El primer caso de eutanasia legal en América Latina
El señor Ovidio González Correa, de 79 años se convirtió en la primera persona que se acoge a la recientemente reglamentada Sentencia C-239-97
que permite que una persona afectada de una enfermedad terminal,
solicite personalmente y de manera consciente y voluntaria que el
sistema médico de Colombia le proporcione una muerte digna. La historia
es interesante y como todo primer caso, ha despertado múltiples
reacciones tanto en Colombia como en otras regiones del mundo.
¿Quién fue Ovidio González Correa?
Don Ovidio fue un hombre que nació y creció en la ciudad de Pereira
en Colombia, la segunda ciudad más grande del eje cafetero colombiano y
cuna del ex presidente Cesar Gaviria. Don Ovidio se dedicó a la
agricultura, a la cría de animales y a la zapatería. Uno de los hijos de
Don Ovidio es Julio César González o Matador, el caricaturista más popular del diario El Tiempo de Bogotá, personaje que ha tenido un rol protagónico en esta historia. Don Ovidio fue un ateo confeso.
En el año 2010 Don Ovidio fue diagnosticado de un cáncer de la
cavidad oral y con la ayuda de su familia, fue evaluado por los
oncólogos en Pereira quienes lo trataron como lo manda la ciencia, es
decir con cirugía, quimioterapia y radioterapia. De acuerdo al protocolo
de tratamiento de este tipo de cáncer avanzado, la cirugía de su boca y
rostro fue radical y perdió parte de los huesos de la cara y los
tejidos de la boca. Terminado el tratamiento, y resignado a las secuelas
del tratamiento, Don Ovidio continuó con su vida, criando vacas y
caballos en su chacra, esperando que la enfermedad no le regrese.
Lamentablemente, a principios de este año 2015, el cáncer regresó, y
con venganza. La enfermedad recurrió en el mismo sitio de la operación
inicial, lo cual hizo que la curación fuera imposible. Los oncólogos
saben muy bien que cuando un cáncer avanzado de la boca recae después de
haber recibido un tratamiento tan intenso, este es incurable y el
tratamiento es solo paliativo.
Con la ayuda de su esposa y sus cuatro hijos el valiente Don Ovidio
regresó con sus oncólogos, quienes efectivamente, le dijeron que la
enfermedad no se iba a curar y le recomendaban quimioterapia solo con
una intención paliativa. Al parecer, el tumor fue más fuerte que la
quimioterapia y Don Ovidio empezó a notar que el tumor le crecía día a
día produciéndole mayor deformidad en la cara, dolor intenso al tratar
de hablar e imposibilidad para alimentarse. Las recaídas del cáncer de
la boca provocan heridas cancerosas en la boca, las que no curan, se
infectan y producen pus con un fuerte olor que se siente en toda la
habitación. Don Ovidio solo podía pasar líquidos poniéndose de costado,
por lo que su peso disminuyó de 81 a 48 kilos. En una ocasión pensó en
suicidarse, aventándose del quinto piso de la clínica a donde había sido
trasladado por el dolor intratable que lo aquejaba.
En esas condiciones, Don Ovidio le dijo a su hijo Julio César “quiero
la eutanasia, yo sé para dónde voy y no quiero ser un guiñapo en una
cama” y deseaba acogerse a la recientemente aprobada ley de muerte digna
colombiana. Después de consultar con la abogada Adriana González, el 4
de junio pasado, el propio Don Ovidio presentó su petición (la solicitud
no puede ser hecha por ningún familiar, debe ser hecha personalmente).
En 1997, Colombia se convirtió en el primer país en las Américas en
aprobar un dispositivo legal para permitir la eutanasia en sus
ciudadanos y lo hizo a través del documento conocido como Sentencia
C-239-79, promulgado por la Corte Constitucional de la República de
Colombia el 20 de mayo de 1997. En esencia, el dispositivo legal
despenaliza el acto llamado homicidio de piedad, el cual es definido
como “la acción de quien obra por la motivación específica de poner fin a
los intensos sufrimientos de otro ser humano”. Hasta ese momento, el
artículo 326 del código penal colombiano castigaba con cárcel de 6 meses
a 3 años a la persona que cometiera el delito de homicidio por piedad.
