Los avances tecnológicos les hicieron perder su puesto en el parto. Pero no se rindieron, han vuelto a ocupar su lugar y ya se adentran en otras áreas sanitarias
INMACULADA DE LA FUENTE 13/11/2010
Ni se extinguen ni disminuyen sus funciones. Al contrario. Llevan años reinventándose. Y están de nuevo en alza. "Nos asocian al paritorio, pero estamos capacitadas para atender a la mujer en todas las etapas de su vida: adolescencia, embarazo, parto, menopausia...", afirma María Ángeles Rodríguez Rozalen, presidenta de la Asociación Española de Matronas. "Todos los organismos internacionales relacionados con la salud de la mujer indican que somos los profesionales idóneos para atender a las mujeres, en particular en su proceso reproductivo", sostiene. En el sistema público hace ya tiempo que tienen el control de la sala de partos cuando se trata de atender a gestantes sanas y sin complicaciones. Décadas atrás, con la generalización de los partos en hospitales y los avances tecnológicos, algunas de sus funciones perdieron cierta identidad. Traer un hijo al mundo se había convertido en un acto médico, incluso tratándose de embarazos "normales". Esa fiebre ha remitido y las matronas han recuperado poder.
Música relajante, pelotas gigantes suaves e hinchables en las que reclinar la cabeza, masajes en los pies, acupuntura... Todas estas técnicas y otras más se emplean ya en algunas maternidades para ayudar a las mujeres durante el periodo de dilatación. Parir sigue siendo un acto devastador para la mayoría de las mujeres desde el punto de vista físico, pero se trata de alejar el fantasma del dolor y del estrés. La última tendencia es despojar el parto de la excesiva tecnificación médica a la que se había llegado en las últimas décadas. "La mujer tiene que ser la protagonista de su propio parto", afirma María Josefa Rojas, "y no el ginecólogo", como ocurría tantas veces en el pasado.
Rojas, de 54 años, está convencida de la bondad de parir a la carta de acuerdo con las necesidades de cada mujer. "Tuve el privilegio de dirigir mi propio parto", asegura al recordar el nacimiento de su tercer hijo. Naturalmente, su domicilio se encuentra bastante próximo a un hospital. Ahora está destinada en un centro de atención primaria, pero ha trabajado en una maternidad y tiene suficiente perspectiva para analizar cómo ha cambiado la profesión. Hija de matrona, recuerda que en los años sesenta gran parte de las rurales desaparecieron y se produjo cierto vacío. "No solo dejaron de ocuparse del parto, sino de otras funciones relativas a la salud maternal", relata. En los últimos tiempos, sin embargo, se está dando un flujo de matronas a la atención primaria, "lo que está permitiendo recuperar el espacio que las más veteranas habían perdido".
Rojas señala que hay que humanizar el parto y contribuir a crear un vínculo inmediato entre la madre y el bebé. "En estos momentos nuestro papel es ayudar a la mujer a lo que ella decida, utilizando los medios adecuados. En las semanas previas al parto la mujer puede diseñar un plan sobre cómo quiere dar a luz. Si quiere anestesia epidural o no, si prefiere otra postura diferente a la más extendida".
Aunque mantenga su nombre femenino, es una profesión que pueden ejercer tanto hombres como mujeres. Ellos representan el 7% del colectivo: 444 hombres. En conjunto hay 6.275 matronas, lo que equivale a 54,93 por cada 100.000 mujeres en edad fértil. Con la paradoja de que aún hay alrededor de 4.000 matronas a la espera de obtener una plaza. En el último año se han incorporado solo unas 340, con la misión de cuidar la salud sexual de la mujer en las diferentes etapas de su vida. Esta cifra cambia cada año en función de las necesidades de las comunidades autónomas "y, desgraciadamente, del dinero que quieran invertir los consejeros", señala María Ángeles Rodríguez Rozalen. Las diferencias entre unas y otras autonomías son significativas. "En Andalucía, por ejemplo, hay muchos centros de atención primaria sin comadrona, algo vergonzoso", denuncia.
