Alexandro Saco
Veo el domingo por la noche, horario estelar de la TV peruana, un aviso del Ministerio de Salud explicando a la población que no existe ninguna diferencia entre un medicamento de marca y uno genérico, más allá del precio que generalmente es al menos diez veces más entre uno y otro. Finaliza el aviso señalando que con el uso de los medicamentos genéricos ganamos todos, no sólo en lo relacionado a la salud sino en lo económico.
Alentador y cierto, el MINSA, que debe defender la salud de todas las peruanas y peruanos, toma la iniciativa frente a la mafia de las grandes empresas de medicamentos; se trata de un hecho clave para recuperar la salud como derecho y libertad fundamental.
Libertad por qué
La salud es derecho, pero sobre todo libertad. Libertad en el sentido de que la falta de salud o de acceso a lo necesario para conservarla o recuperarla, hace a las personas menos libres en comparación a otras. Una persona que requiere un medicamento y no puede adquirirlo por que sus ingresos no se lo permiten, es menos libre que otra a la que por diversas razones sí le es posible adquirir el medicamento.
Por otro lado, la libertad de las empresas para colocar precio a los medicamentos termina donde comienza la libertad de un ser humano para acceder a estos. El Estado entonces debe crear las condiciones para que sus ciudadanos sean libres e iguales frente a las necesidades para ejercer sus derechos, en este caso la salud.
La confrontación que desde hace ya un tiempo ha emprendido la actual gestión del MINSA, es singular pero de alcance general para nuestro sistema democrático y para contar con una organización sanitaria en la que los peruanos nos reflejemos como iguales. La salud en el Perú está en riesgo y viene siendo secuestrada (El Rey del Cáncer y otros señores feudales), producto de una perspectiva que no tiende a la universalización, sino que privilegia la lógica de mercado para ampliar el acceso a ésta. En el mercado podemos comprar papas, tomates, celulares, zapatillas, computadoras, cervezas, sexo, huevos, pollos a la braza, lapiceros, porque son objetos que tienen un precio más que un valor.
El valor de la salud
La salud es antes que nada un valor, por ello cualquier medición monetaria que se pueda hacer sobre ésta es irrelevante a la hora de su conservación o recuperación. Ello no quiere decir que las atenciones o insumos para la salud no tengan un precio de mercado, lo significa es que éste estará supeditado a la libertad de las personas para contar con una salud adecuada.
Por otro lado, la salud no puede ni debe tener precio de mercancía porque es una condición intrínseca al ser humano; poner precio a la salud es asumir que también el humano tiene un precio en el mercado, lo cual puede ser el paroxismo neoliberal, pero en el fondo es una aberración imperdonable.
Todos lo saben
Todos los que trabajan en los sistemas de salud saben perfectamente cómo las mafias farmacéuticas operan. Los médicos (la mayoría para no generalizar) principalmente son utilizados como una extensión de esas prácticas, pero nunca se les oye en público denunciar lo que en privado es vox populi. Esperamos que alguna vez sus instancias representativas se animen a hacerlo, de lo contrario con razón muchos pensaremos que el estado actual de cosas les conviene, debido a los favores que obtienen al recomendar o inducir el consumo de tal o cual producto: viajecitos a congresos internacionales o tantas otras formas de retribución.
Balas al mejor precio
No es casual que el lema de Inka Farma sea: Más salud al mejor precio, o que BTL en sus afiches compare los medicamentos genéricos con balas que matan. A eso hemos llegado, a la voluntad y casi logro de que la población asuma el sentido común de que la salud tiene precio, de que los medicamentos genéricos son veneno que mata. Y eso es sólo el cascarón de toda una construcción que lleva décadas de cooptar a gobiernos, organismos supranacionales, colegios profesionales, universidades, medios de comunicación, órganos reguladores, etcétera.
En ese contexto, la confrontación en la que el MINSA del Perú viene tomando la iniciativa, puede ser una semilla útil para marcar un antes y un después en relación al derecho/libertad a la salud que los peruanos (y todos los humanos del mundo) merecemos sólo por nuestra condición de tales.
La salud no se puede ni se debe medir por las monedas o cuentas de ahorro que cada persona posea o por la comodidad o intereses de los profesionales. Es un asunto que atraviesa casi todos los campos del quehacer humano, llegando a ser parte de la vida misma. Por eso defenderla es un imperativo que no admite veleidades. Por lo menos así algunos lo entendemos.
24 10 2010
No todos los médicos callamos:
ResponderBorrarhttp://santiagostucchi.blogspot.com/2009/07/lo-que-no-dice-la-propaganda.html
Saludos.