Cesáreas innecesarias
“Su bebé puede morir. Hay que actuar rápido. Si quieren firman o se
retiran. Pero aquí no estamos para escándalos”. Aún hoy, un mes y medio
después, Sandra Lassak (40) y Roberto López (40) escuchan, con dolor, al
ginecólogo Enrique Rosas, quien los atendió en la clínica Good Hope,
aquella tarde poco feliz del 27 de julio de este año.
En 10% se incrementaron los casos de cesáreas en los últimos 6 años (Infografía)
Sandra, una alemana, natural de Dusseldorf, ingresó a la clínica a las 4:27 p.m. para hacerse un chequeo ginecológico, pues estaba perdiendo orina y temía que se tratara de una infección urinaria.
Salvo aquel susto, hasta ese preciso instante su embarazo de 35 semanas se había desarrollado con normalidad. Esperó cerca de dos horas los resultados del monitoreo fetal que le habían practicado, cuando se le rompió la fuente.
De inmediato la metieron a una camilla, y el médico se dirigió a los padres primerizos para pedirles que firmaran la autorización para operarla. “Es muy prematuro. No va a aguantar el parto natural”, les decía. Mientras tanto, las obstetrices la afeitaban y le colocaban vendas en las piernas, dando por hecho que aceptaría
Sandra se tocó de nervios. Pero alcanzó a decirle a Roberto que llamara a su doctora, Angela Brocker, quien llegó 40 minutos después. Su grado de dilatación era cuatro y, según el monitoreo, su bebé se encontraba en perfecto estado.
Armados de valor, decidieron marcharse al Hogar de la Madre, que se encontraba a 15 minutos. Al notar el avance de su dilatación, el doctor Fortunato Foinquinos ordenó el parto al instante. “Para un prematuro es mejor pasar por el canal vaginal. Los pulmones se contraen y luego se abren”, indica, convencido.
Lo cierto es que Illary (amanecer) Samin (afortunado) López Lassak, de padre huancaíno y madre alemana, nació ese mismo 27 de julio, a las 22:41 p.m., por vía natural, con 2 kilos 185 gramos y 46,5 centímetros. Permaneció tres horas en la incubadora y al día siguiente fue dado de alta.
Abrirle la parte baja del estómago a Sandra no era necesario. Si ella hubiera aceptado, habría tenido que pagar entre 4.664 y 5.545 soles. Y no los 2.125 soles que terminó pagando. Más del doble de diferencia.
Sandra, una alemana, natural de Dusseldorf, ingresó a la clínica a las 4:27 p.m. para hacerse un chequeo ginecológico, pues estaba perdiendo orina y temía que se tratara de una infección urinaria.
Salvo aquel susto, hasta ese preciso instante su embarazo de 35 semanas se había desarrollado con normalidad. Esperó cerca de dos horas los resultados del monitoreo fetal que le habían practicado, cuando se le rompió la fuente.
De inmediato la metieron a una camilla, y el médico se dirigió a los padres primerizos para pedirles que firmaran la autorización para operarla. “Es muy prematuro. No va a aguantar el parto natural”, les decía. Mientras tanto, las obstetrices la afeitaban y le colocaban vendas en las piernas, dando por hecho que aceptaría
Sandra se tocó de nervios. Pero alcanzó a decirle a Roberto que llamara a su doctora, Angela Brocker, quien llegó 40 minutos después. Su grado de dilatación era cuatro y, según el monitoreo, su bebé se encontraba en perfecto estado.
Armados de valor, decidieron marcharse al Hogar de la Madre, que se encontraba a 15 minutos. Al notar el avance de su dilatación, el doctor Fortunato Foinquinos ordenó el parto al instante. “Para un prematuro es mejor pasar por el canal vaginal. Los pulmones se contraen y luego se abren”, indica, convencido.
Lo cierto es que Illary (amanecer) Samin (afortunado) López Lassak, de padre huancaíno y madre alemana, nació ese mismo 27 de julio, a las 22:41 p.m., por vía natural, con 2 kilos 185 gramos y 46,5 centímetros. Permaneció tres horas en la incubadora y al día siguiente fue dado de alta.
Abrirle la parte baja del estómago a Sandra no era necesario. Si ella hubiera aceptado, habría tenido que pagar entre 4.664 y 5.545 soles. Y no los 2.125 soles que terminó pagando. Más del doble de diferencia.
Cifras alarmantes
Alejandro Arrieta es un economista de la salud que elaboró, a finales de 2007, el estudio más consistente sobre las cesáreas en el Perú
hasta la fecha para el Consorcio de Investigación Económica y Social
(CIES). El tema lo capturó porque de pronto todas las esposas de sus
amigos comenzaron a operarse, como si la naturaleza se hubiera mandado
un descanso colectivo.
Arrieta encontró dos razones principales para este fenómeno, que siete años después se han agravado: la comodidad y los honorarios de los médicos. “Para determinar una cesárea no existe un test como el de la diabetes. Hay un punto borroso que se presta para los incentivos. Además las cesáreas se pueden programar. El médico arma su horario en base a los días de la semana que mejor le acomoden”.
