Los casos de depresión han aumentado en todo el mundo. Pero aunque la concientización sobre la enfermedad ha ayudado a retirar el estigma del trastorno, se ha perdido el "derecho" a sencillamente sentirse triste o infeliz, opina la escritora irlandesa Mary Kenny.
Cuando evoco mi propia infancia en Irlanda durante los años 1950, recuerdo los murmullos sobre las personas que sufrían de "los nervios".
Me acuerdo de haber escuchado que una vecina -una mujer adinerada cuya enorme casa y elegante apariencia era la envidia de la comunidad- había tenido una "crisis nerviosa".
Cuando se lo conté a mis tíos, con quienes vivía, me callaron.
Quedó claro que sufrir una crisis nerviosa era algo tan vergonzoso que la gente no solía hablar de ello.
Ahora entiendo que se trataba de incidentes de depresión que se ocultaban entre familias y vecinos. El estigma de la depresión, o de cualquier enfermedad mental, tuvo que haber sido una carga adicional al sufrimiento de esas personas.
Los tiempos han cambiado. Ahora es verdad conocida que la depresión es una enfermedad con un alcance global.
La depresión, en todos sus niveles -ya sea crónica, unipolar, bipolar, clínica, recurrente, grave o menor- es una enorme carga de salud pública en todo el mundo, mayor que las guerras, el cáncer y el sida juntos.
Esta nueva apertura es positiva. Pero quizás en el proceso hemos perdido algo.
La palabra "trauma" es común y frecuentemente utilizada en las conversaciones de hoy en día. Se dice que una persona que ha sufrido una pérdida está "en trauma".
Una persona que sufrió una conmoción es alguien "traumatizado". El rompimiento de una relación, una experiencia humana triste que provoca un sentimiento de pérdida y nos hiere es, de forma similar, descrita como una "experiencia traumática".
La muerte, parte de la vida
La palabra "trauma" significa en griego "herida", y en el contexto médico es lo que ocurre al cuerpo cuando una herida provoca una conmoción.
No hay duda de que fue mejor eliminar el estigma que pesaba sobre las enfermedades mentales, pero con él, ¿habremos perdido parte de la variedad, la poesía oscura de la condición humana?
Mary Kenny
Pero el duelo, es, sin embargo, parte del curso natural de los eventos tristes de la vida.
Como dice Shakespeare en Hamlet, su padre perdió un padre y ese padre perdió a un padre antes que él y así infinitamente.
El dolor emocional es extremadamente perturbador, duele durante mucho tiempo. Y la pérdida de alguien que amas es emocionalmente dolorosa. Pero, ¿por qué no llamarlo por su nombre correcto: duelo, dolor y pérdida?
Una razón podría ser que estamos perdiendo los antiguos rituales que los humanos han practicado durante siglos.
Cuando era joven y vivía en Francia, en los años '60, recuerdo haber pasado frente a una tienda con las persianas cerradas y un letrero que decía: "cerrado por luto".
Todavía se mantiene esa costumbre en Francia y también es común en Italia. Los símbolos del luto eran practicados ampliamente en todas las culturas: el vestido de luto de las viudas, los brazaletes negros. Y se esperaba que la comunidad respetara a los que estaban en duelo.
Pero los signos evidentes del luto han desaparecido e incluso se han abolido en las sociedades más laicas. Sin embargo, el sentimiento de tristeza y pérdida no cambia y hoy, en lugar de llamarlo luto, lo llamamos "trauma".
Rescatemos la melancolía
Quizás es tiempo de revivir o volver a adquirir algo del vocabulario no médico que describe la gama de la experiencia humana.
La depresión podría también ser melancolía, podría ser desaliento, desilusión, abandono, tristeza, luto, rechazo, ansiedad, arrepentimiento, dolor, obsesión, reflexión, pérdida, separación, soledad, aislamiento, culpabilidad, desesperanza, mal temperamental o simplemente simple y pura infelicidad.
Puede ser una forma de bajo estado de ánimo. Durante la era eduardiana en el Reino Unido, las personas solían sufrir comúnmente un trastorno llamado "neurastenia". Virginia Woolf fue una de las pacientes diagnosticadas.
También se le llamada "debilidad nerviosa" o en su forma más leve, ser "hipersensible" o "de piel poco gruesa".
Otro trastorno favorecido por los sociólogos del siglo XIX era la anomia, definida como un estado de aislamiento causado por el rompimiento de las normas sociales, pérdida de rumbo y las reglas de conducta.
Hay incluso, creo, algunas formas románticas de melancolía: la idea alemana deWeltschmerz -un sentimiento de anhelo, de "dolor en todo el mundo" y la tristeza fuera de foco por la humanidad: o el francés nostalgie du passé, esa agridulce condición proustiana de nostalgia, con un tinte de triste lamento por las oportunidades perdidas y la pérdida de oportunidades.
Asimismo, me gusta el mal du pays -el anhelo del exiliado por el país de la infancia-, que viene a mí en destellos, tanto en la primavera y el otoño, cuando pienso en senderos rurales de Irlanda, y el olor de los campos de heno segado. Ah, Bonjour tristesse!
No hay duda de que fue mejor eliminar el estigma que pesaba sobre las enfermedades mentales, pero con él, ¿habremos perdido parte de la variedad, la poesía oscura de la condición humana?
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