El siguiente es parte del primer párrafo del documento, el cual copio para ilustración del lector curioso:
El homicidio por piedad, según los elementos que el tipo describe,
es la acción de quien obra por la motivación específica de poner fin a
los intensos sufrimientos de otro. Doctrinariamente se le ha denominado
homicidio pietístico o eutanásico. Por tanto, quien mata con un interés
distinto, como el económico, no puede ser sancionado conforme a este
tipo.
El documento terminaba solicitando que el Congreso redacte en el
tiempo más breve posible, y conforme a los principios constitucionales y
a elementales consideraciones de humanidad, el reglamento de la muerte
digna.
Pero fue recién en febrero de este
año que la misma Corte Constitucional le solicitó al Ministerio de
Salud, mediante la sentencia T-970-2015, que elabore dicho reglamento,
el cual fue publicado
en la resolución 1216-2015 del 20 de abril por el Ministro de Salud
Alejandro Gaviria. Obviamente la oposición en el país hermano ha sido
muy intensa, principalmente del procurador general Alejandro Ordoñez y
de la iglesia católica, que amenazó con cerrar los hospitales católicos
del país entre ellos el San Ignacio de Bogotá y el Pablo Tobón Uribe de
Medellín.
La muerte de Don Ovidio
Luego de que el 4 de junio fuera presentada la solicitud para
acogerse a la flamante ley, el Comité pro Muerte Digna de la Clínica
Oncólogos de Occidente de Pereira revisó el caso y aprobó la petición
considerando que se cumplían las tres condiciones esenciales para el
procedimiento de muerte digna: que lo haga la propia persona, que este
en sus cabales y que padezca de una enfermedad terminal. La fecha de
muerte fue fijada por el propio Don Ovidio para el viernes 26 de junio a
las dos y media de la tarde en la Clínica Oncólogos de Occidente.
Durante varios días, Don Ovidio empezó a despedirse de amigos y
familiares y cuenta su hijo que ese mismo viernes en la mañana estuvo
escuchando tangos con su amigo Gustavo Colorado y que le regaló el disco
de tangos de Charlo con una dedicatoria que decía “por motivo de
viaje”. El viaje a la clínica fue dificultoso porque ese mismo día se
jugaba el partido Colombia contra Argentina por la Copa América y el
tráfico y la algarabía de la gente les impedían avanzar rápido.
Al llegar a la clínica se dieron con la sorpresa de que el procedimiento había sido cancelado porque el médico oncólogo Juan Cardona se
opuso aduciendo que el reglamento no era muy claro y que Don Ovidio no
estaba terminal todavía por lo que “podía durar algún tiempo”. Con su
buen sentido del humor, Don Ovidio regresó a su casa diciendo que “debo
ser la única persona que le caigo mal a la muerte” mientras que sus
bromistas familiares le decían que “mejor debía salir envuelto en una
sábana blanca, porque total, ya todos lo daban por muerto”.
Ante esa situación, la abogada González volvió a presentar la
petición y el hijo de Don Ovidio empezó una campaña de protesta por la
suspensión de la muerte de su padre a través de tres intensas caricaturas en el diario El Tiempo. La campaña tuvo efecto, pues hasta el ministro de salud
opinó que se habían atropellado los derechos de Don Ovidio. El Comité
pro Muerte Digna de la Clínica Oncólogos de Occidente volvió a reunirse y
con el apoyo de la Asociación Colombiana de Radioterapia Oncológica y
el visto bueno del Ministerio de Salud, esta vez aprobó la muerte digna
de Don Ovidio para el viernes tres de julio a las nueve y media de la
mañana.
Según cuenta su otro hijo Diego, Don Ovidio ingresó a la clínica a
las ocho de la noche del jueves, lo sedaron y se quedó dormido hasta las
cinco y media de la mañana, hora en que despertó y preguntó por una de
sus nietas, quien iba en camino hacia el lugar. Luego pidió que le
dijeran a su abogada Adriana González “que habían ganado”, se volvió a
dormir y falleció a las nueve y media de la mañana.
Los familiares en pleno han declarado que están en paz porque lo
único que hicieron fue ayudar a Don Ovidio a cumplir con su voluntad de
tener una muerte digna, han dicho además que la unión familiar se
fortaleció mucho durante los meses que duró el proceso, y por sobre
todo, están agradecidos de tener un estado que les brinda una
legislación que permite que una persona pueda tener el tipo de muerte
que desee sin que eso implique la pena de cárcel para el que lo ayude a
morir dignamente.
Colombia es el único país latino americano que tiene legislación vigente que les permite una muerte digna a sus ciudadanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario