La familia de un fallecido se siente “apestada” en su pueblo y acusa al alcalde de señalarla con un bando
El coronavirus rompe la paz en una pequeña localidad de Salamanca
El lunes 9 de marzo, Ana Isabel Elena llamó al servicio de urgencias 112 para comunicar que su padre, Andrés Elena Domínguez, vecino de Candelario (Salamanca) de 72 años, tenía un grave problema de insuficiencia respiratoria (padecía una insuficiencia crónica). El 112 trasladó al paciente al Hospital Clínico de Salamanca, donde se quedó en Urgencias. Durante el tiempo que permaneció en observación, otro hijo suyo, Andrés Elena García, viajó a Salamanca desde Málaga, su lugar de residencia. Nada más llegar, preguntó a su padre si le habían hecho la prueba de coronavirus. El hombre le respondió que había dado negativo. En las siguientes horas Andrés Elena empeoró y se le hizo un cateterismo. Entre esa noche y la madrugada del 12 de marzo, su salud no mejoró (la fiebre seguía siendo alta) y se le hizo un nuevo test del coronavirus: dio positivo.
Ese mismo día, a 80 kilómetros, en Candelario se publicó un bando municipal del alcalde, Pablo Hernández (PSOE): “Hago saber: que el 12 de marzo de 2020, desde el servicio de Urgencias y Emergencias del 112, se nos ha comunicado la existencia de un caso positivo de coronavirus de un paciente residente en Candelario. Hacemos un llamamiento a la tranquilidad e instamos a los contactos directos de dicho paciente a quedar en cuarentena en sus domicilios (…)”. El bando no citaba el nombre del vecino, pero daba por hecho que el pueblo lo conocía, y se instaba a las personas que habían estado en contacto con él a permanecer aislados.
Prácticamente al mismo tiempo en que Andrés Elena fallecía en la madrugada del día 14 tras pasar sus últimas horas aislado, se produjeron varios actos vandálicos en Candelario, un tranquilo pueblo de la Sierra de Béjar de 600 vecinos habituales y reconocido como bien de interés cultural del patrimonio histórico español. El sábado, residentes no habituales del pueblo y turistas se encontraron con las cuatro ruedas de sus vehículos rajadas; hasta 11 coches inutilizados. “Toda la gente está muy nerviosa por el coronavirus. Llegamos el viernes, aparcamos en la plaza y fuimos al hotel”, dijo a La Gaceta de Salamanca una mujer inglesa que, con su marido, se encontraba de vacaciones en Almuñécar y decidió pasar el fin de semana en Candelario.
El alcalde, Pablo Hernández, hizo público un comunicado para recordar su llamada a la calma en el bando anterior y acusó a un reducido grupo de personas de denigrarse y comprometer el “buen nombre” de pueblo y sus vecinos. Hernández reconoce a EL PAÍS que hay vecinos que “por miedo y por desconocimiento” están muy nerviosos tras el fallecimiento de la víctima del coronavirus. “Se preguntan cuándo fue la última vez que estuvieron con él”. Y algunos acusan a gente de fuera de haber introducido el coronavirus en el pueblo.
Por su parte, el hijo del fallecido, Andrés Elena Domínguez, ha acusado al regidor de convertir a su padre “en un apestado” y de estigmatizar a toda su familia por haber publicado en el bando “que ordenaba la desinfección del centro médico despertando una alarma social en todo el municipio al afirmar que estaba pasando la cuarentena del coronavirus en casa”. El hijo ha recordado, en un comunicado enviado a medios locales, que su padre no visitó ese centro, y que no se encontraba en cuarentena en el pueblo.
El bando, sin embargo, no menciona ninguna de las dos cosas. “Pero es cierto”, dice el alcalde, “que los familiares de Andrés Elena Domínguez fueron al centro médico de Candelario a informar, instados por el hospital, de que su padre estaba en Salamanca ingresado por coronavirus y, al irse, los propios sanitarios limpiaron con lejía rebajada las instalaciones, como manda el protocolo. Pero fue por orden de los responsables del centro de salud, en ningún caso del Ayuntamiento”.
“¿Dónde fue contagiado mi padre?”, se pregunta el hijo de Andrés Elena en su escrito. “Sabiendo que la situación de emergencia que estamos viviendo no es el mejor momento, que nos dejen de estigmatizar porque el contagio se produjo en la cadena de traslado y tratamiento, no en Candelario”. La pregunta, sin embargo, se ha instalado en el interior del pueblo.
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