Origen y función del Corcho en un Vino
POR ADRIÁN VALLEJOS -
El corcho
Proviene de la corteza del alcornoque, (quercus suber), especie muy extendida en zonas cálidas de España y Portugal cuya corteza impermeable se extrae cada 8 años aproximadamente.
El auténtico corcho (no los tapones de plástico ni las vulgares imitaciones, destinados a los vinos comunes) tiene que poseer dos cualidades fundamentales: flexibilidad e impermeabilidad.
Dos rasgos que le permiten adaptarse a la perfección al cuello de la botella y al mismo tiempo la obtura por completo.
Ni una sola de las cualidades organolépticas del vino debe escaparse de la botella antes de ser abierto.
El corcho goza de una gran longevidad, aguanta todos los años que se le echen encima, y tampoco sufre ante los cambios de temperatura, pero no es infalible.
Tres agentes externos pueden estropearlo: un exceso de sequedad en el ambiente, cuando la botella permanece en pie en vez de en posición horizontal y cuando es atacado por ciertas bacterias.
La manera de luchar contra las dos primeras es obvia: se coloca el vino en un ambiente más húmedo y se sitúa la botella en posición horizontal.
Para paliar el ataque de las bacterias e insectos nocivos los corchos es esterilizan, aunque en ocasiones esta medida no impide que se desarrollen mohos que afecten al vino.
De aquí proviene el término bouchonée (con sabor a corcho). La calidad y el tamaño de los tapones de corcho ayuda al bodeguero a descifrar las posibilidades de vida de un vino. En grandes vinos tintos de crianza se pueden utilizar tapones de algo más de 50 mm de largo (como regla general, en los considerados vinos de calidad suele tener unos 45 mm).
Según baja la calidad del vino, baja el tamaño del tapón de corcho. Como nota curiosa, los especialistas miden en líneas, (cada línea equivale a 2.25 mm). Y, por supuesto, el diámetro del tapón nunca puede superar el grosor de la corteza.
Según baja la calidad del vino, baja el tamaño del tapón de corcho. Como nota curiosa, los especialistas miden en líneas, (cada línea equivale a 2.25 mm). Y, por supuesto, el diámetro del tapón nunca puede superar el grosor de la corteza.
Tipos de corcho Lógicamente, no todos los corchos son iguales, y se pueden establecer unos cinco tipos de corcho, aunque como ley estándar, el diámetro suele ser de 24 mm y se comprimen hasta los 18.5 mm antes de colocarse.
Corchos Largos Son aquellos destinados por las grandes bodegas para proteger vinos que vayan a envejecer durante decenas de años (a los grandes reservas se les renueva el corcho cada 25 años).
Corchos cortos Se emplean para vinos de una vida menos larga. De conglomerado Se realizan con pedazos de alcornoque amalgamados, para vinos normales y parte de los espumantes.
Corchos Largos Son aquellos destinados por las grandes bodegas para proteger vinos que vayan a envejecer durante decenas de años (a los grandes reservas se les renueva el corcho cada 25 años).
Corchos cortos Se emplean para vinos de una vida menos larga. De conglomerado Se realizan con pedazos de alcornoque amalgamados, para vinos normales y parte de los espumantes.
Vinos espumantes Poseen una parte larga de corcho conglomerado bajo la que se encolan dos capas de corcho no conglomerado (la única que entra en contacto con el líquido).
Su forma de seta se debe a que sólo se comprime la base.
Su forma de seta se debe a que sólo se comprime la base.
El origen del corcho Las primitivas ánforas de vino no se sellaban con tapones de corcho.
Los griegos extendían sobre el vino una capa de aceite de oliva que lo preservaba de la oxidación.
Hoy en día todavía se pueden ver en algunas tabernas italianas garrafas de vino protegidas con aceite enológico.
Aunque se asegura que en la época de Horacio ya se empleaban los corchos para cerrar las vasijas de vino, como bien dice el poeta en su tercera Oda: “Corticem ad strictum pice demovit amphorae” (quita el corcho, sellado con brea, del ánfora).
Los griegos extendían sobre el vino una capa de aceite de oliva que lo preservaba de la oxidación.
Hoy en día todavía se pueden ver en algunas tabernas italianas garrafas de vino protegidas con aceite enológico.
Aunque se asegura que en la época de Horacio ya se empleaban los corchos para cerrar las vasijas de vino, como bien dice el poeta en su tercera Oda: “Corticem ad strictum pice demovit amphorae” (quita el corcho, sellado con brea, del ánfora).
El corcho moderno fue inventado por el célebre monje de la Abadía de Hartvillers (en la región francesa de Champaña) Dom Perignon, a quien un día del siglo XVIII se le ocurrió tapar las espumeantes botellas con corcho, harto de que cada dos por tres explotaran y se saliera el burbujeante contenido.
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