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miércoles, junio 08, 2016
El Demonio de Galloway: el clan de caníbales que atemorizó Escocia y se comió a mil viajeros
El Demonio de Galloway: el clan de caníbales que atemorizó Escocia y se comió a mil viajeros
Sawney Beane brotó en una cueva una familia
de salvajes que, según la leyenda, se alimentaban de la carne de
aquellos viajeros que pretendían embarcar hacía Irlanda
Sawney Beane a la entrada de la cueva que servía de guarida. - Wikimedia
El tipo de historia que protagonizó Sawney Beane
y su clan, perturbadora y de una violencia extrema, merece cierta
distancia: ¿es posible que todavía hubiera caníbales en Escocia en el
siglo XIV (XVI, según algunas versiones)? Al escepticismo habitual con este tipo de historias,
diseñadas para asustar a los niños y asombrar a los extranjeros, se
suma en este caso el interés de la propaganda inglesa de presentar
Escocia como una tierra de salvajes antes de su anexión a Inglaterra.
Sawney se negó desde joven a trabajar y dedicó su existencia a martirizar a sus vecinos con un comportamiento antisocial
«No vayas por Galloway»,
dice una canción popular, «pues has de saber que Sawney Beane te espera
allí». «Sawney Beane, Sawney Beane, cuídate de Sawney Beane/ No dejes
que derribe tu caballo Sawney Beane». Sawney Beane, el patriarca del
clan, nació en el condado de East Lothian, a pocos kilómetros de Edimburgo,
en el seno de una honrada familia de labradores. El año de su
nacimiento depende de cuál sea la versión de la historia, una lo emplaza
en 1390. mientras que otras lo hacen en 1500. Lo único claro es que
Sawney se negó desde joven a trabajar y dedicó su existencia a
martirizar a sus vecinos con un comportamiento antisocial.
Según
las viejas crónicas, a los 20 años el joven decidió al fin abandonar el
pueblo que tanto odiaba, y que tanto le detestaba a él. Tras ser
rechazados y pateados por todas las localidades escocesas, Beane y el
único amigo que había seguido sus pasos se refugiaron en una cueva de la costa ante las eventualidades del invierno.
La cueva del terror y la carne
Como relata W. J. Passingham en un artículo en «Blanco y negro»
del 4 de marzo de 1934, la cueva resultó profunda, amplia y seca. O al
menos lo suficiente como para pasar allí todo el invierno. El único
incoveniente que presentaba la guarida es que faltaban alimentos cerca.
Sawney Beane exploró la zona buscando comida o algún lugareño que
pudiera venderles algo, pero tan solo halló muestras de vida en un
camino que terminaba en un embarcadero empleado por los escoceses para
viajar a Irlanda. Hambriento y desesperado, el joven
asestó un golpe a un viajero que ese momento cruzaba el camino y se
llevó su cadáver a la cueva. No le interesaba su dinero o sus
posesiones, solo su carne. Supuesta localización de la cueva de Sawney Beane- Creative CommonsCon
el paso de los años, Beane se casó y fue padre de ocho hijos y seis
hijas. Cuantas más bocas que alimentar más viajeros cabía matar. Durante
28 años, el clan creció al ritmo de asesinatos protagonizados por el clan de caníbales,
que prefería atacar por la noche y escapaba una y otra vez de la
justicia. En verdad, la cueva permanecía cerrada durante largos periodos
a causa de las mareas y los caníbales acostumbran a dejar pocos
rastros. Su carrera criminal permaneció intacta durante décadas. Si
fuera cierto el mito, el clan sería el responsable de un millar de
muertes.
La leyenda cuenta que las desapariciones terminaron por
atraer las miradas de las autoridades de Glasgow. Sin pistas, la
justicia inició una auténtica caza de brujas que dio con los huesos de
decenas de inocentes en la horca. No en vano, estas ejecuciones
sirvieron de poco a la hora de amedrentar a la familia Beane, que no se
vieron realmente amenazados hasta que un conocido burgués de Glasgow
desapareció cuando iba a tomar un barco hacia Irlanda. El mismísimo
Rey, cuya identidad varía según los términos de la leyenda, desplegó una
red de espías por toda la costa con el fin de encontrar al
desaparecido. Así estrecharon la búsqueda al máximo y supieron que la
criatura infernal que perseguían era el «Demonio de Galloway».
El Rey se pone al frente de la búsqueda
En
la versión más popular del relato, el Rey que se puso al frente de las
operaciones fue Jaime I. Tras décadas dando palos de ciegos, las tropas
reales acotaron al fin la ubicación donde desaparecían los viajeros y el
perfil de sus captores. La tenían gracias a que el miembro varón de una
pareja emboscada por Beane había logrado escapar del ataque después de
contemplar, ciego de rabia, como mataban a su esposa unos hombres
bestias. Con la ayuda de unos sabuesos, la expedición real dio con el escondrijo de Beane
y se internó directamente en las profundidades del mal. Los muros de la
cueva estaban adornados con esqueletos y el lugar habitado por
salvajes. Mientras los niños jugaban con muchos de estos restos óseos,
los adultos estaban inmersos en una bacanal caníbal en el momento en el
que entraron los soldados del Rey. Retrato de Jaime I de Escocia- The Scottish National Portrait GalleryLos caníbales fueron trasladados a Edinburgo, donde ni siquiera fueron sometidos a juicio. Se les condenó al momento a ser ejecutados.
Las mujeres ardieron con sus bebés en los brazos después de una larga
tortura; en tanto, los hombres fueron desmembrados hasta su último
aliento. En total, el clan fundado por Beane estaba formado por 48
personas, producto del incesto, cuando las autoridades hallaron la
cueva.
La leyenda sobre el clan caníbal que habitó en tiempos de Jaime I, o de Jorge VI,
según otras versiones, tiene gran penetración en la historia de
Escocia. Puede que el relato fuera falso o incluso que fuera una
recopilación de mitos de la Escocia más oscura. Lo que sí es evidente es
que el canibalismo no era desconocido en la Escocia medieval, así como que Galloway fue un lugar especialmente salvaje hasta la Edad Moderna. Aprovechando esta fama de gente poco civilizada
es probable que la propaganda pro-inglesa creara la leyenda de Sawney
Beane con el fin de rebajar los tiempos anteriores al dominio inglés.
De hecho, el relato apareció por primera vez en los pliegos de cordel británicos (las revistas de rumores) precisamente durante las rebeliones jacobitas.
Estas revueltas, que se extendieron entre 1688 y 1746, tuvieron como
fin devolver el trono a la Casa de Estuardo, de origen escocés. Cabía
vender las ventajas inglesas, en ese momento alineados en su mayoría con
la Casa de Hannover, para desprestigiar a todo lo que procediera del
norte.
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