Mitos Sobre La Prevención
Si hoy nos damos una vuelta por las emergencias de los hospitales públicos nos encontraremos con una realidad diferente a la que se tenía hace un par de décadas. Estas están repletas de pacientes adultos, con enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares como los derrames, o pacientes con insuficiencia renal por una hipertensión mal controlada. Y es más difícil entender a pacientes que buscan desesperadamente ingresar por emergencia con el cáncer que avanzó tanto. ¿Cómo es que no acudieron antes?
En fin, son una serie de causas las que podríamos analizar, y lo real es que las transformaciones sociales, económicas, demográficas y epidemiológicas de las últimas décadas han contribuido a la aparición de nuevas prioridades en salud. Entre estas últimas destacan, por su importante aumento, las enfermedades no transmisibles (ENT), que incluyen problemas cardiovasculares, cáncer, diabetes y padecimientos renales relacionados con la hipertensión. Son varias las causas que explican este cambio, y todas ellas interrelacionadas: se ha producido una rápida urbanización e industrialización; la fecundidad ha bajado y la esperanza de vida ha aumentado; hoy es de 72 años, con el consiguiente envejecimiento de la población. Lo más importante radica en los estilos de vida y, finalmente, el acceso a los servicios de salud y su oportunidad. Las ENT se convertirán en la principal causa de enfermar y morir: se prevé que para el año 2015, por cada 10 defunciones atribuidas a una causa infecciosa, habrá 70 fallecimientos por causas no transmisibles.
Dentro de estos mitos es frecuente oír decir a nuestros pacientes que las ENT son incurables y degenerativas, consecuencia de un proceso biológico degenerativo inexorable que acompaña al envejecimiento, y que dicho proceso es generalmente irreversible. Tradicionalmente se ha considerado que padecer una ENT, especialmente el cáncer, supone una sentencia de muerte que tarde o temprano se cumple. Le debe ser familiar la frase “de algo se tiene que morir”. Afortunadamente esto no es así, ya que se conocen nuevos tratamientos que reducen cada vez más significativamente la letalidad de algunas. Un claro ejemplo lo constituyen los tumores malignos de testículo, así como algunos tipos de leucemia y linfomas, particularmente en niños, cuya sobrevida es muy prolongada y la remisión es muchas veces total después de la aplicación de quimioterapia, de tal manera que se pueden considerar curados. Otros tumores malignos, como los de cuello y cuerpo del útero, mama, colon, próstata, cavidad oral y el propio melanoma se pueden curar mediante cirugía con o sin radioterapia y quimioterapia, si se detectan oportunamente, es decir tempranamente, si usted acude a sus controles. Sin embargo hay que advertir que la sobrevida y el pronóstico de estos pacientes dependen de la oportunidad de su atención.
Otro mito es que las enfermedades no transmisibles son padecimientos de la vejez. Es cierto que la mayor proporción de casos y defunciones por ENT se concentra en adultos mayores; sin embargo, en el grupo de adultos jóvenes (15-59 años de edad) la probabilidad de morir por una causa no transmisible es mayor que la de fallecer por causas transmisibles como las infecciosas, en todas y cada una de las regiones del mundo. Esto se ve claramente en el incremento de la obesidad en los niños, siendo la tasa de prevalencia del 20%.
El peor mito es creer que las ENT son padecimientos de los ricos. La realidad es que en los países pobres o menos desarrollados no solo se produce la mayor parte de las defunciones por ENT en números absolutos, sino que además la tasa de mortalidad por causas no transmisibles es más alta que en las naciones más industrializadas, tanto en hombres y mujeres como entre los más jóvenes y los menos jóvenes. Un claro ejemplo es el cáncer de cuello uterino. En este mito tiene que ver el nivel educativo: a menor educación mayor prevalencia de estas enfermedades.
Existen mitos según los cuales los programas preventivos de las ENT son difíciles de implementar, costosos e ineficaces. Esto no es cierto. Para vencer los retos que plantea encontrar una política equilibrada de salud que resalte la importancia de las ENT se hace necesario que nuestras autoridades sepan que los programas preventivos tienen un costo efectivo que a la larga es 20 veces menor que aplicar programas dedicados solo a curar: la evidencia científica existente en forma abundante demuestra que la prevención es lo mejor.
Definir qué enfermedades prevenir con los recursos disponibles es una cuestión fundamental de política de salud. A pesar de la evidencia que indica la magnitud y el impacto que la carga de estas enfermedades tiene en los peruanos, no son éstos los problemas que hasta ahora han tenido más prioridad. No hay datos sobre el gasto sanitario nacional dedicado a cada grupo de enfermedades, es importante resaltar el incremento del presupuesto de EsSalud en 5 veces para el desarrollo de la Atención Primaria.
Existe el riesgo de que no haya recursos para atender ni siquiera las enfermedades transmisibles y maternoinfantiles. ¡Y esto en un corto plazo! Si seguimos en un sistema curativo-recuperativo, los sistemas de salud no resistirán la presión. (Pilar Frisancho)
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