por Rafael Pérez-Escamilla
Un responsable de la toma de decisiones de un país de América Latina
una vez me preguntó si creía que al proporcionar incentivos monetarios
se podría convencer a más madres de que amamanten a sus hijos. Lo
primero que me vino en mente fue decirle que sí, que siguiera adelante
con su iniciativa. Pensé en el programa de promoción de la lactancia
materna “breastfeeding gear model”,
pero luego me planteé lo siguiente: ¿Puede funcionar un incentivo
monetario sin antes cambiar las condiciones desfavorables que deben
afrontar las mujeres?
Así, llegué a la conclusión de que, antes de pensar en incentivos
monetarios o de otra índole, es imprescindible mejorar, entre otras
cosas, el entorno en el que trabajan las mujeres para crear uno más
propicio para la lactancia materna, ya que la presencia de la mujer en
la fuerza laboral mundial es de suma importancia.
En una publicación especial que he coeditado recientemente para la revista Human Lactation,
que trata sobre la igualdad en cuanto a la lactancia materna, se han
presentado los problemas del empleo de madres lactantes como un gran
desafío y una oportunidad.
Muchos de los artículos de investigación que se encuentran en esta
publicación demuestran que, si se toman las medidas adecuadas, es
posible apoyar el derecho de toda mujer a amamantar por el tiempo que
ella desee, sin importar su situación laboral.
Las políticas de trabajo que favorecen la lactancia materna, entre
las cuales se pueden mencionar interrupciones diarias para la lactancia y
para la extracción de leche materna y seis meses de licencia por
maternidad remunerada, son esenciales para aumentar el éxito de la
lactancia entre el gran número de mujeres activas en el mercado laboral
formal.
Esta evidencia es relevante y explica por qué el foco de la Semana
Mundial de la Lactancia Materna de este año es tan importante. Este
movimiento social se centrará en la necesidad de una acción mundial
concertada con el fin de apoyar a las mujeres para que puedan combinar
la lactancia materna y el trabajo.
Dado el alto grado de rentabilidad que han demostrado las inversiones
destinadas a la protección, promoción y apoyo a la lactancia materna,
los países de América Latina deberían sumarse a este llamado mundial de
manera inmediata. Esta labor implica indispensablemente la celebración
de consultas y coordinación entre los gobiernos (tanto en el poder
ejecutivo como en el legislativo), en el sector privado y en la sociedad
civil, ya que esta tarea supone promulgar leyes y fortalecer su
cumplimiento.
Dentro de estas normas laborales se deberán incluir seis meses de
licencia por maternidad remuneradas, además de interrupciones para la
lactancia y la extracción de leche materna y la disponibilidad de
instalaciones adecuadas en donde las mujeres puedan amamantar o realizar
extracciones de leche en privado.
Asimismo, debemos considerar normas que aprovechen los grandes
avances tecnológicos con el fin de fomentar el trabajo fuera de la
oficina y la flexibilidad de horarios para las madres lactantes. Los
modelos de negocios innovadores que se adaptan a las necesidades de las
mujeres en período de lactancia deberían recibir el apoyo de los
encargados de formular políticas, debido a que estas inversiones pueden
generar un buen rendimiento económico en las empresas y países que
incorporen estas prácticas.
Todos saldrán beneficiados con este enfoque. Las empresas alcanzarán
una mayor productividad como resultado de una disminución del
ausentismo y un incremento en el rendimiento de las mujeres que se ven beneficiadas por la implementación de estas políticas.
El gobierno y la sociedad en su conjunto pueden ahorrar una cantidad
considerable de dinero dado que la lactancia ayuda en la prevención de
enfermedades maternas e infantiles y estimula la inteligencia de niñas y
niños.
Las sociedades público-privadas diseñan modelos de financiación
sostenibles capaces de respaldar económicamente un ambiente laboral
propicio para la lactancia, que proteja con eficacia el derecho natural
de toda madre de amamantar a su hijo incluso cuando decida trabajar.
Dado que un número elevado de mujeres de países de ingresos bajos y
medios trabajan el sector informal, como se indica en la introducción de
la publicación “Equity in Breastfeeding”,
es importante romper con los paradigmas y pensar en cómo extender los
beneficios relacionados con la protección y el apoyo a la lactancia
materna en el lugar de trabajo del sector formal al informal.
Mejorar el entorno laboral para apoyar a las mujeres durante el
periodo de lactancia no debe ser visto como un favor que “nosotros” les
propiciamos, ni como un pedido que nos hacen para que nos acomodemos a
sus necesidades. En cambio, es la obligación de todos de asegurarnos de
que toda mujer tenga la facultad de ejercer su derecho inalienable de
amamantar a sus hijos por el tiempo que ella lo desee, sin tener que
elegir entre amamantar o trabajar.
A nivel mundial, la influencia que tiene el hombre en la toma de
decisiones aún predomina, por lo que me gustaría extender el llamado a
la acción de la Semana Mundial de la Lactancia Materna de este año,
especialmente, a todos mi colegas masculinos y, de esta forma,
garantizar que un entorno laboral propicio para la lactancia materna sea
la norma en el continente americano y en otras regiones.
Rafael Pérez-Escamilla, PhD, es profesor y director de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Yale.
SALUD DE CALIDAD PARA TODOS Y CON TODOS La construcción de un proceso sanitario en el Perú,con equidad y calidad ,desde y con la comunidad. Compartiré con ustedes reflexiones,información y todo lo que tenga que ver con la salud y el desarrollo.
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