonar es fundamental. Solo puedes ser libre en la medida que dejes ir los rencores y el odio, de otro modo te quedas encadenado a los propios sentimientos perniciosos que tu mismo vas alimentando. Si no perdonas, te vas bebiendo cada día un poco de tu propio veneno…
— Dada la situación en la que a muchos españoles les ha tocado vivir en los últimos tiempos, ¿qué consejo proporciona para lograr sobreponerse a las adversidades?
El filósofo y emperador romano Marco Aurelio (que tuvo una vida dura) decía que “la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha”. No podemos huir de las dificultades y los problemas tal y como nos gustaría, en la vida siempre aparecen retos, pero si no los tomamos como desgracias irreversibles podemos hacernos más fuertes, más humildes y más sabios. Es la llamada capacidad de resiliencia, cuando la persona no se hunde ante las adversidades, sino que es capaz de superarlas e inclusive salir transformado por ellas. A mí personalmente me ayuda mucho la cita de Indira Gandhi “es un privilegio haber tenido una vida difícil”.
«Lo importante no es caer, es aprender la lección»
Querer cambiar. Buda decía que ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos. Si no entrenas la mente con dedicación los cambios no son posibles. Si no lo haces tu prioridad, no lo llevarás a cabo.
— ¿Qué tipo de personas influyen más en nuestras vidas y, en consecuencia, en nuestro desarrollo personal?
Durante tiempo nuestros padres y cuidadores cercanos de la infancia. Cuando somos adultos, nuestro propio inconsciente.
— Si somos responsables de un acto del que no nos sentimos especialmente orgullosos y con el que además hemos causado cierto mal a nuestro alrededor, ¿hay forma de liberarse de esa carga y perdonarse a uno mismo?
Lo primero que debemos hacer es tomar conciencia de nuestro error y arrepentirnos del mal causado. Después, deberemos reflexionar para extraer una lección de ello y prometernos no volver a hacerlo. Si hemos dañado a otras personas, deberemos pedir disculpas y tratar de solucionar el problema si podemos. Una vez cumplidas estas etapas, tenemos que seguir adelante sabiendo que hemos adquirido una mayor experiencia. Lo importante no es caer, sino levantarse y aprender la lección.
— ¿Qué podemos hacer cuando no vemos salida alguna a una situación concreta?
Tratar de cambiar nuestra perspectiva y, si no somos capaces de hacerlo solos, buscar ayuda en alguna persona sabia de confianza o acudiendo a un terapeuta o un coach.
— ¿En qué sentido debería influirme el comportamiento de los demás en mi desarrollo?
Sobre todo abriendo nuestra mente y reconociendo que siempre nos queda terreno por recorrer y muchas cosas que aprender, y que otras personas que ya han recorrido ese camino o van más avanzados que nosotros nos pueden guiar.
— ¿Existe la felicidad absoluta?
Pienso que sí, porque la felicidad no es el éxtasis del que luego te tienes que bajar. En mi opinión, la felicidad se basa en la paz interior, la ecuanimidad, el altruismo, el agradecimiento y el sentir que estás aprovechando el regalo que es la vida.
— En su libro hace referencia a la situación actual: crisis, corrupción, falta de liderazgo... ¿Qué opinión tiene del momento en que nos encontramos?
En este siglo habrá un cambio de paradigma, y ya estamos viviendo los albores del mismo. Muchas torres han de caer para construir otras realmente nuevas, porque sino serán meros parches a problemas profundos. Ahora están saliendo a la luz casos de corrupción que ya estaban ahí, pero no eran visibles. El tema es que la corrupción es inevitable si no cambia la mente del ser humano a nivel individual. Los políticos son un reflejo de lo que hay en la sociedad, y la sociedad está enferma porque al hombre le pierde la codicia y la vanidad. Hasta que las personas no perciban que todos estamos interrelacionados y que lo que hago a los demás de algún modo me lo estoy haciendo a mí mismo, no progresaremos. Esta es la verdadera revolución a realizar, la de la conciencia.
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