Arrieta encontró dos razones principales para este fenómeno, que siete años después se han agravado: la comodidad y los honorarios de los médicos. “Para determinar una cesárea no existe un test como el de la diabetes. Hay un punto borroso que se presta para los incentivos. Además las cesáreas se pueden programar. El médico arma su horario en base a los días de la semana que mejor le acomoden”.
Alexandro Saco, de Foro Salud, agrega un motivo: “Es probable que los
médicos estén olvidándose de cómo realizar un parto natural. O peor: que
las nuevas promociones vean como algo normal no saberlo”.
En el 2014, el 28,6% de mujeres dieron a luz por cesárea a nivel
nacional, cuando la Organización Mundial de la Salud ha fijado un límite
no mayor al 15%.
En el primer trimestre de este año, las entidades prestadoras de salud
(EPS), que representan el grueso del sector privado, considerando solo a
asegurados regulares, han arrojado un 73,9%; mientras que el Sistema
Integral de Salud (SIS) presenta un 23,6%. Aquí hay una doble lectura,
según el especialista: que los porcentajes aumenten en el sector público
no es del todo malo. Significa que más gente de bajos recursos está
accediendo a servicios de salud.
Pero también está la contraparte: el incremento excesivo. Tal es el
caso del hospital Honorio Delgado de Arequipa, que en el 2014, de un
total de 6 mil 708 partos, practicó 3 mil 255 cesáreas. Es decir, el
48,52% del universo total. Todos los establecimientos públicos del
Ministerio de Salud en la Ciudad Blanca han sobrepasado el 40% en los
últimos tres años.
Para Arrieta, sería un error regular a los médicos, pues considera que
siempre tendrán la sartén por el mango, la última palabra. Quizá por eso
su propuesta es pragmática. “Al margen de si es ético o no, el médico
pierde con un parto natural y la sociedad gana. ¿Por qué no pagar,
entonces, más por un parto vaginal que por una cesárea si implica más
días de atención?”.
La ginecóloga Gloria Riesco, quien dio las directivas para la
conformación de los comités de cesárea de Essalud en el 2006, les
atribuye las cifras clamorosas a los pacientes. “Es una moda que se ha
extendido en varios países. Las mujeres son las que piden ser
intervenidas porque creen que un parto es una operación de bajo riesgo.
Lo exigen e incluso amenazan con denunciar si no se les practica”.
¿Será realmente que las madres ya no quieren parir?
Angela Brocker, una alemana que lleva 20 años al frente de Pakarii, una casa de nacimiento que difunde el parto natural, ha acompañado a cientos de mujeres en su misión de alumbrar. No atiende más de nueve partos al mes. El camino a la vida requiere un conjunto de clases personalizadas.“La mujer tiene que entender que debe parir con una sonrisa. Si está triste, más le dolerá”,- señala Brocker.
Brocker asegura que existen mitos dañinos que inducen a las futuras
madres a optar por el bisturí. “A partir de los siete meses recién se
puede hablar de la placenta previa y no desde los cuatro meses, como
ocurre”. De igual forma sostiene que cuando el cordón umbilical envuelve
–está en contra del término enredar– no necesariamente ahorcará al
feto.
Inclusive si la operación es inminente (casos de preeclampsia, por
ejemplo) sugiere que no se omitan las contracciones, y que la mujer
alcance cinco centímetros de dilatación. “Será un útero activo con
memoria de trabajo para el siguiente parto”.
Ley en espera
En abril pasado, la Comisión de Salud aprobó el proyecto de Ley de promoción y protección del derecho del parto humanizado y de la salud de la mujer gestante, impulsado por el congresista Jaime Delgado.
Como el título refiere, propone una serie de cambios, como que no se
corte el cordón umbilical inmediatamente, y que la madre permanezca con
su niño con la finalidad de que pueda estimularlo a tomar leche de sus
pezones. En suma, que el primer contacto se respete como un protocolo
sagrado.
En el caso específico de las cesáreas, plantea la creación del
Observatorio del Nacimiento y Monitoreo (OBNAC), cuya tarea será
elaborar un reporte anual sobre la cantidad de partos naturales o
cesáreas a nivel nacional. “Si el médico recomienda una cesárea ahora
tendrá que justificarla. Quedará grabado en su historia”, comenta el
parlamentario.
La Superintendencia Nacional de Aseguramiento de Salud (Susalud) será
el organismo encargado de la fiscalización y conformación de este
observatorio. Así como de aplicar las sanciones correspondientes.
Queríamos conocer la opinión de César Palomino, el decano del Colegio
Médico, pero prefirió el silencio. Todavía no hay fecha para que esta
ley sea debatida en el Pleno. Tendría que ser en la legislatura actual.
Mientras tanto, muchas madres son “cesareadas” sin culpa.
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