Desde 1992 se accede a matrona tras titularse como enfermero y especializarse en ginecología y obstetricia. Hasta 1986 solo tenían la especialidad de obstetricia. En 2009 se aprobó el nuevo plan de estudios, por el que Enfermería, hasta entonces una diplomatura, pasa a ser una carrera de grado. Para acceder a la especialidad tienen que pasar por un periodo de formación de dos años. "Se trata de hacer el EIR (enfermero interno residente), equivalente al MIR de los médicos", explica Sagrario Gómez Cantarino, jefa de estudios de la unidad de matronas del hospital de Toledo.
En la pasada década se produjo un cambio sustancial en su plan de estudios que definió de nuevo su papel, lo que supuso una pequeña revolución. Esa renovación implicó el cierre de las antiguas escuelas de matronas en 1987. Hasta 1992, en que se puso en vigor el nuevo plan, no hubo relevo. "Se ha perdido una generación. El 47% de las actuales matronas son mayores de 50 años. El resto es relativamente más joven. Tenemos una pirámide de edad un tanto extraña", explica Rozalen.
Sandra Sukarieh Noria, de 31 años, trabaja en atención primaria en Villaluenga (Toledo). Después de unos años en un hospital, se encuentra ahora en el ámbito rural. Día a día, su tiempo se reparte en controlar el embarazo y realizar la visita puerperal tras el parto. Un día a la semana lo dedica a preparar para el alumbramiento a mujeres que han pasado de las 38 semanas, practicando con ellas pujos (ejercicios para hacer fuerza durante el expulsivo del bebé). Otra de las tareas que más le gustan es la visita puerperal a las madres y a sus hijos al quinto día del parto.
Pero además de ocuparse del parto y del posparto, Sukaried se ocupa de talleres para mujeres en la menopausia. Otros de los territorios en los que empieza a moverse son el de la detección precoz del cáncer de cérvix y la orientación sobre planificación. "No podemos prescribir métodos, pero sí orientar sobre los que existen".
Blanca Herrera trabaja desde hace años como matrona de paritorio en el hospital de Baza, tras terminar la especialidad en el hospital San Cecilio, en Granada. "Hace unos siete años, tras un curso de natación para embarazadas, me embarqué con el Patronato de Deportes de Granada en aplicar este método. Ahora coordino dos grupos de embarazadas y disfruto mucho de esta parte de mi profesión, porque puedo estar en contacto con las inquietudes de las mujeres en el día a día del embarazo y siento que puedo serles de utilidad", explica. "Desde hace también unos cinco años acompaño en su parto a mujeres que desean tener a sus bebés en el domicilio. Es otra faceta de mi trabajo que me apasiona", asegura.
"En algunos países de la UE como Reino Unido, Holanda y Alemania las matronas tienen más autonomía. Han defendido su parcela de trabajo y tienen un gran prestigio social", asegura Herrera. En Francia pueden prescribir determinados fármacos y gozan de mayores competencias, algo que muchas de las españolas reivindican. No en vano, todas las matronas europeas deben tener las mismas funciones y competencia al estar reguladas por la misma directiva. En España, sin embargo, no pueden aún prescribir fármacos. "Aunque está en estudio, así como el uso controlado de oxitocina [destinada a regular las contracciones en el parto]", precisa Rodríguez Rozalen.
"Hace falta tiempo para que las matronas asuman sus funciones plenamente. Al haber estado durante años subordinadas a las indicaciones del especialista en obstetricia, como ayudantes o auxiliares del médico, necesitan un tiempo para asumir sus responsabilidades", asevera Blanca Herrera. "Lo ideal es que las mujeres, durante todo su ciclo reproductivo, incluyendo el embarazo, el parto y el posparto, tengan a su alcance a un equipo multidisciplinar", precisa.
La OMS sitúa en un 15% las cesáreas justificadas, un porcentaje que en España ronda el 23% como media. Aunque en la sanidad privada asciende hasta el 39%. "Las matronas están comprometidas con las recomendaciones de la OMS de abogar por la baja intervención siempre que sea posible", señala Rodríguez Rozalen, lo que reduciría el número de cesáreas. Se considera que no deberían sobrepasar el 22% de los alumbramientos, por lo que todo hospital que reduzca este porcentaje y se acerque al 15% alcanza niveles de excelencia.
