Abundancia rima con malacrianza
Carlos Climent
La educación balanceada requiere gran disciplina y consistencia por parte de los adultos responsables y se debería poner en práctica desde muy temprano en la vida infantil.
La ausencia de límites crea una grave distorsión en el alma de los seres en formación y convierte al más normal, alegre, tranquilo y amoroso de los hijos, en un ser ansioso, triste, caprichoso, insensible, desconsiderado, demandante o irrespetuoso.
Ese niño es víctima de una crianza equivocada que hubiera podido tener un destino mejor si los padres hubieran entendido, desde el principio, que era necesario que ellos mismos se disciplinaran.
Un niño díscolo no nace así, se hace por razón de una mala crianza. Y los responsables, por regla general, son los padres indisciplinados que no son capaces de posponer su propia gratificación.
Como consecuencia de la situación anterior se va conformando una estructura familiar enferma en la que pululan los problemas que se van agudizando en la medida que el niño crece.
Inicialmente son los hijos desagradecidos y atenidos que se van convirtiendo en seres irresponsables, avivatos o mediocres. Y que invariablemente terminan utilizando la manipulación como estrategia para relacionarse con los demás. En esos hogares los retoños se levantan creyéndose merecedores de todo lo que se les antoja (al fin y al cabo terminan obteniendo lo que quieren, con solo desearlo) y de repeso están convencidos que los equivocados son siempre los demás.
La consecuencia más lamentable es la distorsión de los valores que lleva a una incapacidad creciente para distinguir entre el bien y el mal, lo cual prepara el camino para las conductas antisociales.
Tal distorsión no es exclusiva de los medios en los que proliferan la abundancia y los excesos. Pero sí son mucho más comunes que en las familias en las que el ahorro es considerado como una virtud y sus miembros tienen una actitud mesurada y frugal frente al consumo.
La psicóloga norteamericana Jessie O´Neill, autora del libro “The Golden ghetto. The psychology of affluenze, describe lo que hoy se denomina “afluenza” una “enfermedad”, no incluida en las clasificaciones de los trastornos mentales, que ataca preferencialmente a niños de familias acomodadas a quienes se complacen todos sus deseos. El término une dos palabras, afluencia (abundancia) e influenza (enfermedad contagiosa).
La Dra. O´Neill, nieta de Charles E. Wilson otrora presidente de la General Motors, es una influyente psicoterapista dedicada a tratar los problemas generados por la abundancia, a través de su proyecto "afluenza", su práctica clínica y sus escritos. Y es una autoridad internacional en los temas relacionados con los efectos destructivos de la indisciplina (y yo añadiría malacrianza y desperdicio) frente a la abundancia de parte de todos aquellos que tienen de sobra.
A nivel global el ejemplo más dramático está representado en la avaricia de las grandes potencias mundiales causante de las graves alteraciones del ecosistema que están haciendo invivible el planeta.
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