Los expertos la llaman eSalud (o eHealth en inglés) y es una de las esperanzas de los gestores -y de los pacientes- para asegurar la supervivencia de los sistemas sanitarios amenazados por un cambio en los patrones demográficos y, al menos durante una temporada, por la crisis. Por eso la salud digital es el tema de unas jornadas que empiezan hoy organizadas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Atomium Culture y EL PAÍS.
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No se trata del empleo de las modernas tecnologías en pruebas diagnósticas, como las de imagen en tres dimensiones, sino de algo mucho más básico: la -indispensable- ayuda que las tecnologías de la información deben prestar para gestionar unos sistemas en los que conviven sistemas de cita por correo electrónico con historias clínicas recogidas en sobres y transportadas en carritos como los de los supermercados.
Las jornadas, que han empezado esta tarde, parten de un trabajo previo elaborado por el investigador del Instituto de Salud Carlos III José Luis Monteagudo. En él se establecen las bases de la situación actual y se dan pistas sobre el futuro desarrollo.
El punto de partida es que "el ritmo de implementación de las nuevas tecnologías dentro del ámbito sanitario es particularmente lento". E inconexo, se podría añadir. Porque hoy día conviven incluso en una misma comunidad autónoma sistemas informatizados con otros propios de la burocracia del XIX. (¿Cuántas historias clínicas de uno tiene la Administración? La del médico de familia, del hospital de referencia, las de los especialistas...). Por no hablar del problema añadido de que las personas viajan y eso implica que los sistemas de las 17 comunidades autónomas (y, por lo menos de los 27 países de la UE), deberían poder hablarse entre ellos.
El autor propone cuatro posibles escenarios futuros en función de dos variables: el tratamiento de los enfermos crónicos, que ya representan un 70% del gasto público en salud, y la implantación de las nuevas tecnologías. Desde el que plantea que se dé prioridad a ambos aspectos, hasta el que se imagina un futuro en el que no se haga con ninguno, explicó Monteagudo.
El experto del Carlos III dijo que ya en 2006, la UE a Quince gastó en tecnologías de la información aplicadas a salud 21.000 millones de euros. El problema es que la situación ha cambiado. Como dijo Erika Widegren directora ejecutiva de Atomium Culture, "la tecnología no es el problema, lo es su implantación".
Pero el documento de Monteagudo es sólo un punto de partida. Porque, simbólicamente, el texto acaba con unas páginas en blanco, donde deberán escribirse las conclusiones de los grupos de trabajo que fse han formado esta tarde (con expertos que representan a investigadores de los sistemas sanitarios, las empresas de tecnologías informáticas y las administraciones) sobre tres temas relacionados con salud digital: el cambio que representan, su organización y su puesta en marcha. Las conclusiones de estos grupos serán puestas en común mañana por la mañana. Y el documento final discutidas mañana por la tarde en el espacio denominado Debate EL PAÍS.
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