Hubo un antes y un después de la epidural. Se paría con dolor, y los gritos de las embarazadas formaban parte del paisaje humano que rodeaba la sala de partos. Había incluso matronas que eran capaces de reconocer a las mujeres de las que se ocupaban por su forma de quejarse. La mayoría de las futuras madres paren hoy con este tipo de anestesia. Cuando no es así y surgen complicaciones, se utiliza la raquianestesia.
La episiotomía (incisión en la vulva para facilitar la salida del feto) es una práctica que en el pasado se utilizó de forma rutinaria y que las matronas quieren reducir. Sin duda, la anestesia epidural ha contribuido a que decrezca. "Se utiliza en el 23% de las primíparas, pero depende de las complicaciones", señala Rodríguez Rozalen. En este tema hay diferentes posturas, ya que hay matronas y ginecólogos que estiman que es mejor un corte limpio que un desgarro en el periné, mientras que otros sectores consideran que no hay evidencias de que sea así.
En los últimos años, las tasas de episiotomías han bajado del 80% o 90% a la mitad, y hay centros y profesionales que se mueven ya en el 20% e, incluso, que aspiran a que desciendan al 15%. Blanca Herrera pertenece al colectivo El Parto es Nuestro, un grupo de matronas que reflexiona sobre el tema en diferentes foros y que reivindica que las episiotomías no sobrepasen el 10%.
"El ámbito de la matrona abarca tanto la atención primaria como la especializada en hospital", afirma Sagrario Gómez. A la especialidad se accede tras realizar un examen de oposición para optar a una plaza de residente. La exigencia de un título previo de diplomado o graduado en Enfermería permite que el programa se oriente a la teoría y a la práctica clínica". Gómez Cantarino hizo sus prácticas en el Hospital Universitario de Getafe (Madrid). "Pasé por rotaciones, estuve en consulta y participé en programas de detección de cáncer uterino y educación sanitaria de la población gitana, etcétera". Ahora, como jefe de estudios de la unidad de matronas en la que trabaja, coordina la formación de unas 20 residentes. Ella misma está haciendo el doctorado. "Al haberse elevado la titulación, tenemos más salidas", explica.
En este momento, no obstante, las matronas se enfrentan a un nuevo problema de competencias "creado por la ministra saliente de Sanidad, Trinidad Jimenez, al aprobar una orden ministerial que regula una especialidad nueva: enfermería comunitaria y de familia, a la que otorga competencias para la formación sobre la salud sexual y reproductiva propias de las matronas", denuncia Rodríguez Rozalen. Esta norma ha sido recurrida por la Asociación Española de Matronas.
Aprender a respirar
La música invita al movimiento e inunda la pequeña sala del centro de salud. "Ahora, a respirar... Hay que aprender a reanudar la respiración si sobreviene una contracción. Y evitar la rigidez. Nunca hay que levantarse del suelo echándose hacia delante, sino de lado, para no presionar al bebé", indica Soledad Alférez con voz firme y suave. "Ahora la pareja tiene que sostener la cabeza de la embarazada desde atrás para que esta pueda ejercitarse en empujar. Hacerlo solo las que estéis de menos de 27 semanas...", aclara. Unas 10 mujeres en avanzado estado de gestación, la mayoría acompañadas de sus respectivas parejas, la obedecen. Soledad Alférez dirige varias sesiones de gimnasia para embarazadas todos los miércoles en el centro de salud de la calle de Eloy Gonzalo de Madrid. En la sala suena una música relajante que facilita los ejercicios, aunque hace calor y apenas caben en ella las 10 mujeres y sus parejas. Hay, incluso, un niño vestido de colegial que está quieto y serio al lado de sus padres mientras estos siguen las indicaciones de la matrona. No tienen dónde dejarlo esta tarde y la madre no quiere perderse una de las ocho sesiones de que consta el curso.
La matrona hace una pausa, cambia de registro y pone una cinta algo más alegre "para estimular a bebés". Luego pide a las gestantes o a sus parejas, si están con ellas, que se den masajes en el vientre para trasmitir esa sensación a sus hijos. Alférez vive intensamente estas sesiones, casi tanto como las futuras madres que adquieren su técnica. Es una de las muchas tareas que tiene asignadas. Está adscrita como enfermera a un centro de atención primaria situado en la calle de Andrés Mellado, pero ha pedido que le permitan seguir realizando esta función cada miércoles. Sus mujeres y sus hombres la esperan.
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