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El que hayamos heredado del griego antiguo las palabras "epidemia" y "pandemia" no es sorprendente. Lo que sí es curioso es que al principio no significaban lo mismo.
Cuando los antiguos griegos las usaban, no estaban hablando de dolencias sino de cosas más parecidas al hogar y al amor.
El poeta Homero mentó la palabra epidemios -'ἐπιδήμιον- al menos cuatro veces al relatar lo que ocurrió durante 51 días del último año de la Guerra de Troya debido a "la cólera del pélida Aquiles" y al narrar el viaje a casa del héroe Ulises tras la guerra.
Entonces, como ahora, el término combina la preposición ep(í) -que significa "sobre"- y dēm(o) -pueblo o gente-.
Pero en el siglo VIII y VII a.C., cuando fueron compuestos los poemas épicos atribuidos a Homero, ese "demo" que nos es tan familiar gracias a la democracia -el gobierno de la gente-, denominaba el lugar habitado por esa gente, más que a las personas en sí.
Por eso, por ejemplo, al principio de la "Odisea", cuando la diosa Minerva habla con Telémaco, el hijo de Ulises, y le dice: "Vine porque me aseguraron que tu padre estaba de vuelta en la población", el poeta griego usa la palabra 'ἐπιδήμιον en ese sentido -Ulises está de vuelta en casa; en su país; en su lugar de origen- (canto I, verso 194).
Y no fue solamente Homero.
Desde el filósofo Platón (400 a.C.), quien con esa palaba describió la llegada o la estadía de alguien en un país, hasta el historiador y militar Tucídides (460-395 a.C.), que contrastó epidemeo con apodemeo para nombrar las acciones de quedarse y estar ausente de tu lugar de residencia, respectivamente, nadie usaba nada parecido a "epidemia" para algo relacionado con la salud...
Hasta que llegó Hipócrates de Cos y la convirtió en un término médico.
De estar a circular
En la Grecia clásica (siglos V y IV a.C.), "demos" empezó a connotar "pueblo" como un colectivo de personas, más que lugar.
Pero eso no amarraba automáticamente al término "epidemia" con la enfermedad: al fin y al cabo, la suma de sus partes significa 'sobre la gente', y ya.
De hecho, el mismo Tucídides, quien famosamente dio un recuento detallado de la Plaga de Atenas, una descripción considerada como una de las primeras -si no la primera- de una epidemia, no usó esa palabra, sino nosos, el término para plaga.
Sin embargo, cuando los Tratados hipocráticos fueron redactados -en su mayoría entre los siglos V y IV a.C.-, prominentes entre esa colección de alrededor de 60 escritos médicos estaban los llamados "Epidemias".
En ellos hay registros anuales del clima y enfermedades asociadas, junto con historias de casos individuales y registros de tratamiento, recopilados de ciudades en el norte de Grecia.
Aunque no sabemos por qué el padre de la medicina o sus discípulos escogieron ese nombre como título de esos libros, hay indicios de que alrededor de la época en la que fueron escritos, "epidemia" había pasado de significar "sobre la población" a "algo que circula o se propaga entre la población".
El gran poeta trágico Sófocles (495-406 a.C.) la usó en "Edipo rey" con ese sentido al referirse a rumores, fama o reputación.
Pero fue la escuela médica de Cos la que la vinculó con la enfermedad y con el paso de los siglos fue tomando el significado que conocemos hoy.
La pandemia del amor
El linaje de "pandemia" también es antiguo pero la palabra tampoco estaba vinculada originalmente a enfermedades contagiosas.
Por estar compuesta por "pan-" (totalidad) + "-dem" (gente), resultaba muy útil, sin embargo, hasta el siglo XIX, el uso de la palabra "pandemia" en el sentido que tiene hoy en día era raro.
En las pocas ocasiones en las que se utilizaba en algún tema concerniente a enfermedades, no se limitaba a las consideradas contagiosas, como sucede en la actualidad, y a menudo era intercambiable con la palabra "epidemia".
Para lo que sí se usaba, y por mucho tiempo, era para referirse a costumbres sociales, particularmente las llamadas formas vulgares de amor.
La razón se encuentra en la rememoración de Platón de "El banquete" al que los comensales fueron invitados para encomiar a Eros, el dios del amor.
El filósofo cuenta que uno de ellos, Pausanias, señaló un problema con tal tarea:
"Todos sabemos que Afrodita es inseparable del amor. Si hubiera una sola Afrodita, habría un solo amor; pero como hay dos tipos de Afrodita, debe haber también dos de amor".
Siendo así, había que especificar cuál tipo de amor debían alabar.
Al aclarar cuáles son esas dos Afroditas apareció el término "pandemia".
"Una de ellas es la más antigua, la hija de Urano que no tiene madre: la llamamos Afrodita Urania o Celeste.
"La más reciente es la hija de Zeus y de Dione: la llamamos Afrodita Pandemia o Común.
"En consecuencia, cada tipo de amor debe llevar el mismo nombre que la diosa que sea su pareja, y ser llamado celeste o pandemia".
Pausanias explica luego que el amor pandemia es genuinamente vulgar y no discrimina; es "el tipo de amor que siente la gente inferior", gente a la que le atrae más el cuerpo que el alma.
Fue así como la pandemia quedó ligada al amor.
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