lunes, diciembre 20, 2010

Renovar los esfuerzos de contención de la resistencia a los antimicrobianos



Krisantha Weerasuriya a, John Stelling b & Thomas F O'Brien b

a. Departamento de Medicamentos Esenciales y Políticas Farmacéuticas, Organización Mundial de la Salud, 20 Avenue Appia, 1211, Ginebra 27, Suiza. 
b. Department of Medicine, Brigham and Women's Hospital, Boston, United States of America.

Dirigir la correspondencia a Krisantha Weerasuriya (e-mail:weerasuriyak@who.int).
Boletín de la Organización Mundial de la Salud 2010;88:878-878. doi: 10.2471/BLT.10.084236
Un artículo de investigación publicado en el Boletín este mes por Togoobaatar y cols. muestra que en Mongolia más del 40% de los niños reciben antibióticos sin receta médica para infecciones respiratorias.1 En otro trabajo publicado recientemente por Kumarasamy y cols. se subraya la grave amenaza que representan las "superbacterias" con NDM-1 (Nueva Delhi metalo-β-lactamasa-1), poco vigiladas y para las que no existe un tratamiento eficaz.2 Transcurridos casi diez años desde que se publicó la Estrategia Mundial OMS para la Contención de la Resistencia a los Antimicrobianos, la Organización Mundial de la Salud ha anunciado que este es el tema elegido para el Día Mundial de la Salud 2011.3
Problema grave que afecta a la raíz misma de la lucha contra las enfermedades infecciosas, la resistencia a los antimicrobianos podría detener los progresos conseguidos en ese terreno o incluso provocar un retroceso. Aunque es una respuesta natural de los microbios, la resistencia puede contenerse si se procura usar correctamente los antibióticos. Los países de Europa occidental han logrado disminuir la tasa de resistencia a los antimicrobianos de algunos agentes patógenos aplicando un enfoque múltiple en el marco de unos sistemas de salud bien regulados.4 La vigilancia integrada del consumo de antibióticos y la resistencia a los mismos, una educación de prescriptores y consumidores coordinada y financiada por la administración pública, y la regulación de su uso en comunidades y hospitales han demostrado que es posible contener la resistencia a los antimicrobianos. Lamentablemente, incluso en sistemas bien regulados, como los de Europa, la resistencia de algunos agentes patógenos sigue aumentando sin cesar, y el uso de antibióticos fuera del sistema de salud, especialmente en el ámbito veterinario, sigue planteando problemas.
Y qué decir sobre el mundo en desarrollo, donde la regulación es mucho menor, los medios diagnósticos son escasos y la atención sanitaria integral es solo una posibilidad remota. Unos servicios de salud fragmentados, sobre todo en el sector privado con fines lucrativos, favorecen el uso indebido o abusivo de los antibióticos.5 Dada la escasa vigilancia aplicada, se desconoce la verdadera magnitud de la resistencia a los antimicrobianos, y solo la irrupción espectacular de gérmenes como los armados con NDM-1 logra despertar la atención frente a este problema.
Tenemos conocimientos científicos suficientes sobre la manera de usar adecuadamente los antibióticos. Estos solo son eficaces contra algunos de los microorganismos, deben tomarse en dosis precisas y durante un tiempo determinado, y carecen de eficacia en las infecciones virales. ¿Por qué, entonces, esa forma de actuar contraria a la evidencia?
Un factor es la idea errónea de que todas las infecciones responden a los antibióticos. A muchos enfermos les parece que efectivamente así es, pero lo que ocurre es que, por ejemplo, cuando un paciente con una infección respiratoria de carácter vírico se recupera después de tomar amoxicilina, ello se debe por lo general a la evolución natural de la enfermedad, no a la amoxicilina (en muchos casos se considera que un efecto secundario del antibiótico como es la diarrea es de hecho un síntoma de la enfermedad). Las madres se sienten más tranquilas si administran a sus niños antibióticos en lugar de tratarlos con paracetamol e inhalaciones. Los médicos prescriben antibióticos para simples infecciones víricas en pacientes por lo demás sanos para prevenir posibles infecciones bacterianas secundarias, pese a que hay ensayos clínicos de calidad que demuestran la nula eficacia de esa profilaxis. En el mundo en desarrollo los farmacéuticos despachan fácilmente antibióticos sin receta, pues sus ingresos dependen de las ventas más que de un sueldo o de honorarios profesionales. Las compañías farmacéuticas, además, pueden promover la venta de antibióticos independientemente de las necesidades de los pacientes. Por último, la mayoría de los antibióticos, debido a su inocuidad y a la brevedad del tratamiento, se prestan a un uso abusivo; los pacientes a menudo toman antibióticos por propia iniciativa, mientras que muy pocos tomarían antihipertensivos por su cuenta.
Combatir estos comportamientos en entornos caracterizados por una mala infraestructura sanitaria, una escasa regulación y una educación sanitaria insuficiente constituye todo un reto. Los continuos llamamientos para regular mejor los medicamentos no deben ser un obstáculo para garantizar un acceso apropiado a los mismos; el uso de antibióticos continuará creciendo en los países de ingresos bajos y medios para satisfacer las necesidades aún no cubiertas, pero esa mayor utilización debe vincularse a un uso racional. Las mejoras del acceso a los medicamentos que no se acompañen de mejoras significativas de la forma de usarlos tendrán graves consecuencias, entre ellas la continua aparición de superbacterias y de infecciones intratables. Afortunadamente, un mejor uso de los antibióticos en general reduce los costos sanitarios, pues la mayor parte de los antibióticos empleados en la mayoría de las comunidades son innecesarios.
La contención de la resistencia a los antimicrobianos es el tema del Día Mundial de la Salud 2011. La Organización Mundial de la Salud está elaborando un conjunto de políticas integrales para los ministerios de salud dirigida a casi todas las partes interesadas. Esto debería ser una oportunidad para poner en marcha medidas sostenibles encaminadas a contener la resistencia, fomentar la toma de conciencia y la educación sobre el problema por medios electrónicos, y realizar un seguimiento y frenar la propagación de la resistencia introduciendo mejoras en el apoyo informático y el apoyo a las decisiones clínicas a través del desarrollo y uso de medios diagnósticos de cabecera.
Sea como fuere, conviene recordar a las madres de Mongolia. A menos que el paquete global de medidas mitigue su preocupación, los antibióticos se seguirán usando de forma indiscriminada. Unas medidas de regulación, educación y atención sanitaria que tengan en cuenta los factores socioculturales y económicos y hagan uso de las mejoras de la comunicación global deben ser un componente crucial de los esfuerzos renovados de contención de la resistencia a los antimicrobianos.

Referencias

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