Juan es un tipo escéptico. No cree en cábalas, en loterías ni en la suerte. Tampoco profesa religión alguna, es 100% apolítico y no es hincha de ningún equipo. Pero desde hace un tiempo ha comenzado a cambiar de opinión.
Por décadas, su familia y sus amigos le hablaron de la crisis de los siete años de las parejas. “Son tonterías”, respondía. Pero está a punto de dejar atrás esta convicción.
Hace siete años se casó con el amor de su vida: Grecia. La conoció desde la primaria. Fueron juntos a la secundaria y solo se separaron en la universidad aunque, luego de acabar sus carreras, volvieron a verse para casarse.
Todo marchaba bien hasta que se inició enero. Grecia empezó a increparle cosas por las que antes no lo hubiera hecho: “Por qué dejas la puerta del baño abierta, por qué no sacudes tus zapatos antes de entrar, por qué te demoras tanto en el trabajo, por qué visitas tanto a tu mamá”.
La situación, que al principio le parecía insignificante y hasta divertida, se ha vuelto más que insoportable. Si antes él apuraba su trabajo para llegar a casa, hoy tarda todo lo que puede; si antes se sentía feliz al oír la voz de su esposa, ahora lo irrita; si antes pensaba en llegar con algún detalle, ya no lo hace.
Es más, sus fricciones han llegado al punto de que cuando discuten se lanzan los regalos, se ofenden y se dejan de hablar por días. Cuando se plantean una separación, ambos se abrazan, se besan y dejan el tema de lado. Luego, el círculo vuelve a repetirse.
CUIDADO CON EL DESGASTE
Más que una crisis de siete años, lo que existe es un desgaste de la pareja producto de la rutina. “Se comienza a perder ese ‘encanto’. La época en la que todo nos parecía positivo del otro o de la otra va desapareciendo”, afirma la psicoterapeuta sexual Patricia Espinoza.
Más que una crisis de siete años, lo que existe es un desgaste de la pareja producto de la rutina. “Se comienza a perder ese ‘encanto’. La época en la que todo nos parecía positivo del otro o de la otra va desapareciendo”, afirma la psicoterapeuta sexual Patricia Espinoza.
Asimismo, aparecen las expectativas no satisfechas.“Se esperaba que, con el paso de los años, él tuviera un mejor trabajo, que ascendiera, que tuvieran un hijo o que se hubiera comprado el departamento soñado. Por su parte, él tenía la idea de que ella mantuviera su peso o que no se dedicara tanto a los hijos”, refiere la especialista.
La fórmula para manejar esta situación es la conversación. “Hay que dedicar de 25 a 30 minutos semanales a alimentar el vínculo afectivo, a recuperar el amor. Hay que generar esa empatía que alguna vez tuvieron”, destaca.
Y si esto no funciona, no queda más opción que acudir a la ayuda profesional con muchas ganas de sacar el matrimonio adelante.
DATOS
- El tema sexual es un claro signo de que la relación se está desgastando.
- Si los encuentros amorosos son cada vez menos frecuentes, es porque algo raro está ocurriendo.
- Por ello, la comunicación es importante para afrontar este tipo de crisis, recalca la psicoterapeuta Patricia Espinoza.
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